#500palabras escritas por Ramón Flecha
El
propósito de la educación es acompañar a las niñas y niños en su entrada
en nuestra sociedad y posibilitar que puedan mejorarla. Por supuesto,
hay poderes, grupos de interés e individuos que tienen otros objetivos
en la educación: ganar dinero, adoctrinar, protagonismo, etc.; pero esos
no son propósitos de la educación sino instrumentalización de la
educación al servicio de objetivos frecuentemente inconfesables.
Pensemos
en el negocio de las ocurrencias, el peor negocio privado de la
educación, el que crea más fracaso, exclusión, segregación, racismo y
sexismo. ¡Cuántos individuos ganan cuantiosos ingresos, protagonismo,
presencia en los medios y poder proponiendo sus ocurrencias en charlas e
informes sin que hayan mejorado los resultados de ninguna escuela, de
ningún barrio o pueblo! El problema más grave no es lo que ganan
inmerecidamente, sino cómo esos beneficios inconfesables hacen que se
unan en una defensa corporativa de esas ocurrencias y, por tanto, del
fracaso que generan. Haced una lista de los veinte personajes más
famosos que conozcáis en educación (que son los que más prestigio y
dinero sacan de ella) y comprobad luego de cuántos de ellos sabéis en
qué escuela, barrio o pueblo han mejorado los resultados, dónde y cuándo
la comunidad científica internacional ha validado sus aportaciones.
Para
que la educación pueda avanzar hacia su propósito de mejora hay que
romper las cadenas que la atan a esos ocurrentes y orientar nuestras
acciones y debates hacia las actuaciones educativas de éxito, las que
mayores mejoras están logrando tanto en la práctica como en el
desarrollo teórico y científico. Que en el imperio haya salido escogido
un presidente afroamericano no hubiera sido posible sin el movimiento
por los derechos civiles liderado por Martin Luther King. Sin embargo,
ese movimiento no lo creó un hombre, sino una mujer; Rosa Parks lo
inició al hacer desobediencia civil negándose a ceder el asiento del
autobús a un hombre blanco. Es una pena que los debates educativos
olviden o desconozcan que Rosa Parks era en ese momento alumna
participante de una de las escuelas más transformadoras del mundo
(Highlander), a la que su creador Myles Horton y Paulo Freire dedicaron
un libro.
Hay
escuelas muy transformadoras en todos los lugares y culturas. El Premio
Nobel Amartya Sen está haciendo aportaciones científicas cruciales para
potenciar el desarrollo humano, superar desigualdades y avanzar hacia la
verdadera justicia. Es una pena que olvidemos o desconozcamos que
Amartya Sen fue alumno de la escuela donde daba clases su abuelo y que
había sido creada por Rabindranath Tagore, el primer no occidental que
consiguió el Premio Nobel de literatura.
Ya hay
más de cien escuelas en España y Latinoamérica que se han transformado
en comunidades de aprendizaje. Abandonando las ocurrencias y el negocio
de los ocurrentes, están recreando en sus contextos las actuaciones
educativas de éxito. Están logrando mejoras extraordinarias del
aprendizaje instrumental en todas las materias, los valores y las
emociones; están transformando la educación y la sociedad.
Sabemos
lo que hay que hacer para avanzar hacia el propósito de mejora de la
educación. Ahora ya es momento de hacerlo. Cada día que pasa, millones
de niñas y niños pierden una nueva oportunidad a la que indudablemente
tienen derecho.