“Cuando el gran señor pasa, el campesino sabio hace una gran reverencia y silenciosamente se echa un pedo” (Proverbio etíope)
“La sociedad es un animal muy misterioso, con muchos rostros y ocultas potencialidades, y (…) es un signo de extrema miopía creer que el rostro que la sociedad te está presentando en un determinado momento es su único rostro verdadero. Ninguno de nosotros conoce todas las potencialidades latentes en el espíritu del pueblo.” (Václav Havel 31 de mayo de 1990)
En Historia y Sociedad. Con estas frases comienza su libro J C. Scott quien en términos generales intenta plantearnos de un modo concreto cómo es que se establecen las relaciones de poder entre los grupos dominantes y los grupos subordinados; donde los grupos subordinados cuando se hallan compartiendo junto a personas de su misma condición social tienden a exteriorizar su verdadera conducta, es decir tienden a expresar todo aquello que está prohibido, a dar a conocer sus fantasías de venganza y a narrar esos posibles enfrentamientos que podrían darse con sus superiores. Mientras que cuando se encuentran en presencia de sus señores (superiores) tienden a realizar lo opuesto; ya que reprimen y fuerzan todo aquel pensamiento contrario que tengan contra él, adoptando una actitud de conformidad y aprobación, básicamente por el miedo que les causa el posteriormente ser castigados o reprimidos por el grupo dominante.
Es por ello que se acepta aquello que nos afirma Scott quien nos dice que: “Cuanto más amenazante sea el poder más gruesa será la mascara” (pág. 25), ya que en presencia de un poder hegemónico, las aspiraciones y posibilidades de venganza en contra de los superiores decaen, por lo que muchas veces quedan confinadas a simples palabras o sencillamente no pueden llevarse a cabo. Sin embargo, no quiere decir que no vallan a producirse ciertas oposiciones, tensiones y espacios de insubordinación por parte de los dominados, por el contrario lo que ocurrirá será que las formas de resistencia no se harán tan evidentes (no se manifestarán en el discurso público), dado que se optará por un modo de resistencia más bien simbólico, donde se recurrirá a formas más seguras de expresión del rechazo, tales como la falsa aceptación de jerarquías y de orden moral, el incumplimiento de normas sociales y de trabajo, la lentitud en la realización de las labores asignadas, pequeños robos, provocaciones, desafíos, retos y, en escala más ofensiva, atentados anónimos a la propiedad, caza en vedado, difamación, sabotajes incendios y otros usos dosificados de la violencia.