La lógica de red no se refiere exactamente a Internet o al mundo digital, sino que es una manera de pensar-hacer que puede materializarse también en el mundo físico. Es una lógica que trasciende lo tecnológico y se afirma principalmente como una preocupación por cuidar un “entorno” o “ecosistema” que existe como multiplicidad. Como un pensamiento de la distribución y no de la acumulación, la concentración o la totalización. Como un pensamiento de la pluralidad frente a toda lógica de lo UNO.
¿Qué puede decirle el pensamiento de red a los debates actuales en torno al poder, los partidos y los movimientos? Entrevista con Margarita Padilla (@cien_margaritas), hacker e ingeniera informática.
Amador Fernández-Savater en Interferencias
Investigando, escribiendo artículos y libros como El kit de la lucha en Internet, creando y manteniendo sistemas desde su empresa cooperativa Dabne, como hacker, activista e ingeniera informática, Margarita Padilla lleva años pensando y haciendo red. ¿Qué significa eso? ¿Qué significa pensar en red, a qué llamamos lógica de red?
En primer lugar hay que disolver un equívoco muy frecuente: la lógica de red no se refiere exactamente a Internet o al mundo digital, sino que es una manera de pensar-hacer que puede materializarse también en el mundo físico. Es una lógica que trasciende lo tecnológico y se afirma principalmente como una preocupación por cuidar un “entorno” o “ecosistema” que existe como multiplicidad. Como un pensamiento de la distribución y no de la acumulación, la concentración o la totalización. Como un pensamiento de la pluralidad frente a toda lógica de lo UNO.
Teniendo esto en cuenta, ¿qué puede decirle la lógica de red a las discusiones en torno al poder, las máquinas electorales, la hegemonía y los movimientos que se dan estos días?
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1- Marga, ¿qué nos puede enseñar la lógica de red para pensar de otro modo el problema del poder?
Margarita Padilla. Lo que puede aportar a los debates políticos actuales es la idea de distribución del poder. Una red está compuesta de muchos nodos, pero ninguno de los nodos es toda la red. Si por alguna razón un nodo se destruye, no se destruyen todos los demás. Ese es el principio por el cual, como se sabe, se creó el primer Internet como tecnología resistente a ataques. El poder en la red está distribuido y no centralizado en un único punto o nodo. Esto es positivo cuando se presupone que hay inteligencia en cada nodo, porque la autonomía que da la red la favorece.
Digamos por tanto que una red es una especie de entorno o de ecosistema en el que hay distintas fuerzas actuando y cuidar una red pasa precisamente por cuidar esa multiplicidad. La lógica de red es, por tanto, una práctica de lo múltiple.
2- ¿Cómo ves ahora mismo la salud del ecosistema de iniciativas pos15M, del entorno de iniciativas críticas o con voluntad transformadora, en relación al problema del poder?
MP. Creo que nos estamos deslizando hacia un escenario malo: la pelea por la hegemonía, es decir, la pelea por imponer un centro de poder, un poder concentrado y no distribuido. Este proceso tiene que ver con las máquinas electorales.
Los cierres de filas, el “conmigo o contra mí”, los registros únicos de expresión (el mitin, la arenga), las posiciones rígidas en competencia, la presión a “hacer lo que hay que hacer”, la percepción de la crítica o el interrogante como amenaza y obstáculo, son para mí indicadores cotidianos de esta tendencia.
Pero veo también que hay quien se esfuerza en seguir haciendo red, en seguir cuidando y alimentando la multiplicidad (de voces, de prácticas, de registros). Observo a día de hoy, hablando muy a grandes rasgos, dos formas de hacer red: “llenar y hacer red dentro” y “vaciar y hacer red fuera”. Una me parece más interesante que la otra para este momento.
3- Vamos por partes: ¿qué significa “llenar y hacer red dentro”? ¿Dentro de qué?
MP. Me refiero a meter las prácticas de red dentro de las máquinas electorales. Esta idea no me convence y además no creo que pueda funcionar. No me convence porque, en lugar de distribuir el poder, hace de un solo nodo (por muy grande que sea) toda la red. Y no creo que vaya a funcionar porque son dos lógicas diferentes que no ensamblan: una máquina electoral requiere control y centralización, mientras que una red es distribuida e ingobernable (no hay lugar central desde el que verlo todo, no hay cesión de soberanía de los nodos, etc.).
4- ¿Y qué significa “vaciar y hacer red fuera”?
MP. Vaciar las máquinas electorales y construir la red por fuera. Ojo: esto no tiene nada que ver con ponerse en contra de las máquinas electorales. Está muy bien que haya partidos que recojan un voto indignado que no tiene cómo canalizarse e intenten con ese combustible desalojar del poder a la vieja política. Se trata más bien de distinguir las lógicas para que que pueden cooperar pero libremente, en distintos nodos, sin coincidir en un mismo espacio.
5- No se me ocurre cómo pueden cooperar esas dos lógicas sin estar en un mismo espacio.
