La animación sociocultural: nacimiento y evolución

José Luis Muñoz Corvalán | El Caso Pablo. Hay que limar las diferencias culturales que separan todavía a las capas de la sociedad, consiguiendo con ello que la una parte importante de la población se interese por las tareas de su propio desarrollo.

Es preciso, sin embargo, un clima elemental de libertades y una atmósfera de pensamiento y acción democráticos, para que la animación sociocultural (ASC) pueda desarrollarse en un ambiente que propicie el cambio mediante la reflexión crítica y la acción social transformadora.

La ASC se nos ofrece como un poderoso recurso de evolución social, implicando responsablemente en la misma el esfuerzo de todos los ciudadanos.

Cabe preguntarse: ¿en qué consiste la animación sociocultural? ¿qué funciones tiene? ¿a quién va dirigida? ¿quién es el encargado/a de llevarla a cabo?


1. LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL: NACIMIENTO Y EVOLUCIÓN.

1.1. Nacimiento de la animación sociocultural (ASC).


López de Ceballos (1987), Hernández A. (1987), Angulo Uribarri (1971), entre otros, describen las raíces de este movimiento, desde la década de los cincuenta en que se acuña la expresión, hasta la fecha del 1º Congreso de “Animación Sociocultural y Municipio”, celebrado en Madrid en 1982.

Encontramos referencias a antecedentes norteamericanos de ASC que tendrían que ver con los reformadores románticos del siglo pasado, con la idea religiosa del perfeccionismo, con la lucha social de los marginados forzando la transformación hacia una verdadera democracia social y económica, o con la reivindicación de los derechos civiles y otros programas similares. Pero estos ejemplos tienen, sobre todo, un valor testimonial, porque las dos Guerras Mundiales acabaron el bagaje acumulado por estas experiencias…

Sin embargo, Europa, antigua y sabia, está llena de referencias plurales y heterodoxas fundamentadas en las más viejas corrientes del pensamiento o la practica, tanto religiosa, como social o política. La ASC., de otra manera a como ahora se perfila, ha venido haciéndose en muchos lugares desde tiempo atrás. Entre otros ejemplos podemos citar nuestro país, con las experiencias llevadas a cabo durante la Segunda República, que la Guerra Civil interrumpió.

Desde esa etapa española, hasta la creación del Consejo de Europa en1949 y la posterior constitución del Consejo de Cooperación Cultural en 1962, muchos esfuerzos se han producido de facilitación del acceso a la cultura, de difusión y democracia cultural a través fundamentalmente de la ASC.

Entre otros hitos especialmente significativos cave citar el fenómeno de Mayo de 1968 en Francia, en tanto que respuesta a una situación profundamente crítica, reivindicación de una ética no confesional, contestación frente a injusticias institucionales, impulso a la creatividad, esfuerzo de imaginación, y recuperación de la palabra y de la acción participativa.

Luego Rotterdam 1970, San Remo 1972, Bruselas 1974, Las conferencias de ministros de Oslo 1976, de Atenas 1978, de Luxemburgo 1981…, han venido llenando de contenido ideológico progresivamente enriquecedor la breve pero apretada historia de la ASC.

La ASC, no deja de ser una consecuencia de la situación europea posterior a la 2ª Guerra Mundial. Para los países que han sufrido en propia carne los efectos de la Gran Guerra la cultura va a ocupar un lugar importante en la reconstrucción de la identidad colectiva de sus ciudadanos; sólo desde esta estrategia de vertebración de la identidad nacional se explica el tesón por la cultura en países como Francia o Bélgica a lo largo de los años cincuenta.

1.2. Evolución de la ASC.


El papel de la cultura como instrumento de construcción de identidad va a materializarse, no obstante, de formas substancialmente distintas; es preciso distinguir aquí tres momentos históricos de desarrollo consecutivo.

a) De la cultura a la democratización de la cultura.

En la primera mitad del siglo actual la cultura, para los europeos, sigue teniendo un marcado carácter patrimonial. Es todo aquello que confiere identidad en virtud de su procedencia del pasado es todo aquello que es preciso incorporar al patrimonio histórico como contribución de cada generación a lo colectivo.

Las acciones de democratización de la cultura características de los años cincuenta tienen su razón de ser en la necesidad de facilitar el acceso de los ciudadanos al patrimonio cultural colectivo: acercar la cultura al pueblo y el pueblo a la cultura.

Los países que en tales años abordan con decisión procesos de democratización de la cultura suelen centrar su actuación en grandes acciones y campañas de difusión cultural, de descentralización del patrimonio cultural a lo largo y ancho del territorio nacional respectivo acompañadas de la construcción de infraestructuras culturales clásicas descentralizadas: los lugares sagrados de la cultura patrimonial tradicional (teatros, auditorios, museos y bibliotecas) van a estar más cerca de los ciudadanos para así aumentar sus posibilidades de acceso a la cultura.

