Lionel S. Delgado | @Lio_Delg | El Salto. La subhistoria de Ken ha sido toda una sorpresa. Si nos pilló desprevenidos el contenido feminista de Barbie, que tuviese tanto peso en el arco la cuestión de la masculinidad fue ya el remate.
Pasados unos días, relajándose el revuelo que supuso la película de Barbie, en redes seguimos viendo cientos de memes y todo internet parece estar teñido de rosa chicle. La película supuso una sorpresa importante. La poca información que teníamos de la película hizo que una fuerte historia feminista pillase por sorpresa a muchísima gente que iba a ver una peli de una muñeca. Movimiento maestro donde ideas y planteamientos feministas consiguen llegar muy lejos en un contexto de cansancio y desafección activista.
Yo, como muches, vi la película hace ya una semana. Y si bien la emoción continúa, poco a poco las ideas se asientan y podemos ir reflexionando más en profundidad, viendo aristas más complejas. Y no sólo yo.
Esta semana empiezan a ganar peso discursos que rompen el hechizo para ver que en la película de Mattel descansan sobre todo formas de un feminismo liberal, blanco y de clase aspiracional. Sinceramente, en la película, las críticas más certeras y duras contra el patriarcado creo que las realiza la hija de Gloria, Sasha, en el colegio. Pero es presentada como una joven radical, antipática, excesivamente dura con la pobre Barbie. La historia de la joven Sasha es la historia de reconexión con la cultura rosa y entender que Barbie no es tan mala, descafeinando gran parte de la crítica
Otras críticas son más formales y plantean la película como una simple representación feminista del mismo esquema de la película The Matrix (incluido un “despertar” gracias a un Morfeo-Barbie Rarita, unos agentes de Mattel y una alegoría a la búsqueda de la libertad en un sistema alienante). Todo eso es interesante, pero me interesaría centrarme en un elemento que ha llamado mucho la atención, pero creo que de manera superficial.
La reflexión sobre Ken
La subhistoria de Ken ha sido toda una sorpresa. Si nos pilló desprevenidos el contenido feminista de Barbie, que tuviese tanto peso en el arco la cuestión de la masculinidad fue ya el remate. Pero en esto las críticas han sido mucho más diversas. Tenemos por un lado al grupo de hombres cabreados con la película, por ser woke, por formar parte del negocio del feminismo y por “ridiculizar a los hombres” (mirad, por favor, el genial video de David Pareja haciendo una genial recopilación sobre el tema).
Evidentemente, la Manosfera se ha llevado las manos a la cabeza por la película. La han llamado “estercolero en llamas”, “Festival de propaganda woke”, “alienante”, etc. En este genial artículo de Abbie Zimet podemos ver mejor esta perspectiva. Para ellos, la película “castra” a Ken y presenta así a todos los hombres como blandos y pusilánimes, movidos por la complacencia, simples y tontos. La Manosfera se indigna al ver representados a los hombres como idiotas a los que se les puede engañar fácilmente como a chiquillos ya que sólo piensan en agradar, en beber cerveza y en caballos.
Por otro lado, tenemos la postura contraria. Entendemos que Barbie cogió teorizaciones de la línea de bell hooks y plantea que los hombres también podemos aprender y mejorar con el feminismo, ya que somos perjudicados de muchas formas por un patriarcado capitalista que precariza nuestras vidas, nos aisla, nos vuelve violentos, competitivos, desconectado de lo emocional, con pocas amistades, centrados obsesivamente en el éxito económico mientras perdemos en salud (mental, física y social). Barbie demuestra que Ken también es fruto de un sistema de género que lo ha vuelto dependiente, carente de una personalidad propia, sin propósito y vuelca todo el malestar que eso genera en un orden simbólico basado en los músculos, los coches y el culto a la Mojo Dojo Casa House.
Ahora bien, evidentemente comulgo con la segunda línea. Creo que las reflexiones que la película presenta en relación con la masculinidad son muy interesantes. Pero considero que habría que darle una vuelta. La gran enseñanza que busca hacer Barbie a los hombres es el relacional. Cuidado con ser hiperdependientes y no saber cultivarse más allá que de la mirada ajena. Ken está definido estructuralmente por el ojo de Barbie. Ya lo dice la narradora: “Ken solo tiene un buen día si Barbie lo mira”. Todos los deseos de Ken se construyen en espejo a los deseos de su pareja. Su objetivo en la vida es complacer a su “novia”, desearla y querer que le mire. Eso genera un vacío vital importante y un malestar enorme cuando su objeto de deseo le rechaza.