MP. Un ejemplo muy prosaico: si estás participando en un huerto urbano puedes decidir ralentizar un poco la producción para apoyar tal o cual proceso electoral,pero sigues con el huerto. Es un “apoyo sin vinculación”, en un ir y venir. Una especie de militancia no-orgánica, puntual. De ese modo hay cooperación entre nodos y, al mismo tiempo, no se esquilma el ecosistema plural de iniciativas porque sigue habiendo gente preocupada del día a día del huerto (o de lo que sea).
6- ¿Y hay que distinguir las lógicas? ¿No se pueden democratizar las máquinas electorales controlando desde la base a las direcciones?
MP. Éticamente no tengo nada en contra. Creo que muchos amigos denominan a esta opción "construir un partido-movimiento". Pero no lo veo. El modelo del control presupone que hay mucho poder en cierto lugar y hay que controlarlo porque te puede dañar. De ahí la idea de crear contrapoderes. Pero das poder al poder al hacer eso. Para mí, no se trata tanto de “controlar al poder”, como de vaciarlo y crear otro escenario. Un escenario donde no haya un poder concentrado, donde la fuerza de cada nodo (máquina electoral o huerto urbano) dependa de las alianzas que sepa tejer y donde esas alianzas sean libres, voluntarias. De ese modo tendremos más libertad, más creatividad y más seguridad.
7- ¿En qué sentido más seguridad?
MP. La situación misma es de confianza cuando el poder está distribuido. Cuando ningún nodo aisladamente puede conseguir la hegemonía y la fuerza de cada uno depende de su capacidad de hacer alianzas con los demás. Cuando hay hegemonía no hay red y al revés.
8- ¿Tendría esto algo que ver con el “mandar obedeciendo” zapatista?
MP. Tiene algo que ver y a la vez es muy distinto. La práctica de red no es un pensar-hacer asambleario donde hay portavoces que llevan arriba la voluntad de los de abajo, sino una lógica de lo plural y distribuido. El de “arriba” no es un pelele que está obligado a hacer lo que dicen “los de abajo”, sino que tiene su autonomía. No ha de obedecer, sino más bien escuchar y ser permeable a su afuera.
El castigo, en caso contrario, será algún tipo de desconexión, algún tipo de soledad. Tenemos que inventar formas de desconectar a quien no conecte, es decir, a quien quiera ocupar el centro. Desconectarle de las capacidades de invención de la gente, de la energía, la creatividad y la productividad social. Dejar, a aquel nodo que pretenda la hegemonía, solo y seco.
9- Has hablado de “ser permeable al afuera”. ¿Cómo se piensa el “afuera” desde cada una de las opciones que has analizado aquí?
MP. En la lógica de red, el problema del afuera es fundamental. Es la función crítica del afuera, de lo que tienes afuera y te opone resistencia, lo que te permite cambiar, evolucionar, mutar y, finalmente, sobrevivir.
En la opción concreta que prefiero para este momento (“vaciar y hacer red fuera”), el afuera de un nodo son los otros nodos. Es una relación flexible en la que puede haber cooperación o conflicto, según la situación. Me remito de nuevo al ejemplo que he puesto antes del huerto y el proceso electoral.
Desde la lógica de la hegemonía, la relación con el afuera se establece en base a una distinción rígida entre amigo y enemigo (y además aquí el amigo tiene, me parece, un carácter muy instrumental). Me pregunto por ejemplo cómo piensa Podemos lo que no es él, lo que le opone resistencia. ¿Sólo como campo enemigo? El “conmigo o contra mí” es una lógica letal para la convivencia y la vida política.
Y, por último, en la opción de “meter y hacer red dentro”, el problema que veo es que se corre el peligro de hacer de un solo nodo toda la red y, por tanto, de dejar el afuera como algo periférico, insignificante, invisible, inservible.
10- Desde el punto de vista que has desarrollado durante la entrevista, ¿qué desafíos te parecen ahora mismo los más urgentes?
MP. Ante la perspectiva de un lento goteo depresivo de los que querían hacer red dentro de las máquinas electorales y ahora comprueban que no se ha podido, creo que se trata de volver a hacer red afuera ya.
Abrir filas, aceptar la pluralidad y la crítica, no bajar línea ni decir a los demás lo que tienen que hacer. Multiplicar los registros de expresión, imaginar concretamente formas de apoyo sin vinculación y de castigo-desconexión, hacer fuerte la red para que pueda sostener incluso algunos nodos más rígidos, más cerrados (porque las máquinas electorales, como decíamos antes, necesitan quizá cierta rigidez).
Potenciar, activar y cuidar un ecosistema de iniciativas que es más amplio que la suma de las partes y prefigurar de ese modo otra forma (no dirigista, no totalizante) de entender la relación entre poder político y sociedad.
En definitiva, sacar a la red del “estado de excepción” en el que se encuentra ahora mismo debido a la hegemonía de la pelea por la hegemonía.
Entrevistada y entrevistador agradecen el feedback a este texto de Álvaro, Diego, Luis, Marta, Miguel, Pepe y el Ruso :)