Ranuras para el cambio. Talleres. ¿Y qué hacemos con la masculinidad?

Texto de Pablo Gutierrez del Álamo. Hace unos días leí un texto que venía a decir que las nuevas masculinidades o masculinidades alternativas eran una soberana tontería. Que nada puede salir de ahí bueno, cuando lo que hace falta en realidad es destruir (no deconstruir) la masculinidad. Me removió.



Pocos días después, cosas del destino o la casualidad, tenía una cita con Olmo, Esther y Vicky, para hablar, Olmo y yo, sobre hombres y feminismo. Dos horas de conversación. Y, entre las conclusiones, efectivamente, la masculinidad es muy mal invento. Hay que acabar con ella. No vale con blanquearla para parecer mejores.

Pero hacer esto es, además de largo en el tiempo, complicado. Aunque existen grupos de hombres que se reúnen, aunque hay otros organizados desde instancias públicas para que los hombres afrontemos etapas de nuestra vida deconstruyendo o siendo conscientes de la construcción social que nos afecta en tanto que parte dentro del patriarcado, existen pocas opciones para que pongan el foco en la necesidad de asumir nuestro lugar en el mundo.

Es posible entender la masculinidad desde puntos diferentes. Por un lado, como construcción de la identidad (qué cosas espera la sociedad de un hombre, como valentía, protección, racionalidad frente a emotividad… aquí cada uno puede poner lo que crea conveniente). Por otro, está la masculinidad entendida como posición, de poder, que nos garantiza (queramos o no) una serie de privilegios que no solo nos suponen ventajas a nosotros, sino que, por el hecho de ser privilegios, se convierten en herramientas de dominación hacia las mujeres (aunque no solo hacia ellas).

El trabajo con hombres con esta visión, la de la posición de poder, no es tan habitual siendo, como algunos pensamos, clave para conseguir una sociedad igualitaria, en la que las relaciones entre las personas no dependan de lo que se debe esperar de su sexo. Aunque es bien cierto que alcanzar una sociedad sin género (o donde el sexo no signifique expectativas predecibles y esperadas, cuando no exigidas) es algo lejano, utópico, no lo es menos que, si no hacemos nada al respecto, no llegará nunca.

Un buen primer paso es este. Ser conscientes de los privilegios de los que gozamos. Ahí tenemos los textos de Luis Bonino sobre micromachismos como uno de los puntos iniciales de los cuales tirar para conocer las estrategias cotidianas que los hombres llevamos a cabo, más o menos conscientes, para mantener esa posición de poder. Silencios, falta de cuidados, hacer de menos… No son pocos. Y sirve, no tanto para quedarse en ese lugar con cara de extrañeza ante el descubrimiento de los que los “buenos” hombres también hacemos, sino como vara de medir con la que estar atentos a lo que cotidianamente hacemos para mantener nuestro estatus.

En mi vida, la verdad, normalmente me cuesta estar atento a estas cosas. No hago el esfuerzo necesario, creo. Supongo que no soy nadie excepcional por ello. Por eso creo que, aunque hay cosas que uno tiene que hacer solo, consigo mismo, también es interesante, o puede serlo en algunos momentos, tener contacto con otros hombres con intereses similares que puedan servirte de guía y apoyo, que te ayuden a ver aquello que no distingues, a situarte. También creo que las mujeres nos ayudan (al menos las que tengo cerca), a hacer parte del trabajo. Pero mejor que esto es que nos lo trabajemos entre nosotros.

Ranuras para el cambio es un proyecto organizado por Olmo en el que, durante unos cuantos meses y con sesiones alternas de trabajo, los hombres podemos tomar conciencia de lo que supone ser hombre, en tanto que parte privilegiada (y opresora) dentro de la sociedad. Para trabajar temas más de subjetividad, de lo que nos ancla y queremos deshacernos porque es injusto para las mujeres que temas de identidad.

Confieso que no he asistido al taller. En una ocasión por falta de plazas, en otra, por falta de fuerzas (o pereza, como prefiráis). Pero después de conversar con él durante más de una hora, de escuchar lo que dice en relación a la deuda que tenemos y a aquello que podemos hacer para intentar reparar (en la medida de las posibilidades de cada uno) una historia de agravios, opino que no solo tiene el conocimiento teórico, también el práctico (pues es en las prácticas en donde se ve el trabajo) y la claridad y seguridad suficientes para guiar ese trabajo que (al menos a mí) resulta tan complicado.

Datos de conctacto de Ranuras Para el cambio al correo electrónico: o.moralesalbarran@hybrisocial.org

Entrevista a Olmo Morales por Pablo Gutiérrez aquí

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