«El teatro me sirve para madurar y aprender a vivir, que la vida no es fácil», dice Alejandro Claveria, Nano, de 14 años, miembro de la compañía de jóvenes actores del Forn de Teatre Pa'tothom (Lluna, 5). Creada en el año 2000, Pa'tothom es una asociación sin ánimo de lucro que desarrolla proyectos del llamado teatro del oprimido.
BEATRIZ PÉREZ en elPeriódico.com
«Utilizamos técnicas dramáticas para el trabajo con grupos vulnerables o en riesgo de marginación», explica Jordi Forcadas, director artístico y de proyectos en la escuela. Drogodependientes, mujeres con problemas o discapacitados son algunos de ellos. Pa'tothom, matiza Forcadas, no es una escuela de teatro educativo. «Nosotros no damos respuestas, sino que hacemos preguntas y tratamos de crear un diálogo colectivo —explica—. Los oprimidos tienen una inteligencia propia». Son la única asociación en Barcelona especializada en este tipo de teatro.
Proyectos sociales
Pa'tothom tiene dos vertientes. Por un lado es una escuela donde se estudia teatro del oprimido. Por otro, lleva a cabo una serie de proyectos sociales, basados siempre en el teatro, con grupos en riesgo de exclusión. «Para que los estudiantes tengan una formación completa, tanto teórica como práctica, les pedimos que nos acompañen en estos proyectos», dice el director artístico.
La entidad también organiza teatros-foro con estos colectivos, en los que las obras, que no tienen un final, plantean una problemática determinada e invitan al público a subir al escenario para buscar la solución al conflicto. Además, actualmente el grupo de jóvenes de Pa'tothom se prepara para viajar al festival Rencontres du Jeune Théâtre Européen, en Grenoble, donde representarán Aprender a vivir el día 12 de julio ante 400 personas.
Se trata de una obra escrita de manera improvisada entre los nueve jóvenes, de entre 14 y 20 años, que conforman el grupo. Los profesores iban transcribiendo el texto a medida que los alumnos lo inventaban. Una obra sobre los «problemas que existen en la sociedad», según Ayoub Larachino, de 18 años. A través de ella, algunos, como Faustino Mbula, han aprendido a «prestar más atención y a colaborar con los demás».
La escenografía, realizada con materiales reciclados, también la han hecho ellos mismos, aprovechando que Moha El Madani, miembro del grupo, estudia carpintería. El mismo joven dice: «Lo que hacemos todos día a día es teatro. Representamos siempre varios papeles con nuestros amigos, en el colegio...». La vida como teatro y el teatro como verdadera arma social.