Mauricio Misquero. Doctor en Física y Matemáticas, Marie Slodowska-Curie Early Stage Researcher, Universidad de Roma Tor Vergata | El Salto. Carta abierta de un científico que abandona su labor investigadora para concienciar y movilizar a la población ante la crisis climática y ecológica.
Hemos esperado demasiado tiempo a aquellos cuyo deber es protegernos a nosotros y a nuestro hogar de la destrucción. Solo la gente ordinaria podemos tomar nuestra responsabilidad colectiva para hacer posible ese cambio y parar esta máquina de la muerte. Solo nosotros y nosotras podemos tomar las decisiones tan duras que nuestros gobernantes son incapaces de tomar. Solo exigiendo democracia real podremos conseguir justicia climática.
Soy un científico que abandona de manera indefinida su labor investigadora para concienciar y movilizar a la sociedad para que presione a sus gobiernos a actuar ya sobre la emergencia climática y ecosocial en que nos encontramos. En particular, me uno a la campaña de movilización de Scientist Rebellion de cara a la Rebelión Global de abril 2022. En esta carta expongo mis razones.
Nuestro planeta está enfermo y nosotros también lo estamos. Todas las formas de vida de la Tierra se encuentran en un peligro extremo, incluyendo a la humanidad. Lo sabemos desde hace demasiado tiempo ya y nos produce un dolor tan hondo que preferimos negarlo. Preferimos quedarnos con una vista parcial e intentamos encontrar soluciones pequeñas y aisladas al descomunal desastre que nuestra civilización está causando a la biosfera.
La habitabilidad de la biosfera, de la que somos parte, depende de una red extremadamente compleja de relaciones entre los seres vivos, el clima y la corteza terrestre. Esta red está sustentada por unos pilares interconectados muy específicos, que nuestras industrias atacan sistemáticamente. Cada día que pasa están más cerca del colapso.
¿De verdad es más fácil aceptar este lento y doloroso camino a la extinción humana, por medio de guerras y otras catástrofes, en vez de reconocer que es necesario un cambio profundo en el sistema?
En los últimos 200 años, las actividades industriales han supuesto un incremento global de la temperatura de 1,2 grados con respecto a los niveles preindustriales. Esto es lo que dice la ciencia de manera inapelable. Como se puede comprobar, solo 1,2 grados son suficientes para desestabilizar todo el sistema climático, lo que conlleva enormes desastres para personas y ecosistemas que no tienen ninguna responsabilidad en este problema.
La ciencia dice que, en los escenarios más optimistas, es inevitable alcanzar 1,5 grados. El hielo polar y los glaciares que ya se han derretido no se van a volver a congelar. La mayor parte de la Gran Barrera de Coral ya se ha perdido. El bosque amazónico no va a volver. A la ciencia le ha llevado décadas aceptar de manera unánime esta realidad. Este sistema tóxico nos lleva con una tremenda inercia a un incremento de hasta 5 grados. Esta gran máquina de la muerte está provocando la sexta extinción masiva de especies de toda la historia del planeta. La humanidad existe desde hace más de 200.000 años, pero en los últimos 200 hemos perdido completamente el control. Duele, duele profundamente.
Hemos esperado demasiado tiempo a aquellos cuyo deber es protegernos a nosotros y a nuestro hogar de la destrucción
¿Alguien se atreve a decir que podemos seguir quemando combustibles fósiles en nombre del progreso?
En cada uno de los últimos 26 años, ha habido una cumbre internacional sobre el clima (COP), donde los políticos se reúnen para abordar este problema. Ninguna cumbre ha producido cambio significativo alguno en nuestra tendencia de calentamiento global. En la última cumbre, en noviembre de 2021, ni siquiera hemos podido eliminar los subsidios a la industria del carbón, que es la más contaminante. Esta locura se va a seguir financiando con dinero público.
