¿QUÉ ES COMUNIDAD? Una descripción sociológica

por Phil Bartle, PhD traducción de Mª Lourdes Sada 

Un activista, animador o cooperante es una persona que intenta poner en movimiento una comunidad. El material se dirige a activistas y a sus superiores, explicando métodos para conseguir que una comunidad se active.

 Pero ¿qué es una comunidad?

 


Naturaleza de las comunidades:
Como muchos conceptos en ciencias sociales, el de «comunidad» no es fácil de definir. Utilizamos mucho la palabra, pero en este adiestramiento, es esencial preguntarnos seriamente qué significa.

Primero, reparemos en que «comunidad» es un modelo, un patrón. No es posible ver una comunidad, o tocarla, o apreciarla directamente con los sentidos. Ver Cuento del elefante. Al igual que una «colina» o un «copo de nieve», una comunidad puede tener diferentes formas, tamaños, aspectos o ubicaciones, no hay dos iguales. 

Y aún más importante, una comunidad no es sólo la gente que la compone. Generalmente, una comunidad ya existía antes de que naciera ninguno de sus residentes actuales, y lo normal es que siga existiendo cuando hayan desaparecido. Es algo que va más allá de sus componentes, los residentes o miembros de esa comunidad.

En una comunidad puede haber miembros que se hayan trasladado temporalmente a otros lugares. Quizá en algún momento quieran regresar, pero no todos lo hacen.

Hay «comunidades» que, en algunos sentidos, ni siquiera tienen una ubicación física, sino que están delimitadas por ser un grupo de personas con intereses comunes. No obstante, en el material de adiestramiento que presentamos, la «comunidad» objeto de atención de un activista es habitualmente un grupo en una situación geográfica concreta.

Una comunidad es un modelo sociológico:
El concepto de comunidad no es sólo un «modelo» (patrón), es un «modelo sociológico».
Es un conjunto de interacciones, comportamientos humanos que tienen un sentido y espectativas entre sus miembros. No sólo acciones, sino acciones basadas en esperanzas, valores, creencias y significados compartidos entre personas.

Para comprender cómo opera una comunidad, y cómo cambia, es necesario aprender un poco de sociología. El activista es un científico práctico, un sociólogo. Mientras que un científico teórico se interesa en cómo funcionan las cosas, el científico práctico se interesa en utilizar ese conocimiento y obtener resultados útiles.

Una comunidad tiene vínculos confusos:
Cuando la comunidad en concreto es un pueblecito, separado por unos kilómetros de otros pueblos en una zona rural, sus vínculos parecen simples a primera vista. Puede parecer que este patrón de interacción humana sólo consiste en los residentes de esa zona, de ese pueblo.

Pero los residentes interactúan también con gente de fuera del pueblo. Se casan con personas de otros sitios, y pueden trasladarse o traer a la esposa a vivir con ellos. Al cabo de un tiempo, los residentes de ese pueblo tendrán hermanas, hermanos, primos, padres y otros parientes viviendo en otra parte.

Los vínculos de esa comunidad ya no son tan precisos.

Pueden existir comunidades dentro de las comunidades:
Pueden darse comunidades dentro de comunidades mayores, como provincias, regiones, grupos étnicos, países y otros tipos. Puede haber matrimonios y otras interacciones que relacionen pueblos en ambos extremos de un país.

Las comunidades pueden trasladarse:
Además, cuando la tecnología no se basa en la agricultura local, los residentes de una comunidad pueden ser físicamente móviles. 

Puede tratarse de pastores nómadas que recorren grandes distancias con su ganado. Pueden ser grupos de pescadores que se trasladan de vez en cuando a donde se encuentra el pescado. Pueden ser cazadores que cambian de lugar siguiendo a las manadas.

Las comunidades urbanas son especiales:
En áreas urbanas, una comunidad puede ser un pequeño grupo de varios hogares de gente con un origen común. A su vez, esa comunidad puede formar parte de una comunidad de vecinos, un barrio o cualquier otra división urbana local.

Según los vínculos se hagan más amplios, habrá una mayor heterogeneidad (diferencias de origen, idioma, religión y otros rasgos que conforman una identidad común). A su vez, formará parte de una municipalidad, que a su vez pertenecerá a la aglomeración que compone una ciudad mayor. 

En general (con excepciones), una comunidad urbana tiene vínculos más imprecisos, es más difícil de delimitar, es más heterogénea (variada, mixta), más compleja, más difícil de organizar utilizando métodos ordinarios de desarrollo de comunidades, y tiene metas más complejas y sofisticadas que las comunidades rurales.

Perspectiva social de los asentamientos humanos:
Un asentamiento humano, o comunidad, no es solamente un conjunto de casas. Es una organización (social y cultural) humana. (Las casas, que son productos culturales de la humanidad, están incluidas en una de las seis dimensiones sociales de la cultura, la dimensión tecnológica, como se explica más abajo).

Tampoco es sólo un conjunto de individuos humanos. Es un sistema sociocultural: está organizado socialmente. Esto significa que usted necesita conocer algunas cosas sobre el concepto de sociedad, que enseña la sociología. La comunidad tiene una vida propia que va más allá de la suma de todas las vidas de sus residentes. 