La radicalización masculinista en la película
La película presenta de manera muy clara, creo que sin quererlo, dos caminos por los que muchos hombres se radicalizan contra las mujeres y el feminismo. Una en la trama, otra al final de la película… Varias investigaciones hablan de cómo el sentimiento de ultraje que muchos hombres sienten con el feminismo se debe a ver cómo los hombres son dejados atrás por un mundo que no les escucha. Eso les lleva a abrazar una cultura patriarcal que vuelve a establecer un orden masculino, potencia y valora positivamente los valores y códigos tradicionales de la masculinidad (la fuerza, la lealtad, el trabajo duro). Esto los lleva a defender los derechos de los hombres, a preguntarse por qué nadie habla de los hombres suicidados, del servicio militar obligatorio, de las víctimas masculinas de la violencia doméstica o de cómo los hombres somos los que más morimos en la violencia urbana. El Ken perdido y dolido se encuentra con una cultura que le pone en el centro y, lógicamente, se ve seducida por ella…
El otro camino de radicalización, sin embargo, es un poco distinto (Spoiler alert). Al final de la película, Barbie rechaza a Ken y le plantea un ejercicio que puede hacer para superarlo: encontrarse a sí mismo, dejar de depender de Barbie para su definición personal. “I’m KENough” (Algo así como “Soy sufiKENte”) es el resumen. Ken debe descubrirse a sí mismo ya que toda su vida ha estado dependiendo de la mirada ajena. Esto, que parece un poco ABC de psicología positiva, podría esconder algo no tan amable.
Existe una corriente dentro de la Manosfera que aboga por negarse a tener mujeres en su vida. Han reconocido que las mujeres sólo quieren a los hombres por su dinero, su estabilidad económica (por la casa) y por el estatus, pero sólo es cuestión de tiempo que te engañen con el limpiador de la piscina (real, dicen esto de verdad) o su entrenador personal. Así que la solución que proponen es la de no relacionarse con ellas. Apelan a la manipulación que realizan las mujeres con los hombres es enorme: nos vuelven dependientes y frágiles. Sorprendentemente, cogen varias críticas históricamente feministas y las aplican a su caso: los hombres son objetualizados a través de su dinero, son dominados por la ideología del amor para desviarlos de sus proyectos y volver más precaria su vida. Esta línea de pensamiento masculinista se autodenomina MGTOW (Men Going Their Own Way, ‘Hombres que siguen su propio camino’).
La cosa es que la crítica que presenta la película y la salida que le da a Ken (descúbrete, deja de depender, céntrate en tu vida) es perfectamente compatible con una ideología MGTOW. De hecho, ya hay algunos influencers misóginos que lo han visto y lo reivindican (aquí, por ejemplo). Y ahí creo que me parece que la película se queda corta.
Conclusiones: menos Kens deconstruidos y más revolución
Creo que la conceptualización de la masculinidad de la película de Barbie es muy limitada. Presenta una salida masculina totalmente individualista (potencialmente capitalista si a Ken le da por dejar de centrarse en Barbie para montar su negocio). Quitado el problema de Ken queriendo el poder, ¿dónde quedan las estructuras de dominación patriarcal que no dependen del hombre sino que también afectan al hombre?
Me hubiera gustado si se hubieran incluido consecuencias negativas de la vinculación de Ken con la masculinidad hegemónica: mayor incidencia a la violencia, problemas de salud mental, alcoholismo. Los hombres dentro de la caja de la masculinidad, según la investigación de la FAD, reportan más problemas mentales. En la encuesta de la American Perspectives del 2021, un 15% de los hombres reconocían no tener amigos cercanos, el 28% de los hombres menores de 30 años decían no tener conexiones cercanas, por lo que no habían tenido ni una sola conversación importante en los últimos seis meses (referencia aquí).
La carga que supone la masculinidad para los hombres no se acaba “centrándote en uno mismo”, que me huele a buscar “la mejor versión de mí”, un mantra del coaching de autoayuda de corte neoliberal que no ayuda sino que empeora (al individualizar el malestar y la solución). Eché en falta una perspectiva más realista para la huida de los estereotipos en los jóvenes. Creo que seguir alimentando la mirada individualista de la deconstrucción es un fallo, y así seguiremos reduciendo el camino del hombre como un simple rollete a lo Coelho de mejorar uno y ser mejor. Y joder, nunca ha ido de eso.