Método Delphi, un buen ejemplo de inteligencia colectiva en dos pasos

Texto completo en Blog de Inteligencia Colectiva de Amalio Rey. Este método combina la agregación estadística, que da pistas de lo que el grupo piensa mayoritariamente, con una deliberación mediada que incorpora la diversidad de puntos de vista, incluidos los minoritarios.

Esta técnica, concebida para favorecer la obtención de consensos entre un conjunto de personas expertas (o no, como ya explicaré), consiste en solicitar juicios anónimos sobre un tema o pregunta determinada mediante la aplicación de un cuestionario en rondas sucesivas, intercalando retroalimentación entre ellas con el resumen de las opiniones emitidas en cada ronda anterior. Este ciclo iterativo de respuesta individual-feedback colectivo-respuesta individual… se hace hasta conseguir un agregado grupal que se acerque al consenso gracias a la gradual supresión de la divergencia.

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A modo de resumen, he aquí los tres rasgos básicos del método:

1) ANONIMATO: Solo quien coordina el ejercicio conoce la identidad de los participantes y quién responde qué. Esta característica me gusta especialmente, y es la que hace tan singular a este mecanismo de búsqueda de consenso. Hacerlo así evita, entre otras cuestiones, que individuos con una alta reputación condicionen la opinión de los demás, que es algo que pasa muchísimo en la deliberación “a cara descubierta”.

2) ITERACIÓN: Se realizan habitualmente hasta cuatro rondas, pero pueden hacerse más si es necesario para fraguar un consenso más robusto o enriquecer la reflexión colectiva.

3) RETROALIMENTACIÓN: En cada ronda se comparten los resultados grupales de la anterior para que los participantes puedan revisar sus opiniones a la luz de los argumentos que otros dieron para explicar sus decisiones. Esta retroalimentación incluye datos estadísticos para medir el grado de consenso que va alcanzando el grupo en cada momento, y también argumentos, discrepancias y convergencias entre participantes, que ayudan a cada uno a reevaluar las propias en las rondas sucesivas. Pero, claro, para que esto funcione debe evitarse presionar porque esto puede generar un consenso forzado.

La cifra máxima que suele manejarse, para que el ejercicio tenga éxito, es de 30 personas. Y el equipo o la persona que lo gestiona debe tener una formación específica, ya que se encargará de procesar las respuestas y devolver resúmenes que, además de agregados estadísticos —la mediana de las respuestas y medidas de dispersión—, incluirá un análisis de los aspectos que generan más discrepancias y los argumentos manejados por las distintas posturas, junto con el siguiente cuestionario que los participantes volverán a rellenar a partir  de la nueva información.

Por lo general las preguntas que se plantean en el método Delphi son cuantitativas y no cualitativas, ya que tienen que poder hallarse las medianas. Por ejemplo: «¿Cuánto se debería invertir en el proyecto X?».

El rango de dispersión de la respuesta grupal al final del ejercicio sirve para estimar la fiabilidad del pronóstico, puesto que a más convergencia entre las opiniones, más certeza de los resultados.

Una dificultad de este método radica en la identificación de los participantes. Habitualmente se buscan personas expertas en el tema de la consulta, y ese filtro puede adoptar lógicas arbitrarias. Es bastante posible caer en sesgos de selección que condicionen el resultado.

En mi opinión, ese riesgo es corregible si: 1) se extrapola esta metodología a paneles de individuos elegidos de forma aleatoria (no por invitación) que sean una buena representación del colectivo concernido en el problema, 2) se aumenta el número de participantes, acercándolo al máximo de 30 que comentamos antes, para que quepa suficiente diversidad en la muestra elegida.   

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Texto completo en Blog de Inteligencia Colectiva

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