Uno no sabe dónde meterse. El feminismo no necesita hombres feministas, le vale con que no seamos unos capullos integrales y con que no mezclemos el feminismo con nuestras carencias y con las infinitas cuestiones que tenemos aún por resolver. Lo positivo es que nuestro impasse abre automáticamente nuevos caminos y avenidas que ya se están recorriendo y que llevan muy lejos. Debemos articular una respuesta individual y colectiva a este melón. La cosa va con todos nosotros.
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