Como organización social, una comunidad es cultural. Ver cultura. Esto significa que es un sistema de sistemas, y que se compone más de cosas que se aprenden que de factores transmitidos por genes y cromosomas. Todos los elementos culturales de una comunidad, desde su tecnología a sus creeencias compartidas, pueden transmitirse y guardarse por medio de símbolos.

La animación social (promoción de la participación comunitaria o autoayuda) moviliza y organiza una comunidad. Esto significa que la organización social de la comunidad cambia, aunque sea sutilmente. El activista o animador, por lo tanto, es un agente de cambio social o catalizador. La comprensión de la naturaleza del cambio social en una comunidad, su naturaleza social, es una herramienta que debe contarse entre las que utilizan los activistas.
Un activista debe conocer la sociedad:

Puede ser peligroso juguetear con el cambio en algo que usted no conoce en absoluto. Por lo tanto, es responsabilidad del activista conocer un poco las ciencias de la antropología y la sociología (1).

Un activista es un sociólogo práctico, así que tiene que conocer las materias más importantes del tema. (Aunque la movilización es una ciencia social aplicada, no es lo mismo que la ingeniería social. Ver ingeniería social).

Aunque la ciencia de la sociología se enseña habitualmente en las universidades, y en la actualidad un sociólogo es un licenciado universitario, usted no necesita toda esa educación formal. Partiendo de aquí, y quizás también haciendo un poco de investigación bibliográfica por su cuenta, puede aprender la sociología que necesita para comprender la naturaleza social de las comunidades.

Lo más importante que tiene que aprender, como ya se ha mencionado, es que un organismo social como una comunidad tiene una vida propia que va más allá de las vidas de sus componentes. Estas personas sufren sus propios cambios mientras se desarrollan como seres humanos. Nacen, crecen, se hacen adultos, se casan, consiguen trabajos, algunos se convierten en dirigentes, tienen hijos, mueren. Todos esos cambios personales en los residentes, por sí mismos, no cambian la sociedad o la comunidad. De hecho, tal y como se consideran, contribuyen a la estabilidad de la sociedad y a la continuación de la comunidad.
Lo siguiente que hay que aprender también se ha mencionado brevemente. Todos los factores sociales y culturales se transmiten por medio de símbolos, en lugar de por genes. El desarrollo comunitario, que es una forma de cambio social, exige cambios en los mensajes de los símbolos, no manipulación genética.

Tenga presentes los elementos esenciales de la sociedad:
Aunque que la sociología de por sí puede ser interesante, el activista necesita saber más para ser un activista más eficiente.

La noción de «comunidad» es un modelo social, por lo que es importante comprender la naturaleza de «social». Por ejemplo, ¿qué tipo de «cola» mantiene unida una comunidad (o cualquier organización social)? ¿Cómo pueden ser interdependientes las personas entre sí, incluso cuando están convencidos de que son organismos independientes? Esta creencia, aunque inexacta, ¿es un factor en el sostenimiento o mantenimiento de la organización social?

En este caso, lo más importante que un activista tiene que percibir son las interconexiones entre las dimensiones culturales que comprende una comunidad. Aunque los sociólogos discrepen sobre la naturaleza precisa de esas interconexiones, todos ellos estarán de acuerdo en que la característica básica de la sociedad (y por tanto, de las comunidades dentro de ella) es la interconexión de estas dimensiones culturales. Una comunidad, como cualquier otra institución social, no es solamente una colección de personas individuales: es una amalgama cambiante de relaciones, actitudes y comportamientos de sus miembros.
Recuerde que su meta es la potenciación comunitaria. Saber lo que es una comunidad y conocer su naturaleza social y cultural le ayudará a distinguir lo que se está potenciando gracias a sus esfuerzos.

La cultura se aprende:
Ya hemos mencionado que una comunidad es un organismo cultural, y que va más allá de los seres humanos individuales que la forman.

En ciencias sociales, la cultura es algo mucho más amplio que la ópera y el ballet. Entonces, ¿qué es? La cultura consiste en todas esas cosas, incluyendo acciones y creencias, que los seres humanos (como animales físicos) aprenden, lo que los hace humanos. La cultura abarca el comportamiento, pero no las cosas que vienen determinadas genéticamente. La cultura se guarda y transmite por medio de símbolos, no por cromosomas. 

Mientras que parte de esa cultura se aprende en la infancia (por ejemplo, a hablar) otra parte se aprende en la madurez. Cuando el activista está comprometido a promover el cambio social, lo que está fomentando es el aprendizaje de nuevas ideas y comportamientos. El proceso de aprender una cultura, el del niño que se convierte en adulto, se llama culturización o socialización. Cuando la aprende una persona que se ha trasladado a una sociedad diferente, o cuando la comunidad de esa persona cambia, se llama aculturación. Puesto que usted, como activista, está involucrado en la estimulación del cambio social en una comunidad, tendrá que enfrentarse con la aculturación. Por lo tanto se necesitan conocimientos de educación de adultos.

Esta definición sociológica de cultura, que es la sociedad en sí misma, no es la imagen común que tiene la gente, es decir, danzas y tambores, o solamente las artes (que están englobadas en una de las seis dimensiones de la cultura, la dimensión estética).

La cultura trasciende a los humanos:
La cultura es superorgánica (y una comunidad es cultural). Comprender este concepto especial, «superorganismo», es importante para entender qué es una comunidad.

