Educación para la Justicia Social/ Education for Social Justice. Blog colaborativo del Seminario de Reflexión del grupo de investigación “Cambio Educativo para la Justicia Social” (GICE) de la Universidad Autónoma de Madrid. Frente a evaluaciones estandarizadas, jerárquicas, cerradas, centradas en la memorización de contenidos y que segregan a los estudiantes para clasificarlos existen otro tipo de evaluaciones alternativas que buscan todo lo contrario: potenciar el desarrollo emocional de los estudiantes, hacerles elementos activos de la misma, sensible a las diferencias de cada estudiante, positiva y adaptada a las necesidades de cada alumno.
Entre estas evaluaciones alternativas encontramos la Evaluación de los Estudiantes para la Justicia Social. Si queremos una sociedad más justa, donde los ciudadanos participen en las instituciones, sean más afectivos y sean críticos y reflexivos necesitamos una educación y por ende una evaluación que favorezcan la justicia social.
Pero, ¿y cómo tiene que ser la evaluación de los estudiantes para favorecer una sociedad más justa? Dado que no existe una verdad universal sobre cómo tiene que ser esta evaluación que promueva la justicia en la sociedad, a continuación exponemos algunos de los principios que consideramos irrenunciables:
- Evaluación democrática y participativa. La evaluación debe traducirse en un empoderamiento total de los estudiantes en todo su proceso (desde el diseño hasta la aplicación y corrección de la misma). Darle voz a los estudiantes en la evaluación significa que los docentes incluyen sus perspectivas y toman decisiones con los estudiantes, así como buscar soluciones de forma conjunta entre todo el grupo. Para ello es necesario crear un entorno de confianza y positividad donde los estudiantes se sientan cómodos para expresar sus ideas y opiniones y tomar decisiones acerca de su aprendizaje y cómo van a ser evaluados (House y Howe, 2000; MacDonald, 1978).
- Evaluación crítica. Las evaluaciones deben promover que los estudiantes conozcan las injusticias y problemas existentes en la sociedad, dándoles la oportunidad de reflexionar de temas y aspectos que verdaderamente afectan su entorno. Cambiar el contenido para promover que los estudiantes sean críticos con la realidad y así contribuyan a cambiarla es uno de los primeros pasos para lograr una evaluación para la Justicia Social.
- Evaluación para el aprendizaje. La evaluación es una herramienta que no tiene que servir para calificar a los estudiantes o destacar sus puntos débiles en el aprendizaje, sino que debe servir para el mismo. Así, una evaluación que sea verdaderamente para el aprendizaje, y no del aprendizaje, debe ayudar a conocer sus necesidades, conocimientos adquiridos y cómo facilitar el proceso de aprendizaje. Asimismo, debe servir como herramienta de reflexión a los estudiantes, para que puedan comprender en qué punto del camino se encuentran y cuál es la mejor dirección a seguir, pudiendo tomar así las decisiones más oportunas (William, 2007).
- Evaluación equitativa e inclusiva. Evaluar a todos los estudiantes de la misma forma dista mucho de la justicia. Una evaluación para la justicia social debe adaptarse a las necesidades, características y niveles de cada uno de lo estudiantes, destacando los puntos fuertes de cada uno de ellos.
- Evaluación culturalmente sensible. En muchos casos la cultura imperante dominante rige las evaluaciones que se realizan en las aulas y en las escuelas, tanto en los contenidos, como en el diseño y ejecución de las pruebas. Desde nuestra perspectiva, una evaluación que luche para la Justicia Social tiene que ser sensible con las diferentes culturas existentes en el aula, incluyendo elementos, características y contenidos que respeten a todos y cada uno de los estudiantes (Frierson, Hood y Hughes, 2002).
- Evaluación que favorezca el desarrollo integral y el avance de los estudiantes. Las evaluaciones tradicionalmente están dirigidas a las materias más instrumentales dejando de lado la importancia de evaluar a las personas. La evaluación no tan solo tiene que medir los conocimientos teóricos adquiridos por los estudiantes, sino que tiene que servir para conocer cómo se va desarrollando el alumno o alumna en todas sus facetas (afectiva, emocional, moral, etc.). Asimismo, esta evaluación debe tener en cuenta el punto de partida y el recorrido seguido por cada uno de los estudiantes, comprendiendo así el camino realizado durante su aprendizaje y comprender así mejor la dirección de su desarrollo.
Si queremos una evaluación que promueva una sociedad más justa es necesario empezar por estos principios, incorporarlos en las aulas y las escuelas y devolver la evaluación a los estudiantes, para que la sientan como propia, valiosa y justa (Murillo e Hidalgo, 2015).
Referencias
Frierson, H.T., Hood, S. y Hughes, G. (2002). Strategies that address culturally responsive evaluation. Arlington VA: National Science Foundation.
House, E.R. y Howe, K.R. (2000). Deliberative democratic evaluation. En K.E. Ryan y L. DeStefano (Eds.), Evaluation as a Democratic Process: Promoting inclusion, dialogue, and deliberation. (pp. 3–12). San Francisco, CA: Jossey-Bass.
MacDonald, B. (1978). Evaluation and democracy. Alberta: University of Alberta.
Murillo, F.J. y Hidalgo, N. (2015). Dime cómo evalúas y te diré qué sociedad construyes. Revista Iberoamericana de Evaluación Educativa, 8(1), 5-9.
Wiliam, D. (2007). Keeping learning on track: Classroom assessment and the regulation of learning. En F. K. Lester, Jr., (Ed.), Second handbook of mathematics teaching and learning (pp. 1053–1098). Greenwich, CT: Information Age Publishing.