Es conocida la crítica de Marvin Harris al solipsismo New Age: un «cambio de conciencia», quemando incienso en el desván de tus padres, es menos de lo necesario para hacer frente, por ejemplo, a la política exterior del Estado más violento y poderoso de la historia. El significativo aumento del nivel civilizatorio que ese país experimentó durante los sesenta no tuvo nada que ver con el incienso, sino más bien con un intenso activismo de base articulado en torno a organizaciones políticas contra las que, congruentemente, el Estado reaccionó redoblando su programa de infiltración, sabotaje y asesinatos políticos (COINTELPRO).
Hoy, el liberal verde toca con acordes nuevos la vieja canción del cambio de conciencia individual. Desde su punto de vista, lo que nuestra desesperada situación ecosocial requiere no es nada parecido a la contestación política del orden socioeconómico que nos condujo a ella, y es que la asociación voluntaria con vocación de dar réplica —o la espalda— a la autocracia estatal-corporativa se le antoja lesiva para la libertad «individual». En lugar de ello, la nueva versión de la canción de la conciencia individual nos propone esperar a que la conducta de ciudadanos modélicos indique a empresas y Estados el camino a seguir. ¿Que gravan el tabaco por sus emisiones? Pues yo, como ciudadano modélico, voy más allá y, directamente, dejo de fumar. ¿Que comercializan un coche eléctrico todavía más «eco» que el que acabo de comprar? Pues al desguace y de nuevo al concesionario. Y así.
No sería necesario, en suma, «militar contra el capitalismo, ni dejar de comer carne: basta con que el individuo tome conciencia de la necesidad de avanzar hacia alguna modalidad de la sostenibilidad medioambiental y señalice esa preferencia a través de su conducta o de sus hábitos» (Arias Maldonado, 2019: 69). Luego, los que mandan ya tomarán nota, y si lo consideran oportuno quizá incluso terminen embarcándose en profundos ejercicios hermenéuticos sobre esas notas: en eso consiste la democracia, o el mercado, o lo que sea.
«La distancia entre la gravedad del problema ecológico y su percepción ciudadana es uno de los abismos más desgarradores del siglo XXI» (Santiago Muíño, 2018: 313), de ahí que lleve razón el liberal verde: en este momento de carestía de «ciudadanos ecológicos» (Arias Maldonado, 2019) necesitamos sin duda un cambio cultural. En concreto, necesitamos dejar atrás con urgencia la cultura hegemónica del liberalismo verde.
Referencias
Arias Maldonado, M. (2019) La ética ecológica en el Antropoceno, Azafea: Revista de Filosofía, 21, pp. 57-78.
Santiago Muíño, E. (2018) Epílogo: La verdadera transición que viene, en J. Riechmann, A. Matarán y O. Carpintero (coords.), Para evitar la barbarie. Trayectorias de transición ecosocial y de colapso, Granada: Editorial Universidad de Granada, pp. 313-316.