¿De verdad es más fácil aceptar este lento y doloroso camino a la extinción humana, por medio de guerras y otras catástrofes, en vez de reconocer que es necesario un cambio profundo en el sistema?
Hemos esperado demasiado tiempo a aquellos cuyo deber es protegernos a nosotros y a nuestro hogar de la destrucción. Solo la gente ordinaria podemos tomar nuestra responsabilidad colectiva para hacer posible ese cambio y parar esta máquina de la muerte. Solo nosotros y nosotras podemos tomar las decisiones tan duras que nuestros gobernantes son incapaces de tomar. Solo exigiendo democracia real podremos conseguir justicia climática.
Dada la situación, decido tomar parte. Soy un científico del sector aeroespacial que trabaja para un proyecto del programa Horizonte 2020 de la Comisión Europea y creo que nuestra civilización está tomando el rumbo equivocado. Porque nuestro desarrollo ha llegado a su máximo, debido a los límites incuestionables impuestos por un planeta finito, que ya está realmente débil. Porque no hay dónde escapar y no hay tiempo para soñar con mágicas soluciones tecnológicas o fantasías espaciales para los próximos 200 años. Porque el sector aeroespacial es responsable de enormes emisiones de gases de efecto invernadero y continúa creciendo. Porque cuando hay un incendio en tu casa, no puedes entretenerte con cohetes de juguete. Y porque esto al final solo beneficiará a los más privilegiados.
No voy a presentar la renuncia a mi trabajo, porque el dinero público se debería destinar a luchar contra esta emergencia en vez de a promover un crecimiento irrealizable o dar subsidios a la industria de los combustibles fósiles
Por tanto, decido dejar de trabajar para alimentar esta inercia y este espejismo. Al contrario, dedicaré mi jornada laboral al completo a empujar en la dirección del cambio. Como científico y activista, voy a dar charlas de divulgación sobre la emergencia climática y ecosocial basadas en las conclusiones de los últimos informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) y el uso de la resistencia civil no violenta como la única vía pacífica para producir los profundos cambios democráticos que necesitamos. Estas charlas se darán en España como parte de las campañas de movilización de Scientist Rebellion y Extinction Rebellion España de cara a las acciones convocadas para la primavera de 2022 y posteriores. Estarán dirigidas a la sociedad en su conjunto y se darán en universidades y otros centros de la cultura. Pero no voy a presentar la renuncia a mi trabajo, porque el dinero público se debería destinar a luchar contra esta emergencia en vez de a promover un crecimiento irrealizable o dar subsidios a la industria de los combustibles fósiles. Porque la gente tiene derecho a saber la gravedad de la situación y que somos capaces de revertirla pacíficamente por medio de la resistencia civil masiva. De modo que, asumo las consecuencias derivadas de abandonar mis obligaciones investigadoras.
Al igual que mis hermanas y hermanos activistas de todo el globo ponen en riesgo sus cuerpos, su salud y su libertad porque creen que un mundo más justo es posible, yo pongo en riesgo mi posición de privilegio y doy mi voz. Porque compartimos los mismos miedos y las mismas esperanzas. Esta acción de desobediencia es para inspirarlos a ellos y a otra gente que piensa lo mismo —al igual que ellos y ellas me inspiran a mí—, y para decirnos a nosotros mismos que parar este desmesurado exterminio de vida todavía es posible. Con esta acción les muestro mi respeto, mi admiración y mi apoyo.
Finalmente, quiero resaltar que no tengo nada en contra de proyectos individuales como en el que participo, ni contra la gente trabajando en los mismos. Estoy agradecido a todos mis colegas, son personas brillantes que tienen mi cariño y mi respeto. Espero que entiendan mis razones. Esta acción no pretende señalar a nadie directamente, sino poner encima de la mesa la necesidad de implicación urgente de la sociedad civil, y de la comunidad científica y académica en particular. Necesitamos decir la verdad y actuar de manera decidida para producir cambios significativos en el sistema.