Al igual que el nivel orgánico tiene su base en elementos inorgánicos (las células vivas están compuestas de átomos no vivos), el superorganismo se basa en elementos orgánicos (la sociedad no es un ser humano, pero está compuesta de seres humanos). Esto significa que durante la animación (movilización y organización) de una comunidad, el activista tiene siempre que ser capaz de separar lo que le sucede al conjunto de la comunidad de lo que les pasa a individuos particulares. La palabra «trascender», aquí, significa «ir más allá». En este contexto no tiene connotaciones religiosas.

Al igual que un árbol ─como organismo vivo─ trasciende los átomos, moléculas y células que lo forman, una comunidad ─en un contexto cultural─ o cualquier organización social, transciende los seres humanos que la componen. Un árbol o un perro no existirían sin sus átomos o células, ni una comunidad sin sus seres humanos individuales. Los principios que afectan a un átomo o célula de un perro o de un árbol no son iguales que los principios que afectan al perro o al árbol. La fuerzas que afectan a un ser humano individual en una comunidad no son las mismas que afectan al desarrollo de esa comunidad.

Un buen activista debe comprender la naturaleza del cambio social en una comunidad y ser capaz de distinguirlo de los cambios que llevan a cabo los individuos de esa comunidad. Para ello, el activista debe desarrollar una perspectiva social, y ver cómo una comunidad trasciende a sus miembros.

Una comunidad es un sistema superorgánico:
Una comunidad puede verse como si fuera un organismo (es decir, está organizada). Vive y funciona incluso si sus miembros humanos vienen o van, nacen o mueren.

De igual forma que una célula viva, planta o animal trasciende a sus átomos, una institución, un patrón de comportamiento, trasciende a sus individuos humanos. El comportamiento de un átomo o el ciclo vital de una molécula se basan en una serie de fuerzas diferentes de las que afectan a la planta o animal del que forma parte. De la misma manera, un ser humano individual está sujeto a un conjunto de fuerzas distinto que el de la organización social (como una comunidad) a la que pertenece. 

Una creencia, por ejemplo, está en la mente de las personas, pero esa creencia vivirá a través de otras personas cuando la primera muera. Lo mismo sucede con una institución como el matrimonio, una organización como la fuerza aérea, una ciudad como Río, una costumbre como estrecharse las manos, una herramienta como una azada o un sistema como la mercadotecnia. Todo esto trasciende a los seres humanos individuales que lo forman.
Así, una sociedad es un sistema, no un sistema inorgánico como un motor, ni un sistema orgánico como un árbol, sino un sistema superorgánico compuesto por las ideas aprendidas y los comportamientos de los seres humanos. Piense en los tres niveles de organización: inorgánico, orgánico y superorgánico.

Aunque una comunidad es un sistema cultural (en lo que trasciende a los individuos que la componen) no podemos presumir que es una unidad armoniosa. . . No lo es. Está llena de facciones, luchas y conflictos basados en diferencias de sexo, religión, acceso a la sanidad, etnia, clase, nivel educativo, ingresos, propiedad del capital, lengua y otros muchos factores. Para poder fomentar la participación y el desarrollo comunitario, el trabajo del activista pasa por unir esas facciones, estimular la tolerancia y el espíritu de equipo y obtener decisiones consensuadas. Para que el activista pueda promover el cambio social en una comunidad, es necesario que sepa cómo opera ese sistema, y por extensión, cómo responderá a los cambios.

Igual que un ingeniero (un científico físico práctico) debe saber cómo funciona un motor, el mediador comunitario (científico sociólogo práctico) necesita conocer cómo actúa una comunidad.

Para saber cómo actúa una comunidad, hay que «antropomorfizarla». «Antropomorfizar» significa adjudicar características humanas a algo no humano (por ejemplo, suponer que los osos o los patos tienen «familia», cuando la familia es una institución humana).

Una comunidad no habla, no piensa, no siente y no actúa como un ser humano. Es una entidad superorgánica, y por lo tanto se mueve, responde, crece y se comporta según principios, fuerzas y mecanismos diferentes de los que afectan a un ser humano.

Dimensiones de la cultura, dimensiones de la comunidad:
Cuando decimos que una comunidad no es lo mismo que un ser humano, lo que queremos decir es que no tiene emociones, cabeza, pensamientos, piernas o aficiones. No obstante, posee partes diferentes relacionadas con las organizaciones sociales y con la cultura, más que con los seres humanos individuales.

Una forma interesante de analizar una comunidad ─dividida en partes diferentes─ es utilizar las seis «dimensiones» culturales. Decimos «dimensión» porque son categorías analíticas creadas por nosotros, seres humanos, en lugar de estar basadas en partes observables (como las partes del cuerpo: cabeza, brazos, piernas). En uno de los módulos de adiestramiento, Investigación comunitaria, verá que se pueden utilizar estas seis dimensiones culturales ─además de la geografía y la demografía─ para organizar las categorías de cara a la investigación, observación y comprensión de la comunidad en la que piensa trabajar.

En matemáticas, un objeto tiene tres dimensiones, altura, anchura y profundidad, y cuatro si incluimos el tiempo. No importa lo pequeño que sea el objeto, o en cuántas partes lo corte, cada trozo seguirá teniendo cuatro dimensiones. 

