Domínguez, Mario; Martínez, Miguel; Lorenzi, Elísabeth. 2010. Okupaciones en movimiento. Derivas, estrategias, prácticas. Madrid: Tierra de Nadie.
Después de unos años de crisis y reflujo del movimiento okupa en
Madrid, en la última parte de la década de 2000 la recuperación y
catalización de nuevos colectivos han motivado nuestro interés por
preguntarnos qué había cambiado, qué novedades se estaban produciendo y
qué viejos debates seguían instigando conflictos importantes.
Mario Domínguez actualiza todas las cualidades antagonistas y
constructivas, a la vez, que hacen a este movimiento social tan singular
y complejo, y, a veces, tan efímero debido al nomadismo obligado al
que le someten las autoridades. En el siguiente capítulo mi trabajo se
centra en la cuestión de la institucionalización en las okupaciones en
tanto que algunas de las experiencias de legalización han suscitado
rechazo en otros colectivos de activistas. Por último, Elísabeth Lorenzi
en su análisis de los talleres de bicicletas en los centros sociales
autogestionados (okupados y no okupados) y de la Masa Crítica ciclista
pone de relieve las más recientes actividades e interconexiones con
otros movimientos urbanos que se han desarrollado de forma sinérgica con
las okupaciones.
La expresión “aperturas políticas” pretende reconocer esas cuestiones
más o menos novedosas que han marcado a los centros sociales okupados
durante la última década, e incitar a valorar los distintos ángulos
políticos e implicaciones que tienen. Partimos de la premisa de que la
política es, ante todo, un campo de relaciones de poder entre distintos
colectivos sociales. Evidentemente, no atañe exclusivamente a la
política institucional, dentro de las reglas y del Estado impuestos por
las clases dominantes; pero tampoco consideramos que la expresión de
capacidades populares de emancipación pueda analizarse sin referencia a
esas instancias institucionales con las que directa o indirectamente se
relacionan los movimientos sociales. Tampoco se pueden olvidar las
relaciones de poder dentro de los propios movimientos y, en
consecuencia, sus potencialidades para socializarse políticamente y
reconstruir una cultura política propia radicalmente democrática en su
seno y con otros colectivos sociales próximos. Es un largo y arduo
debate que aquí sólo pretendemos plantear sucintamente atendiendo a
casos y situaciones específicas.