Un ejemplo paradigmático de este tipo de intervención es el conjunto de operaciones emprendidas por el ministro de cultura André Malraux, en Francia, a lo largo de los años sesenta: las mansiones de la cultura,(grandes complejos con dotaciones culturales clásicas) concebidos por su creador como “grandes catedrales de la cultura” en una civilización laica, con una buena muestra de las estrategias de implantación de los modelos de democratización de la cultura.

b) De la democratización de la cultura a la democracia cultural.

La crisis de los ideales de la democratización de la cultura tiene mucho que ver con los sucesos de Mayo del 68 y sus repercusiones posteriores en el panorama europeo. Es importante tener en cuenta que la democratización de la cultura es un proceder dinámico que no cuestiona los contenidos del término cultura: resitúa y modifica las relaciones entre la población y el patrimonio cultural, pero en ningún momento especula acerca de qué contenidos y qué valores culturales deben ponerse en circulación democrática.

En la Europa de los años setenta será impensable un paradigma cultural que no asuma aspectos como la valoración de la cultura popular, la promoción de las formas culturales de la vida cotidiana, la reivindicación de la capacidad expresiva de los ciudadanos y las comunidades. La democracia cultural, por tanto, no emerge como oposición a la democratización de la cultura, sino como algo complementario.

En Oslo, en 1976, se acepta y consolida el concepto de democracia cultural, se asume la animación sociocultural hasta recomendar que los gobiernos europeos cuenten con ella en sus políticas de planificación, y se lleve a cabo un pronunciamiento unánime sobre su utilidad y su necesidad.

La animación sociocultural es, en este contexto, una metodología adecuada para la consecución de niveles avanzados de democracia cultural. Animar no sólo es dinamizar a los ciudadanos en relación con el conocimiento de su patrimonio cultural; animar es, además, promover la capacidad de interacción de personas y comunidades con objeto de potenciar su capacidad expresiva. Si el animador sociocultural es, por así decirlo, el sacerdote de la democracia cultural, su intervención es difícilmente pensable en vinculación a los “grandes templos” propiciados desde el paradigma de la democratización de la cultura. El animador, además de intervenir en la complejidad del entorno abierto, deberá ubicarse en una nueva generación de establecimientos socioculturales más acordes a la función de promoción de la capacidad expresiva de los ciudadanos: centros cívicos, casas de juventud, ateneos, etc.

c) De la democracia cultural al consumo cultural de los medios de comunicación.

No deja de ser curioso que aquello que imposibilitó el desarrollo satisfactorio de las estrategias de implantación de la democracia cultural tenga su fundamento en una paradoja. La paradoja capital de los grandes medios de comunicación de masas que, justamente, es algo fundamental en el análisis de los fenómenos culturales de los años ochenta: si, en principio, los medios de comunicación de masas posibilitan un mayor acceso de los ciudadanos el patrimonio cultural -la cultura en casa- propiciando un entorno históricamente excepcional para el desarrollo de estrategias de democratización de la cultura, la realidad cotidiana y la lógica interna de dichos medios pone de manifiesto que la gama de variedad de los productos difundidos es extremadamente limitada: algo que se ha dado en llamar la cultura audiovisual de consumo. Cualquier encuesta sobre hábitos de consumo cultural de los ciudadanos de los países occidentales arroja conclusiones similares; nunca se dedicó tanto tiempo a la cultura y, paradójicamente, nunca el nivel de los contenidos culturales fue tan uniformemente precario.

La realidad doméstica de la cultura mediática, por otra parte, sitúa en posición de crisis insalvable a todo el conjunto de equipamientos relacionados con las vivencias y experiencias que tenemos de la cultura: no sólo los establecimientos patrimoniales o los democráticos sino incluso los lugares comunes de la cultura audiovisual compartida (piénsese en las dimensiones de la crisis de las salas de proyecciones cinematográficas).

Buena parte del discurso crítico europeo sobre la animación sociocultural en los años ochenta tiene que ver con esta situación. Tanto desde una posición que defiende la pérdida de sentido de la animación sociocultural en una cultura de masas y la reconversión de los animadores en algo así como los nuevos sacerdotes del espectáculo audiovisual y la sociedad de consumo, como desde los intentos de redefinir el ámbito de la animación sociocultural en un contexto postindustrial avanzando mediante nuevas áreas de intervención ( el mundo de la educación, el trabajo, etc.) cercanos al dominio de la cultura.

