Fernando Cembranos | ctxt. Este parón nos abre alguna posibilidad de cambiar el rumbo de una sociedad que se dirige hacia la ruina ecológica, energética y social. Tenemos la responsabilidad de resistir.
Muchas veces nos animan a que pensemos en positivo. “Todo va a salir bien”, pero nuestro cerebro no es tonto, sabe que algunas cosas no saldrán bien y no se lo cree. Lucha para que la sociedad tenga otras prioridades, para que se organice con estructuras más justas. Analiza y experimenta esta crisis como un ensayo de la necesaria transición ecofeminista. Tenemos la responsabilidad de resistir.
Puedes elegir entre estar confinada y amargada o sólo confinada. Igual que puedes elegir entre tener Parkinson y amargura o sólo Párkinson. La amargura, a diferencia del Párkinson, se construye y en parte se puede controlar. Tiene mucho que ver con los pensamientos que coloques en el centro de tu mente y con las conductas o acciones que realices. Sin duda, algunas con esfuerzo.
Nuestros pensamientos y acciones influyen en nuestros estados de ánimo, tanto para bien como para mal. Por ejemplo, en el trastorno de pánico pensamos que nos vamos a quedar sin aire, que nos vamos a desmayar o que nos va a dar un ataque al corazón. Un pensamiento incorrecto nos las puede hacer pasar canutas. “No voy a aguantar el encierro” también puede hacérnoslo pasar fatal. Se confunde con “habrá momentos duros”.
¿Pero cómo cambiamos nuestros pensamientos y reflexiones? Muchas veces nos animan a que pensemos en positivo. “Todo va a salir bien”, pero nuestro cerebro no es tonto, sabe que algunas cosas no saldrán bien y no se lo cree. Por eso no siempre funciona. Lo que funciona mejor es el pensamiento correcto, el pensamiento realista, el pensamiento lúcido o el pensamiento sabio. Nos permite distinguir entre “me voy a desmayar” y “estoy teniendo un momento de nervios intenso”. O distinguir entre “no lo voy a aguantar” con “a menudo me cuesta bastante”.
Veamos el caso del triaje. Hay sanitarios que, además de arriesgar sus vidas y esforzarse, pueden llegar a pensar que están mandando a la muerte a algunas personas. Este no es un pensamiento lúcido. Es cierto que hay personas a las que no van a poder salvar, pero gracias a su esfuerzo están salvando vidas. No pueden atender a todo el mundo por la falta de recursos, la emergencia, la falta de previsión... tal vez por haber permitido los recortes y privatizaciones pasadas, no debido a su acción. Salva a los más posibles en el ámbito que tú controlas. Céntrate en que salvas vidas. En la película Lo que el viento se llevó hay 5.000 heridos en una estación y un médico. Le gustaría atender a todo el mundo pero sólo va a poder atender a unos cuantos. Mejor que haga bien el triaje y se salvarán más.
El capitalismo hace el triaje por clase social o dinero, tú lo haces por los criterios de la vida. Es sensato aceptar que no puedes con todo, no depende de ti salvar a los 5.000. Sin embargo honra tu dolor. Como dice Joanna Mazy, ese dolor es prueba de que te importa, pero que el dolor no te detenga. Utiliza la rabia y la frustración de no poder atender a todo el mundo para la acción política, no para culparte. Separa el plano de la acción política de la acción sanitaria inmediata. Y en cuanto puedas emprende junto con otras personas la acción política.
Veamos algunos pensamientos centrales y conductas que nos pueden ser útiles.
No dediques a castigarte con lo que podía haber sido. Lucha para que la sociedad tenga otras prioridades, para que se organice con estructuras más justas, pero no te abandones a la queja
“Con estos bueyes hay que arar”. Supone la aceptación radical de la realidad del momento, la aceptación inteligente. Podemos lamentarnos de lo que “tenía” que haber ocurrido y no ha ocurrido, pero eso no nos va a ayudar. No dediques tus esfuerzos a castigarte con lo que podía haber sido. Puedes luchar para que la sociedad tenga otras prioridades, para que se organice con estructuras más justas, pero no te abandones a la queja de lo que podría haber sido. Esto es lo que hay, y a ver qué hacemos con ello. El confinamiento, las dificultades laborales o domésticas son una realidad, son el punto de partida. Mueve lo que puedes mover. Recuerda que ante el confinamiento tienes dos opciones: confinamiento y amargura o sólo confinamiento.
“Lo estoy haciendo razonablemente bien”. Es el mejor antídoto emocional ante el sufrimiento y el dolor. Tener la satisfacción de estar haciéndolo bien. “La realidad es difícil pero yo estoy respondiendo bien”. “Me ha dejado mi pareja”, “me he quedado ciego”, o “tengo la ELA”, pero “lo estoy haciendo razonablemente bien”. “En algún momento he decaído pero he remontado”. “Estoy siendo capaz de afrontar una situación crítica”. “Estoy sacando a mis hijos adelante”. “He cuidado bien a mi madre mientras he podido”. Estamos actuando correctamente para un objetivo colectivo. Afortunadamente la generosidad, la utilidad social, la solidaridad son antídotos emocionales en las situaciones duras.
