ANITA BOTWIN | @AnitaBotwin | CTXT @ctxt_es. Hasta ese 15 de mayo de 2011 despotricábamos en los bares sobre la clase política, el paro, la desigualdad y la crisis político/social y de valores. Muchos estábamos deprimidos y no veíamos la luz al final del túnel. Tampoco veíamos brotes verdes, por mucho que regásemos las plantas cada día. Cuando ya casi habíamos tirado la toalla, un grupo decide resistir en Sol después de una gran manifestación y tras su desalojo nace el estallido social esperado y contenido por tanto tiempo. De esa parte de la historia mucho se ha contado, especialmente de la acampada en Sol. Perroflautas, piojosos, niños de papá, nos llaman entonces. A nosotros eso, lejos de hundirnos, nos alienta y seguimos trabajando decididamente en la puesta en común y en el aprendizaje y la inteligencia colectivos. No sabemos nada o poco, pero somos autodidactas y hay algo de romántico en todo ello, como en la primera vez de todo.
El asamblearismo es el principio básico y el trabajo en los barrios crucial para la búsqueda de un objetivo común desde lo local hasta lo global. No importa el tamaño del éxito, que tanto nos exigen desde el sofá y las rotativas, porque “lo nuestro” sirve para caminar. Aprendemos a hacer política desde las calles y a entender principios y valores básicos que no hemos aprendido en la escuela. El do it yourself y el empoderamiento se ponen en marcha. Somos pequeños virus que se replican en diferentes lugares del globo terráqueo. Y así, se liberan espacios para las familias sin techo, se paran redadas racistas y desahucios, se crean bancos de alimentos, huertos urbanos, cultura subversiva, análisis y pensamiento. El arte es una pieza clave del movimiento. La expresión se manifiesta de maneras diversas y el lenguaje y los eslóganes son entonces en sí mismos revolucionarios.
Algunos tildan el 15M de movimiento infantil, inocente, sin finalidad ni objetivos claros; ¿por qué no montan un partido?, preguntan. Más tarde se monta uno y entonces no parece gustarles su profecía autocumplida. Incluso entre nosotros dudamos, a veces nos disolvemos, otras mutamos en otras acciones e iniciativas. El 15M no murió, sigue en cada grupo de vivienda que para desahucios cada día, en cada conciencia que ha cambiado, en cada acto solidario cotidiano, en trabajar en común. Ya no son portada, porque muchos de los activistas han tomado ahora las instituciones, cambiando el terreno de juego, pero no el objetivo.
¿Qué va a pasar, qué pasó, qué fue, sirvió? Importó que ocurrió y la vivencia que a algunos nos cambiaría para siempre.
No puedo dejar de escribir estas líneas sin que me tiemble el pulso, por el respeto que le profeso a un acontecimiento histórico que cambió las reglas de juego y le dio la vuelta al tablero político actual.
Espero que ahora se sepa leer lo que ocurrió esos días y que no se olvide ni se condecore, sino que se piense, porque lo institucional debe estar acompañado de lo colectivo en el ámbito social. De no ser así, el proceso y la transversalidad serán un dinosaurio antes de nacer.
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Anita Botwin es periodista y guionista. Escribe en diversos diarios online. En el 15M participó activamente en diversas asambleas y en la comisión de comunicación de Sol.