2. CONCEPTO, OBJETIVOS Y FUNCIONES DE LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL.


Señalan Quintana Cabanas y Florentino Sanz (1994), que ya en 1982 Avelino Hernández dice que “prácticamente nadie, en estos momentos, espera nada de clarificación de este concepto” dado la heterogeneidad de concepciones existentes en ese momento. Aún hoy es difícil precisar, dicen, por varias razones:
  • Es un fenómeno muy amplio que abarca concepciones muy diversas (Barrado, 1985).
  • Las definiciones que se han aportado han sido muy amplias y abstractas (Mouliner, 1972).
  • La animación sociocultural puede ser entendida como función social, profesión actitud, o mentalidad, conjunto de técnicas o métodos, etc. (Monera, 1986).
  • Falta de un modelo de desarrollo cultural y de un paradigma de desarrollo comunitario (Petrus, 1989).
  • No existe un proyecto común entre los que trabajas en desde la animación sociocultural (De la Riva 1988).

A pesar de estas observaciones vamos a tratar de aproximarnos al concepto de animación sociocultural, en el siguiente apartado.

2.1. Concepto.


No es fácil intentar una definición objetiva para la ASC. Mucho se ha escrito sobre eso en los últimos años desde, además, posiciones no sólo distintas sino incluso contradictorias. Buena parte de las dificultades inherentes a la fijación de dicho concepto tienen que ver, precisamente, con la multitud de aportaciones teóricas en un dominio todavía joven (el discurso sobre la ASC no tiene, en ningún caso, más de cuarenta años de vida), además de por los heterogéneos elementos que se entrecruzan en esta: descentralización, educación popular, comunicación, derechos culturales, concienciación… Por otro lado, la animación puede realizarse en ámbitos muy diversos: desde la acción en grandes centros cívicos instalados en locales permanentes, a exposiciones en la calle; y desde pequeños grupos de contestación a proyectos de renovación urbana patrocinados por el gobierno. Además, el animador de un grupo debe desempeñar en él funciones muy variadas.

En cualquier caso, todo intento de definición de la ASC oscila y se sitúa entre dos polos palpables:

La animación sociocultural como modelo consolidado de intervención en la realidad.

Los defensores de esta posición la conciben como un “corpus” teórico globalizado para la intervención social y cultural, es decir, para la promoción de cambios sociales y culturales que modifiquen situaciones existentes en la realidad, a partir del cual emanan funciones, perfiles profesionales y metodología específicas de intervención claramente diferenciadas respecto a otros modelos consolidados: el trabajo social, la educación permanente de adultos, etc.

La animación sociocultural como tecnología adecuada para la intervención en la realidad.

Desde esta posición la ASC se concibe como un conjunto de metodologías y recursos para la intervención social y cultural que son utilizadas por los distintos modelos de intervención: el trabajo social, la educación permanente de adultos, etc. Los defensores de esta perspectiva no conciben, por tanto, la ASC como un modelo complementario o alternativo a los modelos de intervención ya existentes sino que sitúan la animación en una clara posición transversal desde la que no son concebibles funciones específicas ni roles profesionales propios; no existirían, desde dicho punto de vista, “animadores socioculturales” en estado químicamente puro; la animación sería un conjunto de tecnologías de intervención utilizadas por agentes de distinto perfil: educadores, trabajadores sociales, gestores de intervenciones comunitarias, etc.

Para la UNESCO , la animación sociocultural es “el conjunto de técnicas sociales que tienen como finalidad estimular la iniciativa y la participación de las comunidades en el proceso de su propio desarrollo y en la dinámica global de la vida sociopolítica en que están integradas. Estas técnicas están destinadas a ayudar a la promoción social, personal o grupal, a partir de la participación popular”.

Para Mondragón y cols (1996), es una técnica destinada a ayudar a la promoción social, personal o grupal a través de la participación popular, y constituye un intento metodológico para superar la concepción y la práctica vigente de la cultura como consumo, para darle una concepción de participación, colaborando en la participación cultural como parte de un proceso liberador.

Otra definiciones son:

Animación es una acción intencionada, seria, consciente y con unos objetivos muy claros de promoción humana y social. Esta acción intencional pretende transformar las actitudes individuales y colectivas mediante la práctica de actividades sociales, culturales y lúdicas, hechas de un modo participativo (Quintana, 1993).

Muchas cosas son con un único denominador común: la estructuración de la comunidad territorial fuerte, creadora y abierta. Con una autoorganización participativa (Puig Picart 1988).

2.2. Objetivos


Vista la animación socio-cultural desde la perspectiva se la democracia cultural, podemos señalar sus objetivos. Promover la participación cultural de la gente no es un lujo o una actividad adicional; se trata de una tarea fundamental tendente a contribuir a que cada persona sea capaz de:

Informarse. Necesidad básica y elemental que condiciona la posibilidad de alcanzar otros niveles como situarse, tomar posición, etc. Estar informado es el medio primario para poder tener la visión y la conciencia personal de su situación social, cultural y política.

