Herminia Luque. Corre Atalanta. Crítica feminista del deporte. Y en su blog, No Sport. La Humanidad en general apenas ha hecho deporte; hace dos mil quinientos años, algunos varones de las clases aristocráticas helénicas lo practicaban como elemento de educación, junto con la pederastia y la música.
La Humanidad en general apenas ha hecho deporte; hace dos mil quinientos años, algunos varones de las clases aristocráticas helénicas lo practicaban como elemento de educación de los jóvenes varones, junto con la música y la pederastia. En el siglo XIX, jóvenes británicos bien alimentados y sin responsabilidades laborales específicas ocuparon su tiempo en tareas deportivas, a la espera de poder dedicarse al comercio, las finanzas o la política. Se inventaron entonces el fútbol y el rugby, como trasunto de los ocios escolares. A finales de ese siglo, a un barón (luego admirador de Hitler) se le ocurrió resucitar los viejos juegos de las polis pederastas. Y dictaduras y débiles democracias aplaudieron a rabiar la ocurrencia coubertiniana. Después de la Segunda Guerra Mundial, el deporte se constituyó como uno de los segmentos más boyantes del capitalismo del espectáculo. Logró también instalarse en los sistemas educativos. En los países más allá del Telón de Acero el deporte sirvió como elemento propagandístico de primer orden, aunque el chollo les duró poco. Durante el último tercio del siglo XX y primero del XXI, sustentó una industria de calzado con arcaicos cordones de proporciones fabulosas. Las mujeres ausentes en los orígenes del deporte, ocuparon siempre un lugar secundario dentro de él.