Una entidad sociocultural, como una comunidad, también conserva sus dimensiones. No importa lo pequeña que sea o en cuántos trozos se divida una cultura, siempre tendrá sus seis dimensiones. Las dimensiones de la cultura son:
  1. Tecnológica
  2. Económica
  3. Política
  4. Institucional (social)
  5. Ideológica o estética
  6. Perceptual y de creencias
Todas estas dimensiones de la cultura se transmiten por medio de símbolos (no genes) y consisten en sistemas de ideas aprendidas y comportamientos. No son «aspectos» de la cultura, son dimensiones. Las dimensiones culturales pueden variar en tamaño, pero por definición, afectan al conjunto. Todas ellas son sistemas dentro de cada sistema social. Están basadas en comportamientos aprendidos, que trascienden a los individuos que han aprendido partes de ellas. Al igual que las dimensiones físicas de longitud o tiempo, si falta cualquier dimensión de la cultura, por definición, todas faltan.

No se puede «ver» como se puede ver a una persona. Ver el cuento del Elefante. Cada individuo manifiesta cada una de las seis dimensiones de la cultura. Para ser socialmente consciente, el activista debe ser capaz de analizar las seis dimensiones y las relaciones entre ellas, aunque sólo pueda ver las personas y no las dimensiones.

Cambios en la cultura

La dimensión tecnológica de la cultura:

La dimensión tecnológica de la cultura es su capital, sus herramientas y conocimientos, y su forma de relacionarse con su entorno físico. Es la conexión entre la humanidad y la naturaleza.

Recuerde que no son sólo las herramientas físicas en sí las que hacen la dimensión tecnológica de la cultura, sino las ideas aprendidas y los comportamientos que permiten al hombre inventarlas, utilizarlas y enseñar a los demás sus conocimientos sobre ellas. La tecnología es una dimensión cultural tanto como lo son las creencias y patrones de interacción: es simbólico. La tecnología es cultural. Esta dimensión cultural es lo que los economistas llamarían «capital real» (a diferencia del capital financiero). Es algo valioso que no se produce para su consumo directo, sino para utilizarse en incrementar la producción (y por lo tanto la riqueza) en el futuro: inversión.

En el desarrollo de la capacidad, es uno de los dieciséis elementos de fuerza que cambia (se incrementa) cuando una organización o comunidad se hace más fuerte. En la guerra contra la pobreza, la tecnología proporciona un importante conjunto de armas. Para una persona o familia, la tecnología incluye su casa, mobiliario y enseres, como electrodomésticos, utensilios de cocina, puertas, ventanas, camas o lámparas.

El idioma, que es uno de los rasgos más importantes de un ser humano, pertenece a la dimensión tecnológica (es una herramienta). Acompaña a las comunicaciones como radio, teléfonos, televisión, libros y máquinas de escribir (ahora los ordenadores). 

En una organización, la tecnología incluye escritorios, ordenadores, papel, sillas, bolígrafos, local de oficinas, teléfonos, labavos y comedores. Algunas organizaciones tienen tecnología específica: las pelotas y uniformes de los clubes de fútbol, pizarras y tiza en las escuelas, altares y asientos de iglesias, armas y porras en la policía, transmisores y micrófonos de estaciones de radio.

En una comunidad, la tecnología comunitaria incluye servicios como alcantarillado público y fuentes, caminos, mercados, hospitales, escuelas, señales de tráfico, parques, centros comunitarios, bibliotecas, campos de deporte. La tecnología de propiedad privada puede incluir tiendas, fábricas, casas y restaurantes.

Cuando un facilitador estimula en una comunidad la construcción de una cloaca o un pozo, se introduce nueva tecnología. Un pozo (o cloaca) es una herramienta en la misma medida que lo es un martillo o un ordenador.

En general ─con excepciones─, la tecnología es quizá la dimensión en la que es más fácil introducir cambios culturales y sociales. Es más sencillo introducir una radio de transistores que una nueva creencia religiosa, un nuevo conjunto de valores o un nuevo tipo de familia. No obstante, paradójicamente, la introducción de nueva tecnología (por invención o traspaso) llevará a cambios en todas las otras dimensiones de la cultura.

Recuerde que siempre hay excepciones: en las sociedades menonitas, por ejemplo, existe una decisión consciente común de resistirse a la introducción de nueva tecnología. Se apoyan en la preservación de tecnologías antiguas, como los carros y arados tirados por caballos (no hay tractores, ni coches, ni radios), para reforzar su sentido de identidad cultural.

Estos cambios no se pueden predecir fácilmente, ni van siempre en la dirección deseada. Cuando suceden, puede parecer lógico, aunque no se hayan podido predecir con anterioridad.

A lo largo de la historia de la humanidad, la tecnología ha cambiado para hacerse más compleja, más sofisticada y con un mayor control sobre la energía. Una forma no siempre reemplaza otra inmediatamente (aunque los arados de tracción animal se han pasado de moda desde que el automóvil ha ido sustituyendo al caballo a lo largo de un siglo de cambio).
Normalmente los cambios son acumulativos, las herramientas y tecnologías más antiguas se extinguen cuando se hacen relativamente menos útiles, menos eficientes y más caras. En un punto de la historia, la recolección de plantas silvestres y la caza dio paso a la agricultura (excepto en pequeños grupos residuales). De la misma forma, la agricultura ha dado paso a la industria. La gente que todavía utiliza tecnologías menos eficientes acaba a menudo marginada y condenada a la pobreza. La tecnología más avanzada (tecnología de la información, ordenadores, internet) está a disposición de una pequeña minoría dentro de la población mundial.