Situarse. Para comprenderse y comprender tarea harto difícil, puesto que vivimos en un mundo en que la persona experimenta cada vez más dificultades para situarse en él y saber cuál es su puesto en él. Este situarse tiene una doble dimensión: comprenderse para captar las necesidades más hondas del ser como persona y comprender en el sentido de saber entender de su tiempo y su mundo.

Tomar posición. Frente a la realidad en la que se está inmerso y hacerse responsable de su propio destino. Se trata de un modo de presencia en el mundo que ante todo significa optar y afrontar las responsabilidades que implica vivir en una sociedad y en una época determinada. Tomar posición tiene una dimensión política en el sentido de hacerse consciente del tipo de sociedad en la que uno quiere vivir.

Movilizarse. Si después de informarse una persona se sitúa y opta, no puede quedar en la pura contemplación intelectual; no puede resignarse pasivamente a ver lo que acontece, tiene que moverse. Pero movilizarse no es simple agitación, la movilización de quien ha tomado posición, es un quehacer y un actuar de quien sabe exactamente cuáles son sus verdaderos intereses y cuáles son las causas que impide realizarlos.

Organizarse. Movilizarse no es tarea individual, sino labor conjunta. Este accionar con otros implica y exige organización. Ninguna labor de animación es para replegar a los hombres sobre sí mismos, sino al contrario, lo que se pretende es hacer a los hombres abiertos a los otros, buscando con los otros, haciendo con los otros.

Acceder a la cultura. No sólo en el sentido de adquirir saberes, sino también considerando a la cultura como algo viviente que se está haciendo.
Supone igualmente el ir asumiendo un estilo de vida que significa participar en la creación cultural, ya sea por vía de la profesionalización o de los aficionados. Esta participación no significa que unos “hacen” cultura y otros la “reciben”: la ASC a lo que tiende es a transformar y convertir al público-espectador en participante-actor.

Participar activamente. Participar activamente en la realización de la propia vida; la existencia de cada uno no viene dada, hay que hacerla, de lo contrario uno hace “lo que se hace”: no participa, sino que “lo participan”.

Para Ángel Castro el objetivo fundamental de la ASC es la transformación de la realidad, y los objetivos prioritarios derivados de este son:
  • Proponer alternativas a lo establecido, y un cambio de actitudes y comportamientos.
  • Sacar el máximo partido a las posibilidades que cada individuo tiene para mejor realización personal y poder aportar lo mejor y más original de sí mismo.
  • Ofertar valores de futuro y progreso.
  • Crear nuevos espacios y modos de hacer cultura.
  • Conseguir que los ciudadanos sean protagonistas y actores de su historia y su vida.
  • Recuperar las señas de identidad de cada Comunidad.
  • Pero la participación se entiende también en otra dimensión que transciende la propia realización personal, pero que es exigencia de la misma: toda persona en su intervención en la vida cultural, social, económica y política, debe ser agente de transformación y protagonista de su historia, buscando soluciones a los problemas qué confronta su sociedad.


A la vista de cuanto llevamos expuesto, puede decirse, a modo de síntesis, que el objetivo final de la animación sociocultural es:

Concienciar, organizar y movilizar al pueblo para transformarlo en agente activo de su propia promoción y, en la medida de lo posible, para hacerlo consciente de su rol histórico.

2.3. Funciones.


La animación sociocultural en contraste con otras posibles estrategias tiene las siguientes funciones:

a) Potenciar la participación como objetivo ámbito, instrumento, lenguaje y eje del proceso de desarrollo social y cultural. No cabe confusión, por lo tanto, con aquellas formas de trabajo social y cultural que no utilizan una metodología activa o que contemplan al individuo o a los colectivos como meros receptores o consumidores de una oferta elaborada por otros.

b) Priorizar al grupo, a los colectivos y comunidades sociales, y dentro de éstos a los que tiene mayores barreras para la participación. El individuo no es un sujeto aislado de las circunstancias de su medio y del grupo social al que pertenece. La ASC se diferencia entonces de aquellas estrategias que se plantean la promoción personal de los sujetos como objetivo prioritario y utilizan, en consecuencia, metodologías de aplicación individual.

c) Tomar la iniciativa propia de los grupos y colectivos por encima de las intervenciones externas. El objetivo reside en conseguir que los grupos o colectivos desarrollen sus propias alternativas y soluciones a sus problemas o necesidades.