Se agradecido o agradecida. Hay mucha gente trabajando para que tú sobrevivas. Las auxiliares de clínica, las cajeras, los transportistas o los agricultores. Agradece a la gente que te llama y te pregunta, a las personas que te cuidan. De paso también a las abejas que polinizan, y a los ríos que dan de beber a los ecosistemas. Ser agradecido es un antídoto a la amargura, y alimenta la felicidad.
Tienes una responsabilidad por poseer algunos privilegios. Aunque empequeñecido, disponemos de un sistema público de salud, hay gente que está en una habitación, hay personas que están en campamentos de refugiados; hay quienes sufren malos tratos en su casa, hay gente con dos niños pequeños que cuida a la vez a dos ancianos; las hay que tienen a sus hijos lejos y cuidan a otros padres mientras los suyos están sin nadie. Hay personas que ya han perdido a su pareja o a sus padres. Puede que no te toque ser el que más se queja. Es una oportunidad para hacerlo bien.
Busca lo que puedes aprender de esta situación. Algunas cosas pueden ser favorables. A lo mejor tienes más tiempo para hablar con tu hijo. Puede que descubras que eres una persona útil. O que mantienes el sentido del humor. Que tienes más resiliencia o capacidad de afrontar la dificultad de lo que imaginabas. Busca las oportunidades de esta situación. Elige aprovechar la parte de oportunidad que tiene este tiempo tan diferente.
No anticipes todas las desgracias. En general se cumplen menos veces de las que puedes imaginar. Puedes utilizarlas como hipótesis de trabajo, tal vez te den alguna pista práctica, pero si no te la dan, a otra cosa mariposa. Cuando vengan los ladrones los perseguiremos. Mientras tanto no me puedo preparar para todo lo negativo que potencialmente me pueda suceder.
Recuerda que estamos en una lucha común, no estás sólo en esto. Hay mucha gente haciendo muchos esfuerzos, es un caso claro de tarea colectiva. Nuestra interconexión permite la pandemia, pero nuestros esfuerzos colectivos permiten vencerla.
Es necesario ajustar expectativas. Un principio de realismo puede ser útil. Tal vez hay que prepararse para el invierno y no sólo para una nevada. Pero, paradójicamente, para ello hay que ir partido a partido y sacarle “jugo” a cada día. Voy a Santiago pero me centro en cada etapa.
Si tienes niños o niñas, personas ancianas a tu cargo y además teletrabajas, elige lo más urgente y esencial sin exigirte como si estuvieras en periodo de normalidad. Estás cuidando la vida, lo que no se puede dejar de hacer, estás realizando lo importante. Felicítate por ello.
Establece proyectos, cometidos, “misiones”. Pueden ser familiares: organiza las reuniones virtuales familiares, gestiona las compras, llama a la tía que está sola. Pueden ser vecinales: ayuda a la vecina que lo necesita, lleva la compra a la de enfrente, anima desde el balcón. Pueden ser de amistad: reúne o intercambia con personas con las que has compartido vivencias. Pueden ser comunitarias: creando grupos y redes de ayuda mutua. Pueden ser políticas: crear o unirte a manifiestos, escritos, medidas, estudiar qué podemos aprender de esto ante el colapso ecológico y energético, etc.
Cultiva el sentido del humor, que convierte la tragedia en comedia y permite, a veces, comprenderla mejor; que flexibiliza nuestras estructuras cognitivas rígidas, que nos hace personas más sabias y que alegra nuestras vidas.
Establece y elige rutinas como lo opuesto al abandono reactivo. Si tienes mucha presión, la rutina te sirve para que no se desmadre la situación, para ejercer el control, pues es más difícil gestionar el caos. Si no tienes tanta presión, la rutina libremente elegida te servirá para empoderarte y tomar las riendas de este periodo de vida. Para evitar un exceso de monotonía puedes variar la rutina los fines de semana. También puedes tener alguna flexibilidad y concederte excepciones (siempre que no vuelvas al abandono).
Realiza algo que te permita percibir avances. Un curso de cocina, de piano o de excel, escribir un relato, ordenar las fotos, ligar con aplicaciones o con el del balcón de la esquina... puedes hacer el arreglo laborioso de un mueble. La percepción de avance disminuye la sensación de repetición o de tiempo congelado que a veces provoca desorientación. Desarrolla la creatividad improvisada o sistemática. Moverte a ratos disminuye la ansiedad y mejora el ciclo del sueño.
Analiza y experimenta esta crisis como un ensayo de la necesaria transición ecológica. Diseña y propón qué hacer para que no haya gente excluída. Para que una pandemia no mande a millones de personas al paro, no obligue a encerrar a mujeres con sus maltratadores, ni deje a personas ancianas asustadas morir en soledad. Examina lo que nos hace sobrevivir y ser felices sin dañar el planeta. Discute qué aprender y cambiar como sociedad, como organización, como comunidad.
Es un periodo en el que puedes desarrollar tu inteligencia vital y tu utilidad social. Este parón nos abre alguna posibilidad de cambiar el rumbo de una sociedad que se dirige hacia el colapso ecológico, energético y social. Tenemos la responsabilidad de resistir.
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Fernando Cembranos es psicólogo.