La tecnología que los activistas deben introducir puede corresponder al campo de la medicina (hospitales y medicamentos), la salud (higiene, agua potable), construcción de escuelas o mercados cubiertos en áreas rurales. No es que los residentes no sepan que existe antes de movilizarse para conseguirla, simplemente no la tienen. El activista tiene que estar preparado para comprender los efectos que la introducción de un cambio en la dimensión tecnológica pueda tener en las otras dimensiones de la cultura.

La dimensión económica de la cultura:

La dimensión económica de la cultura comprende sus diversas formas y medios de producción y asignación de los bienes y servicios útiles y limitados (riqueza), ya sea a través de regalos, obligaciones, trueque, comercio o asignaciones de propiedades.

No son los objetos físicos como el dinero los que constituyen la dimensión económica de la cultura, sino la variedad de sus ideas, valores y comportamientos que hacen que los hombres den valor al dinero (y otros elementos) dentro del sistema económico que han creado y utilizan. La riqueza no es solamente dinero, al igual que la pobreza no es sólo su carencia.
La riqueza es uno de los dieciséis elementos del fortalecimiento comunitario o de la capacidad organizativa. Cuando una organización o comunidad posee más riqueza (que pueda controlar como organización o comunidad), tiene más poder y mayor capacidad para conseguir las cosas que necesita.

A lo largo de la historia de la humanidad, la tendencia general del cambio económico ha sido la de aumentar la complejidad. Un sistema no reemplaza inmediatamente a otro, pero se añaden nuevos sistemas, y los menos útiles van muriendo poco a poco.

En los grupos pequeños y simples, la riqueza (cualquier cosa escasa y útil) se distribuye por obligaciones familiares elementales. Cuando alguien llega a casa con alimentos o ropa, se reparte entre los miembros de la familia sin esperar una devolución inmediata. 

En la historia de la humanidad, según la sociedad se hacía más compleja y se establecían contactos entre grupos diferentes, surgieron varios tipos de comercio simple en forma de trueque. La distribución entre los miembros de un grupo familiar se mantuvo más o menos igual. Cuando el trueque se hizo más intrincado, aparecieron nuevas instituciones que simplificaron la contabilidad: moneda, cuentas, bancos, crédito, tarjetas bancarias, tarjetas de crédito. Esto no eliminó inmediatamente formas anteriores, pero los regalos y la distribución familiar se fueron convirtiendo con el tiempo en una forma relativamente minoritaria dentro del amplio registro de los sistemas de distribución. 

Recuerde que el dinero (monedas, billetes) en sí, no tiene valor intrínseco. Sólo tiene valor porque la sociedad –la comunidad, la cultura– le ha adjudicado un valor. Por ejemplo, un billete de cien dólares es un simple papel que puede usarse para encender un fuego o para liar tabaco, pero su valor simbólico es mucho mayor.

En una comunidad, encontrará varias formas de distribución de la riqueza. Es importante que aprenda cuáles son, qué cosas se pueden dar, cuáles pueden cambiarse y cuáles se pueden vender y comprar. En muchas sociedades algunas cosas no pueden venderse, como los favores sexuales, la esposa, la hospitalidad, los hijos, la diversión y muchas otras. Aprender cómo están distribuidas, en qué condiciones y entre quién es parte de la investigación que tiene que llevar a cabo.

Cuando una comunidad decide asignar a todas las residencias un suministro de agua con tarifa plana o pagando según el gasto que tenga cada una, está eligiendo entre dos sistemas muy diferentes de distribución económica. El activista debe estimular a la comunidad a elegir lo que quiere de forma coherente con los valores y actitudes predominantes. (Un buen activista no intentará imponer su noción de cuál sería el mejor sistema de distribución: los miembros de la comunidad, todos juntos, tienen que llegar a una decisión consensuada).

La dimensión política de la cultura:

La dimensión política de la cultura comprende sus diversas formas y medios de asignar el poder y la toma de decisiones. No es lo mismo que la ideología, que se engloba en la dimensión de valores (ideas compartidas sobre lo que está bien o mal). Entre otras cosas, incluye los tipos de gobierno y los sistemas de gestión. También la forma en que grupos pequeños de personas toman decisiones cuando no existe un líder reconocido.

El poder político se encuentra entre los dieciséis elementos del poder comunitario o de la capacidad organizativa. Cuanto más poder político e influencia se tiene, mayor facilidad para hacer las cosas que se desean.

Un activista debe ser capaz de identificar los diferentes tipos de líderes en una comunidad. Algunos poseen una autoridad tradicional, otros, carisma personal. Al trabajar con una comunidad, el activista tiene que ser capaz de desarrollar el sistema existente de toma de decisiones para promover la unidad comunitaria y la toma de decisiones en grupo de forma que beneficie a toda la comunidad y no sólo a los que tienen intereses creados.

Al principio de la historia humana el liderazgo (poder e influencia) era difuso, temporal y mínimo. En una pequeña pandilla de recolectores y cazadores, el líder sería cualquiera que sugiriera y organizara una partida de caza. En los grupos pequeños no había jefes, ancianos o reyes. Los antropólogos los denominan grupos «acéfalos» (sin cabeza).