d) Aplicar los métodos activos, creativos, dinámicos y experienciales, siempre en función de las situaciones concretas de los participantes en cada proceso grupal específico. No existe ASC descontextualizada, en abstracto. La Animación es una práctica concreta que sólo tiene sentido en su desarrollo. La Animación es acción.

e) Seguir procesos estables, permanentes y direccionales frente a las acciones puntuales e indiscriminadas. No podemos hablar de Animación en relación a “Programas” donde se produce una mera yuxtaposición de actividades, sin interconexión ni continuidad.

f) Vincular los procesos o los problemas, necesidades y situaciones de la realidad concreta donde se desenvuelven éstos. La funcionalidad de los procesos es otro de los elementos diferenciadores que precisa el carácter de la Animación.

g) Tender permanentemente a la definición de los procesos en proyectos de actuación, de intervención en la realidad con el objetivo de transformarla. Si consideramos necesaria la Animación, es precisamente porque consideramos inadecuadas unas estructuras y usos sociales que obstaculizan y llegan a impedir la participación y, por tanto, aspiramos a transformar aquellas.

La animación sociocultural es una estrategia precisa para abordar situaciones concretas. La Animación atiende una parcela específica y necesita, para ser eficaz, ser complementada y complementar a otras estrategias como la difusión cultural, el trabajo social, la educación de adultos, el apoyo a la creación personas, etc.

Por otro lado la motivación resulta necesaria como requisito previo al desarrollo de ciertas acciones o formas de acción cultural o educativa, por lo que la ASC resulta un instrumento imprescindible en numerosos procesos.

El uso de la Animación como instrumento de motivación supone varias condiciones previas:

  • Un conocimiento profundo del medio donde se actúa y del perfil de los grupos para y con los que se opera.
  • Un conocimiento profundo y dominio en el manejo de las técnicas propias de la ASC.
  • Una transformación profunda de las actitudes de los agentes motivadores que intervengan en los procesos.

3. ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL Y VALORES.


Los valores que promueve la animación sociocultural se basan en tres principios:

  • Creer en las posibilidades de las personas.
  • Creer en las posibilidades del grupo para conseguir su desarrollo.
  • Creer en las posibilidades de la acción social para producir el cambio.

Hemos visto la animación sociocultural bajo distintas perspectivas, los valores que promueve son:

  • La libertad vale más que la opresión; cuanto más amplio sea el campo de experiencias de un individuo, mayor será su libertad.
  • La experiencia activa es preferible a la pasividad.
  • Vale más dirigirse uno mismo que ser dirigido, prescindiéndose aquí de toda idea de satisfacción, eficacia o productividad.
  • El compromiso social y la participación crítica con la colectividad y la sociedad son preferibles a la total absorción en la prosecución de metas privadas.
  • La autosatisfacción y la falta de necesidades socio-culturales pueden ser síntomas de deficiencias personales y sociales.
  • Una reacción sincera en el espíritu o en el corazón es preferible a lo que se limite a entretener, divertir o distraer.

4. OTROS CONCEPTOS PRÓXIMOS: EDUCACIÓN PERMANENTE, EDUCACIÓN FORMAL, EDUCACIÓN NO FORMAL, EDUCACIÓN INFORMAL, EDUCACIÓN DE ADULTOS.


4.1. Educación permanente.


Dentro del sistema educativo la educación, entendida como permanente, queda recogida como un principio básico. Según establece la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), en el Preámbulo:

La vertiginosa rapidez de los cambios cultural, tecnológico y productivo nos sitúa ante un horizonte de frecuentes readaptaciones, actualizaciones y nuevas cualificaciones. La educación y la formación adquirirán una dimensión más completa de la que han tenido tradicionalmente, transcenderán el período vital al que hasta ahora han estado circunscritas, se extenderán a sectores con experiencia activa previa, se alternarán con la actividad laboral. La educación será permanente, y así lo proclama la ley que ése será el principio básico del sistema educativo.

La Ley define con claridad la dimensión que se le otorga a la formación permanente. No se limita a la educación de personas adultas, con la que, tradicionalmente, se ha identificado, ni queda definida en función de la formación para el desempeño de una profesión, sino que la educación permanente tiene un sentido más amplio y general.

Más específicamente, se recoge el carácter básico de la educación permanente, cuando en el Título Preliminar, artículo 2, se dice que:

El sistema educativo tendrá como principio básico la educación permanente. A tal efecto, preparará a los alumnos para aprender por sí mismos y facilitará a las personas adultas su incorporación a las distintas enseñanzas.

Se recogen nuevos matices que inciden en el carácter básico de la educación permanente.

El concepto de educación permanente.


Vista la educación permanente en el planteamiento de la LOGSE, abordamos el significado de este término.

