Lo vemos día a día cuando las alternativas presuntamente “anticapitalistas” son simplemente defendernos de las peores consecuencias del sistema, intentar crear espacios a pequeña escala que funcionen de forma diferente o, en el peor de los casos, camuflar el anticapitalismo con la búsqueda de la gestión del Estado capitalista, postura que en general propone volver a un pasado de propiedades míticas en el que los excesos de los oligarcas estarían controlados.
Por este motivo, es una gran noticia que voces autorizadas planteen de forma seria esa transición desde la dictadura burguesa a la democracia. Así pues, ‘cedemos’ este espacio al geógrafo David Harvey, quien en su última obra, Seventeen contradictions and the end of capitalism, propone a su vez 17 “mandatos” para animar la praxis política.
Eduardo Pérez en Economía para todos
Uno de los múltiples problemas a los que nos enfrentamos como clase social (¿o sería mejor decir como especie o planeta?) es la falta de un horizonte por el que luchar. Al menos desde la oleada revolucionaria global de los ’60 y ’70, no hay una alternativa socialista difundida a cierta escala. La reacción neoliberal ocurrida desde entonces machacó esas posibilidades de transición y restringió el debate a los límites internos del capitalismo.
Lo vemos día a día cuando las alternativas presuntamente “anticapitalistas” son simplemente defendernos de las peores consecuencias del sistema, intentar crear espacios a pequeña escala que funcionen de forma diferente o, en el peor de los casos, camuflar el anticapitalismo con la búsqueda de la gestión del Estado capitalista, postura que en general propone volver a un pasado de propiedades míticas en el que los excesos de los oligarcas estarían controlados.
Por este motivo, es una gran noticia que voces autorizadas planteen de forma seria esa transición desde la dictadura burguesa a la democracia. Así pues, ‘cedemos’ este espacio al geógrafo David Harvey, quien en su última obra, Seventeen contradictions and the end of capitalism, propone a su vez 17 “mandatos” para animar la praxis política. Esperamos que así sea.
“Deberíamos luchar por un mundo en el que:
1. La provisión directa de adecuados valores de uso para todos (vivienda, educación, seguridad alimentaria, etc.) sea prioritaria sobre su provisión a través de un sistema de mercado que maximiza el beneficio y que concentra los valores de cambio en unas pocas manos privadas y distribuye los bienes de acuerdo a la capacidad de pago.
2. Se cree un medio de cambio que facilite la circulación de bienes y servicios pero limite o excluya la capacidad de los individuos privados para acumular dinero como una forma de poder social.
3. La oposición entre propiedad privada y poder estatal sea desplazada tanto como sea posible por regímenes de derechos comunes –con énfasis concreto sobre el conocimiento humano y la tierra como los comunes más cruciales que tenemos- cuya creación, gestión y protección se sitúe en las manos de asambleas y asociaciones populares.
4. La apropiación de poder social por personas privadas no sea sólo limitado por barreras económicas y sociales sino que sea desaprobado universalmente como una desviación patológica.
5. La oposición de clase entre capital y trabajo sea disuelta en productores asociados decidiendo libremente sobre qué, cómo y cuándo producirán en colaboración con otras asociaciones en relación con la satisfacción de las necesidades sociales comunes.
6. La velocidad de la vida diaria sea reducida –la locomoción debe ser sin prisa y lenta- para maximizar el tiempo para actividades libres llevadas a cabo en un entorno estable y bien mantenido protegido de episodios dramáticos de destrucción creativa.
7. Las poblaciones asociadas evalúen y comuniquen entre sí sus mutuas necesidades sociales para proveer la base para sus decisiones de producción (a corto plazo, las consideraciones de realización dominan las decisiones de producción).
8. Se creen nuevas tecnologías y formas organizativas que aligeren la carga de toda forma de trabajo social, disuelvan las distinciones innecesarias en las divisiones técnicas del trabajo, liberen tiempo para actividades libres individuales y colectivas, y disminuyan la huella ecológica de las actividades humanas.
9. Las divisiones técnicas del trabajo sean reducidas mediante el uso de la automatización, robotización e inteligencia artificial. Aquellas divisiones técnicas del trabajo residuales consideradas esenciales estén disociadas de las divisiones sociales del trabajo tanto como sea posible. Las funciones administrativas, de liderazgo y de control deberían rotar entre individuos dentro de la población general. Nos liberemos del dominio de los expertos.
10. El poder monopólico y centralizado sobre el uso de los medios de producción sea conferido a asociaciones populares mediante las cuales las capacidades competitivas descentralizadas de individuos y grupos sociales se movilicen para producir diferenciaciones en las innovaciones técnicas, sociales, culturales y de estilos de vida.
11. Exista la diversificación más amplia posible en formas de vivir y de ser, de relaciones sociales y relaciones con la naturaleza, y de hábitos culturales y pensamientos dentro de asociaciones territoriales, comunas y colectivos. Se garantice el libre e ilimitado pero ordenado movimiento geográfico de individuos dentro de territorios y comunas. Los representantes de las asociaciones se junten regularmente para evaluar, planificar y emprender tareas comunes y tratar con los problemas comunes a diferentes escalas: biorregional, continental y global.
12.Todas las desigualdades en la provisión material sean abolidas aparte de aquellas implicadas en el principio de de cada cual según su o sus capacidades y a cada cual según su o sus necesidades.
13. La distinción entre el trabajo necesario hecho para otros distantes y el trabajo acometido en la reproducción de uno mismo, el hogar y la comuna sea gradualmente borrada, de manera que el trabajo social se integre en el trabajo doméstico y comunal, y el trabajo doméstico y comunal se convierta en la forma principal de trabajo social no alienado y no monetizado.
14. Todo el mundo debería tener iguales derechos a educación, salud, vivienda, seguridad alimentaria, bienes básicos y acceso abierto al transporte para asegurar la base material para la libertad para vivir sin la miseria y para la libertad de acción y movimiento.
15. La economía converja en el crecimiento cero (aunque con margen para desarrollos geográficos desiguales) en un mundo en que el desarrollo más grande posible de las capacidades y energías humanas tanto individuales como colectivas y la búsqueda perpetua de la innovación prevalezcan como normas sociales desplazando la manía por el crecimiento compuesto perpetuo.
16. La apropiación y producción de fuerzas naturales para necesidades humanas deberían mantener un ritmo sostenido pero con la máxima consideración para la protección de ecosistemas, la máxima atención prestada al reciclaje de nutrientes, energía y materia física hacia los lugares de los que vinieron, y un abrumador sentido de re-encantamiento con la belleza del mundo natural, del cual somos una parte y al cual podemos contribuir mediante nuestras obras.
17. Los seres humanos no alienados y las personas creativas no alienadas emerjan armadas con un nuevo y confiado sentido de sí mismos y de seres colectivos. Nacido de la experiencia de relaciones sociales íntimas contraídas libremente y la empatía con los diferentes modos de vivir y producir, emergerá un mundo donde todos sean considerados igualmente merecedores de dignidad y respeto, incluso al bramar el conflicto sobre la definición apropiada de la buena vida. Este mundo social evolucionará continuamente mediante revoluciones permanentes y continuas revoluciones en las capacidades y energías humanas. La búsqueda perpetua de la innovación continúa”.
Enlace (en inglés):