Al ir progresando la historia, los sistemas políticos se hicieron más complejos: el poder y la influencia se incrementaron y comenzaron a afectar a un mayor número de personas. Los niveles de sofisticación política y jerarquía oscilan de los grupos acéfalos, bandas y tribus a los reinos o estados.

En una organización política simple, como una banda, hay muy poca diferencia entre el poder y la influencia que ostenta el líder y el del miembro de menos categoría de la banda. Comparemos esa diferencia de poder e influencia con la existente entre el presidente de Estados Unidos y cualquier empleado subalterno que limpia los servicios en un hotel de los suburbios de Washington.

Todas las comunidades, incluyendo en las que usted trabaja, tienen agún tipo de sistema político, y siempre existen distancias entre los niveles más altos y más bajos de personas o grupos. Su primera tarea consiste en comprender cómo funciona, cuánto poder e influencia hay repartidos (no siempre en la misma forma), y qué cambios están sucediendo.

Cuando estimule la formación de un comité de desarrollo, ejercerá cierta influencia en esa ordenación del poder. Y será responsable de activar un incremento de la complejidad política si ese es el primer comité de este tipo en la comunidad.

La dimensión institucional de la cultura:

La dimensión institucional o social de la cultura la componen las formas en las que la gente actúa, se relaciona con los demás, reacciona y cómo espera que los demás actúen y se relacionen. Esto incluye instituciones como el matrimonio o la amistad, roles como el de madre u oficial de policía, estatus o clase, y otros patrones de comportamiento humano.

Las personas ajenas a la sociología piensan en la dimensión institucional de la sociedad cuando oyen esa palabra, «sociología». Pero es sólo una de las seis dimensiones de una organización social (cultura).

Esta dimensión tiene que ver con la forma en que la gente actúa en relación a los demás, sus expectativas, suposiciones, juicios, predicciones, respuestas y reacciones. Estudia patrones de relación a veces identificados como roles o categorías, y la formación de grupos e instituciones que derivan de estos patrones. Por ejemplo, «suegra» es tanto un rol (con una categoría) como una institución. En una comunidad, la organización social es la suma total de todas estas relaciones y patrones.

El nivel de organización (o complejidad de la organización), el grado de división del trabajo, el alcance de la división de roles y funciones es otro de los dieciséis elementos del fortalecimiento comunitario o capacidad organizativa. Cuanto más organizada y más eficientemente organizada es (y usted puede ayudarles a llegar a serlo), más capacidad tendrá para conseguir sus objetivos comunales u organizativos.

Al igual que las otras dimensiones, a lo largo de la historia la tendencia general ha ido de simple a compleja. En las sociedades antiguas simples, la familia era la comunidad y la sociedad. La familia definía todos los roles y categorías. Cuando las sociedades se sofisticaron, primero las familias se hicieron más complejas y después se desarrollaron y reconocieron nuevas relaciones no familiares. Más tarde, la propia familia vio disminuida su importancia relativa entre los diferentes tipos de relaciones.

Cada vez que se crea un nuevo rol, con sus deberes, responsabilidades, derechos y patrones de comportamiento, la sociedad se hace más compleja. Si estimula la formación de un nuevo comité de desarrollo, con sus puestos y miembros oficiales, la comunidad se hará mucho más compleja.

Una pequeña comunidad rural sin hospital ni escuela está probablemente compuesta de residentes relacionados entre sí por descendencia o matrimonio. Si anima a esta comunidad a construir una escuela u hospital, con profesores o sanitarios remunerados (normalmente foráneos), estará incrementando la complejidad social de esa comunidad. En este sentido, quizá la dimensión social es similar a la dimensión tecnológica en cuanto a su menor dificultad a la hora de introducir cambio social (comparando con las otras dimensiones, sobre todo las dos últimas) . Al igual que en todas las dimensiones, un cambio en una de ellas, como la dimensión social, tendrá efectos en todas las demás.

Para que el animador o activista tenga éxito, debe conocer cuáles son las instituciones locales, cuáles son los diferentes papeles que desempeñan los hombres y las mujeres, y cuáles son las formas más importantes de relación social.

La dimensión idiológica o de valores estéticos de la cultura:

Esta dimensión de la cultura es la estructura de ideas, a veces paradójicas, incoherentes o contradictorias que tiene la gente sobre lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, el bien y el mal, que son las justificaciones a las que las personas recurren para explicar sus acciones.

Los tres ejes en los que la gente se basa para hacer juicios dependen de lo que aprenden desde la niñez. Los juicios entre bueno y malo, bien y mal, bonito y feo, siempre se basan en valores sociales y comunitarios. No se heredan por los genes, sino por medio de la socialización. Esto implica que se pueden volver a aprender, que podemos cambiar nuestros juicios.

No obstante, los valores son extremadamente difíciles de cambiar en una comunidad, especialmente si los residentes perciben que se está haciendo algún intento de cambiarlos. Cambian cuando evolucionan los modelos de la comunidad, pero una influencia exterior o una manipulación consciente no pueden acelerar ni dirigir ese cambio.

Los modelos compartidos por una comunidad son importantes en la identidad comunitaria y personal: quién es cada uno depende en buena medida de los valores en los que cree. El grado en el que los miembros de la comunidad u organización comparten valores o respetan los valores de los demás es un importante componente de los dieciséis elementos de fuerza y capacidad.