Actualmente, la pedagogía considera la educación como un proceso inacabado, que implica a las personas durante toda su vida. En este sentido, y tal como se plantea en el articulado de la LOGSE que acabamos de ver, la educación permanente no es un tipo determinado o un área educativa, sino una forma de entender la educación.

Para Ferrández Arenaz (1986), la educación permanente no diferencia edades, ni tratamientos temáticos, ni campos concretos de perfeccionamiento. Su responsabilidad abarca todo el ámbito general y diferencial de la acción educativa.

Este término ha sido definido e impulsado desde foros internacionales, como la Conferencia de Ministros Europeos de Educación, Estocolmo 1975, o la UNESCO, especialmente la 19ª Conferencia General de la Unesco, Nairobi 1976. Desde la conferencia de Nairobi se señala que la expresión educación permanente, designa un proyecto global encaminado a reestructurar tanto el sistema educativo existente, como a desarrollar todas las posibilidades de formación fuera del sistema educativo:

– En este proyecto, el hombre es el agente de su propia educación por medio de la interacción permanente de sus acciones y su reflexión.

– La educación permanente, lejos de limitarse al período de escolaridad, debe abarcar todas las dimensiones de la vida, todas las ramas del saber y todos los conocimientos prácticos que puedan adquirirse por todos los medios y contribuir a todas las formas de desarrollo de la personalidad.

– Los procesos educativos que siguen a lo largo de su vida los niños, los jóvenes y los adultos, cualquiera que sea su forma, deben considerarse como un todo. 1

Desde esta definición se establece que no hay que confundir educación permanente con escolaridad permanente. En el Libro Blanco de la educación de Adultos se concibe la educación permanente como “el sistema de los sistemas educativos”, ligados al desarrollo personal y social. De hecho, la educación permanente abarca al ocio y a la cultura.

4.2. Educación formal.


Educación estructurada institucionalmente, con un programa de estudios planificado y dirigido al reconocimiento formal del logro de ciertos objetivos educativos, tales como créditos, títulos, o capacitación profesional. Se puede relacionar con la educación reglada, o con la educación institucional (Libro Blanco de la Educación de Adultos). Jarvis (1989) afirma que la mayor parte de la educación formal de adultos, está pensada para ayudar al individuo a encontrar un hueco en las estructuras del sistema social.

Para Escarbajal (1991) la educación formal se justifica fundamentalmente por:

a) El aprendizaje cognitivo sólo puede darse en las condiciones que esta crea.
b) La educación supone una intencionalidad, definida desde las instituciones.
c) El sistema educativo es menos manipulable que otras instituciones de enseñanza.
d) El sistema educativo formal tiene una sólida estructura, lo que le permite abordar amplios objetivos.

4.3. Educación no formal.


Educación estructurada cuya finalidad no es la obtención de reconocimiento académico, aunque este pueda conseguirse en determinadas circunstancias.

Para Bernstein (1988) la educación no formal se significa por poseer un marco de referencia y clasificación débiles y adaptables, frente a la educación formal, con marco de referencia fuerte y rígido. Identificando educación no formal, con educación extraescolar, Escarbajal (1991) le otorga relevantes aspectos positivos:

a) En su seno se favorece la discusión, la crítica, y el análisis.
b) La mayor parte de las actividades educativas de las personas se dan en el ámbito no formal.
c) Dada la mayor flexibilidad educativa que poseen, las estructuras educativas no formales responden con mayor rapidez a los cambios que la sociedad demanda.

Como rasgos generales Callaway (1973), establece que los programas de educación no formal, por lo general, sirven de complemento a la educación formal; tienen diferente organización, y distintos patrocinadores y diversos métodos; son voluntarios y están destinados a personas de edades, orígenes e intereses diversos; no culminan con la entrega de credenciales o diplomas; se desarrollan donde la clientela vive y trabaja, su ritmo, duración y finalidad son flexibles y adaptables.

La flexibilidad educativa ha de ser un componente esencial de la educación permanente, y se justifica en función de atender a las personas desde la diversidad, de atender a contextos peculiares, y como respuesta adaptativa del sistema educativo a una realidad social en cambio permanente.

4.4. Educación informal.

Proceso educativo no organizado que transcurre a lo largo de la vida de una persona, proveniente de las influencias educativas de la vida diaria y el medio ambiente. En este sentido se utiliza también el término educación incidental. Se podría decir que la educación informal es también educación no reglada, no institucional (Libro Blanco para la Educación de Adultos). Abarca la adquisición de conocimientos, habilidades, actitudes y modos de discernimiento.

Uno de los fenómenos que más han incrementado los estímulos sociales en cantidad y complejidad es la generalización de los medios de comunicación de masas, con la posibilidad de influir en lugares inaccesibles.

