Jordi Martí | @xarxaTIC | XarxaTIC. Se ha de ser muy perverso para vender que un empeoramiento de las condiciones laborales dentro de cualquier colectivo llevará asociada la mejora en el trabajo que se realiza. Aumentar horarios laborales para justificar la no necesidad de nuevas contrataciones o, simplemente, poder ofrecer, en el caso de empresas destinadas a la producción, un producto a menor coste sin perder beneficios, es algo digno de países sin ningún tipo de protección a su trabajador.
Claro que podríamos reducir las listas de espera doblando la jornada de los médicos que hay actualmente. Claro que se ahorra descontando del sueldo cuando un docente está de baja por haberse resfriado mientras daba clase rodeado de bacterias. Claro que podemos aumentar la cantidad de casos que hay paralizados en los juzgados obligando a los jueces que trabajen dieciocho horas diarias para sacarse ese papeleo de encima. Y ya si nos vamos al sector privado… ¡claro que se pueden abrir más negocios si se permite que el trabajador cobre muchísimo menos por hora y pueda hacer jornadas maratonianas! La reducción de derechos laborales siempre lleva a asociado un beneficio si vamos simplemente al beneficio pero… ¿mejora realmente la producción en un país sin derechos laborales? Bueno, voy a ir más lejos… ¿mejora la calidad de vida del trabajador y del 99% de las personas que viven en un país el ir sesgando los derechos laborales de sus trabajadores?
En el día de ayer uno de los centros educativos catalanes que se apuntaron a eso de Escola Nova 21 (sí, la iniciativa privatizadora de La Caixa que presenta habitualmente la Fundación Bofill y la UOC) presentó el modelo de gestión de sus trabajadores. Sí, han obligado a todos sus docentes a que se olviden de las reducciones laborales que marca la legislación vigente (reducción por ser jefe de departamento, miembro del equipo directivo, tutor y un largo etcétera) para que vayan todos al máximo legal posible. Y sí, preguntándoles (porque conozco a alguno que trabaja en ese centro), me han dicho que el equipo directivo no va más allá porque no se lo permite la ley porque les gustaría aumentar, aún más si cabe, el horario lectivo del profesorado. Es por ello que se quejan amargamente de la ley que impide ir más allá de las 21 horas lectivas -que no laborales-.
Ya, seguro que algunos me van a justificar lo anterior por la posibilidad de reducir a la mitad las ratios máximas pero, ¿sinceramente creéis que la mejora educativa pasa por la reducción de los derechos laborales de sus trabajadores? ¿Realmente alguien con dos dedos de frente puede defender que la solución para todos los problemas educativos o sociales pasa por recortar salarios, eliminar derechos laborales o, simplemente, vender a todo el mundo como privilegiado para justificar que en el trabajo de uno se cobre una mierda o se tengan unas condiciones laborales peores que los recogedores de algodón en plena esclavitud sureña? ¿Hasta este extremo ha llegado la mediatización de lo anterior? ¿Hasta ese extremo se lo ha tragado el personal?
La verdad es que sorprende que se haya conseguido derivar la crítica a una administración que no dota de recursos económicos ni humanos a los centros educativos, recorta derechos laborales de sus trabajadores y, mediatiza interesadamente determinadas prácticas educativas que implican la necesidad de trabajar muchísimas más horas para que funcionen respecto a lo que funcionaba antes sin tanta parafernalia, hacia el profesorado. Bueno, seamos sinceros, el discurso acerca de que la culpa siempre es del trabajador y de la necesidad que tiene de dormir ocho horas diarias o estar de baja si se rompe un brazo, está calando muy hondo. Y sí, en el caso de la reducción de derechos laborales de los docentes sorprende, al igual que sucede en otros colectivos, la cantidad de docentes que pueden llegar a justificarlo. Algo que a uno le lleva a pensar que, por desgracia, en todas las profesiones hay algunos que tienen muy pocas luces y una falta de respeto enorme por el trabajo que están realizando.
Hay algunos que nacieron para ser esclavos. Otros nacimos para ser personas. Y los alumnos se merecen serlo. Por ello, como docentes, debemos dar ejemplo.