El turismo responsable consiste en “mejores lugares para vivir, mejores lugares para visitar“. El concepto se define en Ciudad del Cabo en 2002 en la Conferencia Internacional sobre Turismo Responsable, un evento paralelo a la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburg. Esta definición, contenida en la Declaración de Ciudad del Cabo es ahora ampliamente aceptada y ha sido adoptada por el Día Mundial del Turismo Responsable que se celebra cada año desde 2007 en el World Travel Market en Londres.
Jordi Ficapal a El Blog del HTSI
La declaración reconoce que el turismo responsable puede tomar muchas formas, que los diferentes destinos y sus grupos de interés tienen diferentes prioridades, y que las políticas y las directrices locales deben implementarse a través de procesos de diálogo y cooperación entre los diferentes stakeholders interesados en el desarrollo de un turismo responsable.
Así pues, el turismo responsable, lejos de ser un nicho o una tipología turística, es más bien una metodología transversal consistente en aplicar a los destinos, empresas y productos turísticos determinados principios, criterios y orientaciones prácticas que revierten simultáneamente en beneficios para la comunidad de acogida y para la propia actividad turística y los propios turistas.
El turismo responsable es pues aquel que:
- Minimiza los impactos ambientales, sociales y culturales negativos.
- Genera mayores beneficios económicos para la población local y procura la mejora del bienestar de las comunidades receptoras.
- Involucra a los residentes en las decisiones que afectan a sus vidas y sus modos de subsistencia.
- Hace contribuciones positivas a la conservación del patrimonio natural y cultural y a la preservación de la diversidad mundial.
- Proporciona experiencias más agradables para los turistas a través de conexiones significativas con la población local y una mayor comprensión de las cuestiones culturales y ambientales locales.
- Proporciona acceso para persones con discapacidad.
- Es culturalmente sensible y genera respeto y orgullo entre turistas y anfitriones.
En definitiva, el turismo responsable, a diferencia del turismo sostenible, requiere y pone el acento en que todos los actores implicados en turismo, operadores, hoteleros, gobiernos, y, especialmente, la población local y los propios turistas asuman la responsabilidad que les corresponde y adopten medidas para hacer del turismo una actividad más sostenible.
Son muchas las razones que aconsejan la adopción por parte del sector privado empresarial de los valores del turismo responsable. En un primer momento, se hace principalmente hincapié en que una gestión sostenible del destino o de la empresa turística en cuanto a consumo energético y de agua permitirá ahorrar costes. Sin embargo, el ideario del turismo responsable está impulsado por una gama más amplia de factores:
- Confianza, reputación, lealtad del consumidor y consumo guilt free.Cuando viajan a un lugar que es nuevo para ellos, la gente compra productos y experiencias que solamente conocen indirectamente y confían en que el operador les está vendiendo productos de calidad que les proporcionarán una buena experiencia y hoy en día nadie quiere sentirse culpable mientras hace turismo.
- Valor añadido del producto. El Turismo Responsable puede incrementar la calidad de la experiencia del turista aportando incluso una ventaja competitiva. Los operadores responsables reportaron en un estudio que allí donde existía una gran igualdad en el resto de criterios de elección de compra sus prácticas de Turismo Responsable marcaron la diferencia a su favor “casi cada vez”.
- Buena vecindad y “licencia para operar”. Las relaciones de buena vecindad son especialmente importantes para las empresas hoteleras y de turismo y viajes. La mayoría de los productos turísticos se extienden hasta el espacio público de forma que el sendero, la playa, la catedral, el museo o las calles de la ciudad son la extensión del alojamiento y se convierten en parte de la experiencia. Actuar como una empresa ciudadana responsable redunda en una buena relación con el entorno permite obtener tácitamente de los conciudadanos más próximos el derecho a operar en el vecindario.
- Marketing y relaciones públicas: recomendaciones “boca a oreja”. Además de para mejorar el lugar generando así experiencias e historias memorables, la agenda del Turismo responsable permite también darse a conocer en el mercado, concitar la atención de los medios y seducir a los clientes potenciales alimentando las repeticiones y las recomendaciones.
- Valor para el accionista y el inversor y gestión de riesgos. En los sectores como el turismo y la hotelería el valor de las acciones está fuertemente vinculado al valor de la marca y la reputación pública y el rendimiento en sostenibilidad o RSE de la empresa es significativo para cualquier inversor que busque un retorno superior a la media así como para evaluar los riesgos potenciales de la inversión.
- Ahorro en costes, mejora de márgenes y competitividad. Asumir la responsabilidad y gestionar los impactos negativos crea valor para la empresa ya sea por la vía de una gestión más eficiente de los recursos, que aumenta la resiliencia de la empresa o del destino, o por la vía de la anticipación de normas y regulaciones gubernamentales o de certificación puesto que esta anticipación suele redundar en costes de adaptación y conformidad más bajos haciendo en cualquier caso más competitiva a la empresa.
- Moral de la plantilla y retención del talento. Existen muchas evidencias que sugieren que la agenda de la responsabilidad genera orgullo en las empresas y ayuda a atraer y retener personal leal y con talento. Reducir la rotación de personal puede suponer un beneficio significativo para la empresa reduciendo los costes de reclutamiento y formación en una industria que depende de forma muy notable de los conocimientos y habilidades de su personal.
El turismo responsable tiene sentido desde el punto de vista empresarial no solo porque facilita mejores valoraciones que incrementan el número de repeticiones y recomendaciones ni porque también da la posibilidad a las empresas de no competir exclusivamente por razón de precio, lo que les permite mantener los márgenes y evitar competir en el abismo del low-cost, sino sobre todo porque contribuye a ofrecer una mejor experiencia turística para todos los actores implicados,especialmente los propios turistas y las comunidades locales que puede prolongarse indefinidamente en el tiempo a entera satisfacción de todos.
(Artículo publicado en la Revista Savia)