4.5. Educación de adultos.

La educación de adultos hay que entenderla dentro del planteamiento global de la educación permanente.

La UNESCO, en la conferencia de Nairobi (1976), superando el concepto meramente compensador de la educación de adultos, define que:

La expresión educación de adultos designa la totalidad de los procesos organizados de educación, sea cual sea el contenido, el nivel o el método, sean formales o no formales, ya sea que prolonguen la formación inicial dispensada en las escuelas o universidades, y en forma de aprendizaje profesional, gracias a las cuales las personas consideradas como adultos por la sociedad a la que pertenecen, desarrollan sus actitudes, enriquecen sus conocimientos, mejoran sus competencias técnicas y profesionales o les dan una nueva orientación, y hacen evolucionar sus actitudes o su comportamiento en una doble perspectiva de enriquecimiento integral del hombre y una participación en un desarrollo socioeconómico y cultural equilibrado e independiente.
La educación de adultos no puede ser considerada intrínsecamente, sino como un subconjunto integrado en un proyecto global de educación permanente.

La educación de adultos tiene diversas funciones, entre las que se encuentran la educación para el ocio y tiempo libre, el desarrollo personal y social, la función compensatoria, y la función recurrente relacionada con la actividad laboral del adulto. Para llevar a cabo estas funciones es posible recurrir a estrategias de educación formal o reglada, de educación no formal, informal, y de educación recurrente, términos que hemos abordado al analizar la educación permanente.

El Libro Blanco de la Educación de Adultos establece que son cuatro los aspectos o áreas esenciales de una educación integral de adultos:
a) La formación orientada al trabajo (actualización, reconversión y renovación de los conocimientos de tipo profesional).
b) Formación para el ejercicio de los derechos y responsabilidades cívicas (o para la participación social).
c) Formación para el desarrollo personal (creatividad, juicio crítico, participación en la vida cultural).
d) Como fundamento esencial a todas ellas la formación general o de base, que, cuando no se consiguió a la edad apropiada, constituye un prerrequisito indispensable de tipo compensador.

La función compensadora de la educación de personas adultas, trata de suplir carencias educativas que el individuo posee, ofreciéndole una segunda oportunidad, y reintegrándole, si así lo desea, a los circuitos educativos.

El sistema educativo ha realizado esa función compensatoria, impartiendo esa formación de base, en lo que se ha denominado “educación permanente de adultos”, con estructura organizativa formal.

En la actualidad, los estímulos que mueven a los adultos hacia la formación son (Sanz 1997): su promoción social; su adaptación profesional; la resolución de problemas concretos (planificación familiar, prevención de enfermedades, desempeño de derechos sindicales…)

5. LA ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL EN ESPAÑA Y EN LA UNIÓN EUROPEA.


5.1. Situación en España.

Históricamente hablando, la presencia del término animación debe asociarse a la situación social y política de la transición democrática y, muy en especial, a las políticas de desarrollo social y cultural en torno a los primeros ayuntamientos democráticos. El caso de Cataluña debiera merecer una consideración especial, en la medida en que la animación sociocultural se vincula a una larga tradición en el ámbito de las actividades de tiempo libre infantil y juvenil especialmente notable a lo largo de los años sesenta y setenta, en clara conexión con buena parte de las experiencias europeas vinculadas al modela franco-belga. Las Primeras Jornadas de Animación Sociocultural celebradas en el año 80 bajo los auspicios del Ayuntamiento de Barcelona son un lugar común de obligada referencia en cualquier genealogía del término.

Merece atención especial el hecho de que la peculiar circunstancia de la transición democrática en el estado español haya motivado una comprensión en el tiempo de modelos de intervención relativos a la ASC que en otros países, se desarrollaron con mayor demora: en poco más de diez años han proliferado infinidad de intervenciones, simultaneándose modelos y tendencias, aún en el caso de que dichas acciones en otros países hubieran sido sucesivas e incluso contrarias ( la década española de los años 80 ha estado plagada de iniciativas sociales y culturales desde la educación permanente, la ASC el desarrollo comunitario, la preservación del patrimonio cultural, la democratización de la cultura o la democracia cultural), en un caos, que no por fértil, ha dejado de pagar ciertos peajes de oportunidad:

a) Cabe destacar la dimensión positiva y enriquecedora de la propia coexistencia de modelos de intervención tan dispares, que ha contribuido a delimitar condiciones de interdisciplinariedad y de diálogo y cooperación mútua entre profesionales con tanto entusiasmo como escasa tradición corporativa difícilmente imaginables para otras realidades nacionales europeas.

b) La otra cara de la moneda se caracteriza tanto por la falta de suficiente perspectiva temporal para el análisis y la evaluación rigurosa y objetiva de múltiples ensayos y experiencias de valor innegable que, en ocasiones, han sido olvidados con la misma precipitación con que se emprendieron, como por el escaso o nulo provecho extraído de la experiencia de otros países que quemaron algunas de las mismas etapas hace ya algún tiempo, con un bagaje de éxitos y fracasos nada desdeñable.

