El futuro de la estrategia internacional en la educación también tiene que ver con comunidades organizadas, participativas y conocedoras de sus propias carencias a través del conocimiento. Hay experiencias que muestran que cuando la comunidad y la sociedad se capacitan, organizan e identifican sus ausencias generan una fuerza que es superior incluso a la que los Estados con todos sus recursos podrían generar.
Desde 1971, año de la publicación del libro “Reglas para Radicales” de Saul Alinsky, los tradicionales organizadores comunitarios en EEUU intentaron dar poder a las comunidades con técnicas de confrontación, plantando batalla allí donde fuese necesario. “El primer paso para la organización de la comunidad es la desorganización de la comunidad”, aseguraba Alinsky. El que tiene el poder no va a entregarlo voluntariamente, de ahí que se deba operar desde la premisa de que los cambios sociales se producirán a través de la fuerza. No es de extrañar, por tanto, que Alinsky comenzase su libro hablando de Lucifer, el primer radical que se enfrentó a lo establecido y lo hizo tan efectivamente que al menos ganó su propio Reino.
Pero estas técnicas han dejado paso a nuevas vías de acercamiento al
problema de organización de las comunidades. Uno de los modelos más
interesantes de organización comunitaria es el llamado “Modelo de Organización del Consenso”, promovido por Mike Eichler. El desarrollo del modelo llevó a Eichler a fundar el Instituto de la Organización del Consenso.
Un ejemplo de sus actividades podemos encontrarlo en Chattanooga,
Tennessee, el Instituto trabajó con una fundación local dedicada a
mejorar los colegios de Chattanooga en un programa que creaba asociaciones permanentes comunidad-escuela que resultaron altamente efectivas en vecindarios de rentas bajas. El proyecto comprendía la creación de nuevas organizaciones comunitarias,
la identificación de los intereses compartidos por los colegios y sus
vecinos, y la construcción de nuevas relaciones entre los vecindarios y
la comunidad corporativa de Chattanooga.
Tenemos otros ejemplos de “movilización de la tribu” en EEUU. Entre ellos está el de las Organizaciones Comunitarias de Oakland.
Esta organización basada en la comunidad, localizada en Oakland, CA, ha
abierto muchas escuelas pequeñas en la ciudad a través de su “nuevo
movimiento de escuelas pequeñas autónomas”. Estas escuelas están basadas en la visión de que los profesores, parientes y estudiantes son
todos socios esenciales en la creación y sostenimiento de escuelas
pequeñas, que suponen un desafío para los chicos a la hora de realizar
lo mejor.
También nos encontramos con el caso de la Alianza por una Educación de Calidad, una organización con base en Nueva York que trabaja con todas las partes interesadas pero que enfatiza la implicación de los padres y jóvenes, y combina el desarrollo del liderazgo, la organización comunitaria, el activismo electrónico, extensas relaciones con los medios, política del trabajo,
y lobbying, dentro de una campaña cohesiva para la reforma fundamental
de la educación. Participa particularmente en asuntos relacionados con
la equidad en los recursos públicos.
Otro ejemplo, es la de la Asociación de Vecinos de Logan Square.
Localizada en Chicago, es un modelo reconocido nacionalmente de
colaboración exitosa entre una organización comunitaria y las escuelas
públicas, creando una escuela centrada en la comunidad que sirve a todas las familias.
Por último, encontramos la Red Boston de Organización de Padres, una iniciativa que abarca toda la ciudad, para organizar a los padres y a las comunidades como defensores de la mejora de los colegios públicos de Boston.