Los valores tienden a cambiar cuando la comunidad se hace más compleja, más heterogénea, más conectada con el mundo. Los cambios en los valores suelen ser más un resultado de los cambios en la tecnología, en la organización social, y menos de los discursos y las conferencias a favor de los cambios directos. 

No parece haber una dirección generalizada en los cambios a lo largo de la historia humana, como que los juicios se hagan más liberales, más tolerantes, más católicos, más eclécticos ─o menos─ cuando las sociedades se hacen más complejas y sofisticadas. Las sociedades en ambos extremos del espectro de la complejidad social muestran modelos de diferentes grados o rigidez. A pesar de esa gama, dentro de cada comunidad sólo suele haber un estrecho margen de variación en los valores de sus residentes. Las comunidades urbanas y heterogéneas tienden a tener una mayor diversificación de valores y estéticas.

No es fácil predecir los modelos de valores de ninguna comunidad antes de ir a vivir en ella y averiguar cómo operar dentro de esa comunidad. No obstante, y a causa de su importancia, es necesario que usted, el activista, aprenda tanto como pueda sobre los modelos de la comunidad, y no suponga que será similar a la suya.

Aunque la introducción de nuevos servicios y prestaciones en una comunidad puede llevar en su momento a cambios en los modelos comunitarios, cualquier cosa que proponga el activista debe estar dentro del conjunto actual de valores de esa comunidad. Cada vez que un activista introduce nuevas formas de hacer las cosas en una comunidad, debe considerar los valores predominantes, aunque sean contradictorios y variados.

La dimensión conceptual y de creencias de la cultura:

Esta dimensión es también una estructura de ideas, también a veces contradictorias que la gente tiene sobre la naturaleza del universo, del mundo que le rodea, su papel en él, su causa y efecto, la naturaleza del tiempo y la materia y sus comportamientos.

Esta dimensión se considera en ocasiones similar a la religión de la gente. En realidad, es una categoría más amplia, y también incluye creencias ateas, como que el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. Incluye creencias compartidas sobre la formación del universo, su forma de operar, y qué es realidad. Es religión. Y más cosas.

Cuando dejamos caer un lápiz al suelo, demostramos que creemos en la gravedad. Cuando decimos que el sol sale por las mañanas (no lo hace, es la tierra la que gira), expresamos nuestra visión del mundo.

Si se llega a considerar que usted, el activista, está atacando las creencias de la gente, encontrará obstáculos a su trabajo y oposición a usted y a sus metas, y fracasará como activista. Quiera o no quiera oponerse a las creencias locales, la comunidad debe considerar que no quiere cambiarlas.

A lo largo de la existencia de la humanidad, la tendencia general del cambio ha sido la disminución en el número de deidades, y una reducción en las diferencias entre el espacio sacro y profano para incrementar el espacio secular. Desde el politeísmo local con varios dioses, los humanos se desplazaron a un politeísmo con menos dioses. De ahí, los humanos pasaron al monoteísmo (un dios), y de ahí a un incremento en la proporción de gente que no cree en ningún dios.

En la experiencia de la humanidad, parece que esos grupos con dioses locales tradicionales tienden a ser más tolerantes con otros dioses que las religiones llamadas «universales», que se consideran a sí mismas únicas dueñas de la verdad. A causa de las religiones ha habido terribles guerras (irónicamente, la mayoría de las religiones predican la paz y la tolerancia), y esto debería poner sobre aviso al activista de la vehemencia con la que la gente se aferra a sus creencias.

El activista debe estudiar, aprender y ser muy consciente de las creencias predominantes en la comunidad. Para ser un catalizador efectivo del cambio social, el activista debe sugerir y promover acciones que no ofendan estas creencias predominantes, y que sean coherentes o al menos apropiadas a las creencias ─o conceptos de cómo funciona el universo─ ya existentes en la comunidad.

Todas las dimensiones se encuentran en cada porción de cultura:
Lo más importante que debe recordar es que en cada sociedad, comunidad o institución, en cada relación entre individuos, hay un elemento de cultura, lo que implica un poco de cada una de estas dimensiones culturales. Todo eso se aprende desde el nacimiento. El recién nacido es como un animal, todavía no es un ser humano, pero comienza a aprender cultura inmediatamente al relacionarse con otros humanos (por ejemplo, al mamar), y de este modo comienza a convertirse en humano. (Muchos dirán que el proceso de humanización comienza en el útero).

Este proceso de aprendizaje, y por lo tanto, de conversión, continúa hasta la muerte. Si no está aprendiendo, está muerto.

Cuando está en una reunión comunitaria, cuando está en una clase, cuando se encuentra con alguien cara a cara, en cualquier sitio que esté, usted forma parte de la cultura, del sistema sociocultural, y puede reconocer las seis dimensiones. En ocasiones, cuando intentamos estudiar objetivamente la cultura de una forma científica, olvidamos que nosotros mismos somos parte de esa cultura.

Las herramientas que utilizamos, las interacciones que ejercemos, las creencias y valores que poseemos forman parte de nuestra cultura, y de nuestra existencias como animales sociales. Si ejercemos nuestro trabajo como activistas en una comunidad distinta a la que crecimos, nuestra cultura será diferente de la de los residentes. Ver aculturación.

Tampoco estamos libres de esa obligación si intentamos movilizar nuestra propia comunidad. Un proverbio que ilustra un principio antropológico es «el pez que conoce la existencia del agua es un pez raro».