En otro orden de cosas, la privilegiada posición estratégica, política y cultural del estado español ha colocado a la ASC en una situación proclive a la síntesis de distintas posiciones conceptuales preexistentes:

a) Por la cercanía geográfica del modelo franco-belga (de cierta tradición en Cataluña) y, a su vez, por la proximidad lingüística y cultural con Latinoamérica y sus procesos de transformación socio-política, el estado español ha sido encrucijada y banco de pruebas de algunos procesos importantes en la revisión y puesta al día de los discursos dominantes en la ASC.

b) Al notable retraso en la implantación de políticas asistenciales propias del estado del bienestar en España se añade la posición fronteriza de la península al límite de las geografías socioeconómicas del norte y del sur; todo ello ha redundado en un debate teórico y una profusión de experiencias en torno a los modelos de desarrollo comunitario de un innegable interés a escala mundial.

Cabe afirmar, a modo de síntesis, que el panorama de la animación sociocultural en el estado español es susceptible de ser caracterizado a partir de las siguientes constantes:

1. En cuanto al modelo teórico de referencia, se observa con interés una cierta tendencia a la síntesis conceptual y metodológica de los modelos ya existentes.
2. En cuanto a la titularidad de las intervenciones, el papel de la administración local municipal es absolutamente mayoritario.
3. En cuanto a la tipología de las intervenciones, la animación sociocultural se vincula a los ámbitos del tiempo libre y, en especial, a los sectores infantiles y juveniles.
4. A pesar de esto último, se observan intentos de innovación de una cierta solidez en el terreno de lo ocupacional y la formación permanente.
5. En cuanto a la acreditación académica de los animadores socioculturales ésta es todavía inexistente a pesar de su previsible homologación universitaria en un futuro inmediato.
6. Finalmente, el panorama de la animación sociocultural en el estado español presenta una cierta hipertrofia en el ámbito de la formación de animadores ( el censo de programas y escuelas de formación en buena parte de titularidad municipal o autonómica desborda con creces la demanda de animadores existente y previsible ) en detrimento de ámbitos como la investigación, las publicaciones, los proyectos de riesgo e innovación, etc.

5.4. Situación en la Unión Europea.

En todo intento de aproximación a la animación sociocultural es pertinente acercarse a la realidad sincrónica del término observando, la orientación de los distintos discursos que, hoy por hoy, existen en torno al tema en la medida en que el nacimie2nto del concepto suscita una cierta disparidad de concepciones.

La posición franco- belga.

Se ha hecho hincapié en las particularidades condiciones de nacimiento del concepto de animación sociocultural en un contexto europeo inmediatamente posterior a la 2Segunda Guerra Mundial. Es preciso constatar que, en nuestros días, la animación sociocultural tal y como se entiende en la práctica totalidad del ámbito europeo tiene sus referentes fundamentales en lo que se ha dado en llamar el modelo “franco-belga” a causa de su procedencia geográfica.
Se trata, en síntesis, de la ASC entendida desde una dimensión fundamentalmente vinculada al ámbito del tiempo libre y la pedagogía del ocio, como instrumento motivador de la participación de los ciudadanos en ámbitos específicos de la vida social y cultural. Las intervenciones dominantes se orientan hacia grupos de edad específicos (fundamentalmente niños y jóvenes ) en torno a contenidos de carácter lúdico y de difusión cultural con presencia inequívoca del animador profesionalizado con un rol claramente definido.

En Francia, el Secretariado de Estado para la Juventud, Deporte y Descanso publicó ya en 1968 un documento en el que se definía al animador como un trabajador social que “tiene por función impulsar y desarrollar actividades con finalidad educativa, cultural y deportiva. Estas actividades están dirigidas a todos. Tienden a una educación global y permanente”.

En Bélgica “animar es suscitar un nuevo espíritu, permitir a los demás el progreso, reintroducir la noción de cultura en el mundo moderno”.

Otros países de la unión europea.

En otros países ven la animación de un modo similar. Para Inglaterra “se puede definir la ASC como el estímulo suministrado a la vida mental, física y afectiva de los habitantes de un sector dado, para incitarles a emprender ciertas actividades que contribuyan a su desarrollo, permitiéndoles expresase mejor y dándoles el sentimiento de pertenecer a una colectividad en cuya evolución pueden influir”.

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