Fernando Trujillo | 2023. Conocí el trabajo de María Acaso a raíz de un comentario en la mesa coordinada por Andrea Giráldez en el III Congreso Leer.es. Aquella mesa tenía el título de «Leer con Arte. Programas pedagógicos y proyectos integrados» y Ana Moreno (Educathyssen) mencionó el libro de María, La Educación Artística no son manualidades. Ese mismo día salí por Madrid a comprármelo.
Después leí sus conversaciones con Elizabeth Ellsworth en El aprendizaje de lo inesperado y preparé una entrada para EducaconTIC partiendo de sus ideas sobre la pedagogía tóxica.
Y ahora he leído con fruición sus Pedagogías Invisibles, al mismo tiempo que leo en Facebook su investigación-novela en el Colby College.
María es una académica muy inusual, al menos por dos razones. En primer lugar, es inusual porque muestra las costuras de su formación y su investigación cuando lo normal en la universidad es ocultarlas; el proceso de desarrollo personal que acompaña al aprendizaje académico inevitablemente queda oculto en nuestros currículos y nuestras investigaciones como si hubiéramos nacido sabiendo, en un intento vano de aparentar certeza ocultando las dudas.
En segundo lugar, la mayoría de los investigadores universitarios publica para mostrar sus conocimientos pero ocultando su tecnología – con frecuencia blindada tras ferreos contratos de transferencia tecnológica alimentados por las OTRIs de cada universidad. Publicamos para comunicar el resultado de nuestras investigaciones, la conclusión de nuestras reflexiones, el punto final de nuestra búsqueda, pero el método, los presupuestos o el camino son borrados para que nadie pueda pisar por donde nosotros hemos andado. Y este no es el caso de María.
El libro Pedagogías invisibles: El espacio del aula como discurso es un kit de iniciación para quien quiera pensar junto a las pedagogas invisibles. Así, en este libro en el que resuenan muchas voces se nos muestra cómo se llega desde la semiótica a la pedagogía invisible, cómo la pedagogía crítica se queda corta en su intento de transformación social, cómo las estructuras mentales que la pedagogía invisible revela están presentes en nuestras aulas, en nuestro discurso, en nuestro cuerpo. El libro es, así, un manual de instrucciones más que un ensayo, una guía práctica con forma de discurso teórico, un relato para los amantes del DIY intelectual.
Personalmente me han llamado la atención dos elementos atípicos también en la construcción del texto: por un lado, la autora más citada en el texto es… la propia María Acaso. Esto, que en cualquier otra publicación sería reprochable, es en el caso de este libro un síntoma del proceso de crecimiento en el cual se encuentra María: la búsqueda de sí misma, de su propia voz, colectiva pero personal, académica pero genuina. Por eso cuando explica qué es la pedagogía invisible no encuentra mejor camino que citarse a sí misma, buscando en sus propias palabras el asidero para seguir construyendo con coherencia en una zona discursivamente pantanosa.
Y esa misma coherencia, que se reclama a lo largo de todo el libro, genera su segunda peculiaridad: el libro acaba detectando y visibilizando un error discursivo en el propio texto que hemos acabado de leer. La última parte del libro es una colección de estudios de caso brevemente descritos, a modo de ejemplos en este manual de instrucciones que decimos que es el libro. Pues bien, María advierte y nos hace advertir que inconscientemente han dejado el uso de las pedagogías invisibles en los contextos comunitarios para el final de esta sección, relegando así los casos sobre los marginados a la marginación del último puesto. Y lo hace para hacernos ver el poder del inconsciente y de las tramas de poder que lo configuran, la dificultad de detectarlas y la necesidad de hacerlo para, si se puede, actuar sobre ellas.
Por ello, cierro mi reseña con una cita del libro que resume bien su intención:
Nuestro deseo como agentes sociales es transformar la realidad a través de acciones semióticas, desarrollar una hermenéutica de la sospecha que nos lleve a repensar nuestra labor como docentes: no nos quedamos contentos si solo detectamos y analizamos, pues detectar y analizar deben conducir a cambiar lo que no funciona, a mantener lo que creemos que funciona y a cambiar lo que funciona para nosotros, pero no para los demas.
Gracias a María y a las pedagogas invisibles por vuestro trabajo. Os sigo con atención y con una cálida sensación de afinidad hacia vuestras ideas y vuestras actuaciones.
Salud