Como nuestra propia existencia y nuestro conocimiento de nosotros mismos es producto de nuestra cultura y de nuestra socialización dentro de ella, no somos conscientes de la naturaleza de esa cultura. Como un pez que nunca ha estado fuera del agua (y no es capaz de compararla con otros medios), no podemos existir ni existimos fuera de la cultura.
La interconexión tiene un uso práctico:

Para el animador social, o cualquiera que esté comprometido con actividades de desarrollo, la parte más importante de todo esto es la variedad de interconexiones entre las dimensiones culturales. Pueden estar relacionadas de forma causal o funcional. Por ejemplo, en el caso de la tecnología (contrariamente a lo que se suele pensar), tanto las herramientas como los conocimientos necesarios para usarlas, son parte de la cultura en la misma medida que las creencias, danzas o formas de asignar la riqueza.

Hacer cambios en cualquiera de las dimensiones tiene repercusiones en todas las demás. Introducir un nuevo método de obtención de agua, por ejemplo, requiere la introducción de nuevas instituciones para mantener el nuevo sistema de agua. Aprender cualquier forma nueva de hacer las cosas requerirá el aprendizaje, a su vez, de otros valores y otras percepciones. Los cambios en cualquier dimensión provocarán otros cambios, como las ondas en el agua de un estanque en calma cuando tiramos una piedra, y en último término, las seis dimensiones cambiarán.

Ignorar estas relaciones cuando se promueve la transferencia de tecnologías es arriesgado (pueden producirse resultados inesperados o no deseados). Tiene que observar cuidadosamente los cambios en la comunidad donde esté trabajando, y buscar las repercusiones que los cambios en cualquier dimensión tienen en las demás.

La interconexión afecta al cambio social:
Cambiar algo en cualquier dimensión cultural no sólo requiere cambios en otras dimensiones, sino que causa cambios en otras dimensiones. Por esto, es importante hacer evaluaciones de impacto social en todos los proyectos, sean grandes o pequeños.

Según vaya acumulando experiencia, comenzará a apreciar algunos cambios que aparecen como resultado de la introducción de nuevas formas de hacer las cosas. Cuanto más capaz sea de predecir estos cambios, más preparado estará ante ellos.

Cuanto más capaz sea de predecir cambios en cada dimensión, más fácil le resultará modificar sus acciones para que haya más posibilidades de que la comunidad cambie en la forma que usted desea. No obstante, recuerde que usted no es un ingeniero social, y no puede determinar con precisión la manera en la que una comunidad responderá a su trabajo.
Conclusión: El activista debe entender el concepto de comunidad:

Para ser más eficiente como activista, para potenciar o fortalecer comunidades, necesita conocer la naturaleza de estas comunidades y su comportamiento.

Las comunidades son organizaciones sociales o culturales, y como tales, se caracterizan por sus seis dimensiones culturales. Las comunidades no son lo mismo que sus individuos humanos, sino que crecen y cambian según su propia combinación de principios.

La clave para entender estas características y principios es conocer las seis dimensiones de la cultura y las relaciones entre ellas. Las conexiones entre estas dimensiones culturales (2) no son ni simples ni sencillas de predecir. El activista debe ser consciente de que existen, y estimular continuamente la observación, el análisis, el intercambio de ideas, la lectura y la asistencia a conferencias y seminarios. Al trabajar con una comunidad, el activista debe ir aprendiendo más sobre su cultura, y la dinámica de sus dimensiones culturales.

¿Qué es comunidad? La respuesta no es ni simple ni fácil de definir. No obstante, es importante que todos los activistas la entiendan.

Nota (1): Como ciencias sociales, no existe diferencia entre sociología y antropología. Estudian las mismas cosas y utilizan los mismos métodos científicos. Su diferencia reside en sus orígenes históricos. La antropología debe su origen al imperialismo europeo y su recopilación diletante de prácticcas y costumbres exóticas por parte de aristócratas adinerados que buscaban distracciones interesantes para terminar con su tedio. La sociología se origina en la revolución industrial y el incremento de las diferencias entre los propietarios de las fábricas y los obreros que sólo poseían su capacidad de trabajo. El estudio de las diferencias de clase se potenció con la intención de mitigar, si no eliminar, los abusos y la mala utilización de esas desigualdades en el poder. La palabra «antropología» está formada por la unión de dos palabras latinas, mientras que «sociología» se forma por una mezcla antinatural de una palabra griega con una latina.
Nota (2): Este documento no es teórico, sino que pretende presentar al activista la idea de que la sociedad es una entidad sociocultural más allá del conjunto de personas, y que es necesario comprender este principio para guiar la intervención movilizadora como factor de cambio social. Marx, por ejemplo, pensaba que las dos dimensiones culturales subyacentes, la tecnológica y la económica, cambiaban de acuerdo a algún tipo de dialéctica (por ejemplo, de agrícola a industrial), y las otras cuatro se adaptaban seguidamente a estos cambios materialistas. Weber, por el contrario, pensaba que las dos dimensiones superiores, valores (ideología) y percepciones (creencias) eran las primeras en cambiar (como en la revolución protestante), y las otras cuatro cambiaban como resultado (la revolución industrial). En la actualidad, no vemos las interrelaciones entre las dimensiones de una forma tan simplista ─y existe un debate considerable sobre la interpretación─, pero seguimos reconociendo que están relacionadas entre sí.
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