Educación y pedagogía en la tradición libertaria

Hugues Lenoir. Incluso antes de la creación de la International antiautoritaria en 1872 en Saint-Imier (Suiza), Proudhon había hablado sobre el asunto de la educación integral, continuando la idea de Charles Fourier. Enfocaré mi discurso sobre la importancia del proyecto educativo de los anarquistas. Efectivamente, en todos los tiempos y en todos los lugares el asunto de la educación y de la pedagogía estuvo en el epicentro de las actividades y las reflexiones de nuestro movimiento. Todo lo comprueba, desde las numerosas resoluciones tomadas en los congresos de la Asociación International de los Trabajadores (AIT), hasta los textos de Bakunin, de Guillaume, de Stirner y tantos otros. Sin embargo, la educación también estuvo al centro de las actividades y prácticas del movimiento anarcosindicalista y anarquista internacional, ya sea en las Sedes sindicales[1] en Francia con Fernand Pelloutier; en el apoyo de la CGT de la región parisina a “La Ruche” de Sebastian Faure; en la escuelas racionalistas en España ampliamente desarrolladas bajo la iniciativa de militantes de la CNT, o con la escuela Ferrer en Lausanne gestionada por la Federación de las uniones obreras de Suiza francófona.

Escuelas modernas, racionalistas, libertarias alternativas… que irradiaron hasta Brasil y en el Mundo entero, cuya tradición, por ahí o por allá, siguen existiendo contra vientos y mareas. Para los anarquistas, la educación debe ser autogestión y la autogestión debe ser educación. Una relación virtuosa que tiende a desarrollar la conciencia de sí mismo, de las prácticas sociales libertarias y que participa a la invención de una sociedad de mujeres y hombres dignos-as y libres.


Introducción


Incluso antes de la creación de la Internacional antiautoritaria en 1872 en Saint-Imier (Suiza), Gustave Lefrançais, involucrado durante la Revolución de 1848, miembro de la Internacional y de la “minoría” antiautoritaria durante la Comuna de París[2] participó en la redacción del Programa educativo de la asociación fraterna de los docentes y profesores socialistas luego de un llamado en el periódico proudhoniano Le Peuple[3] en Febrero 1849. Aparece como una de las primeras fuentes de pedagogía libertaria y sindicalista. Este programa tiene como objetivo dar una instrucción igualitaria a todos sin distinción. Fue ampliamente apoyado por las uniones obreras parisinas que también permitieron su publicación. Busca entregar “a la sociedad un hombre, un trabajador, un ciudadano con el pleno conocimiento de sus deberes, listo para realizarlos en su más alta y más sana expresión”[4]. Educación para la Igualdad, que debe además llevar hacia la dignidad del trabajo en una sociedad armoniosa donde “no puede existir por un lado los trabajos independientes, y por otro las profesiones serviles”[5].

Proudhon


Por su parte, Proudhon retoma la idea de educación integral en la línea de Charles Fourier. Fourier ya proponía una sociedad sin Estado basada en gran parte sobre una educación libre y elegida por los propios aprendices. Así, antes de que naciera “oficialmente” el anarquismo social, este movimiento que hoy continuamos, se proclamó de un educacionismo revolucionario. Proudhon, en La capacidad política de la clase obrera, ambiciona trabajar en dirección hacia la “emancipación intelectual del pueblo”[6] y siempre precursor, había presentido que la escuela religiosa y/o la escuela estatal sería una máquina organizando la sumisión de los humildes y ofreciendo una mera instrucción básica que busca encerrar la juventud y el futuro productor “en la estrechez de sus funciones parcelarias”[7] en el trabajo enajenado. Porque sin garantía y sin control de las organizaciones obreras “el niño mandado a la escuela será siempre un joven siervo entrenado por la servidumbre, para servir mejor a los intereses y la seguridad de las clases superiores”[8]. Pues, Proudhon considera  que “las organizaciones obreras van a desempeñar un papel importante (…), se vuelven al mismo tiempo hogares de producción y hogares de enseñanza”[9], propuesta retomada en su época por los anarco-sindicalistas o por Sebastián Faure. Edouard Dolleans, lector de Proudhon destaca que “la unión del taller y de la escuela permitirá restituir al trabajo su significado y su alegría. La alianza íntima de la educación humanista y científica y del aprendizaje industrial es, en la mirada de los obreros parisinos [generalmente proudhonianos], la propia condición de la emancipación social”[10]. Por ende, Pierre Joseph Proudhon había concebido “un sistema de educación adecuado a los productores en una sociedad donde el productor seria soberano”[11], del cual se apoderó  el “partido laboral”[12].

La internacional


A partir de 1864 y de la creación de la Asociación Internacional de los trabajadores (AIT), y durante los congresos de la Internacional antiautoritaria, la Educación fue muchas veces o casi siempre mencionada en los diferentes congresos.

Efectivamente, ya se mencionó en el segundo congreso del A.I.T. en Lausanne en 1867 la necesidad de una educación integral inspirada por Proudhon. Además, el congreso emitió “una resolución a favor de organizar la escuela-taller, y de una educación científica, técnica y productiva”[13]. Para los internacionalistas, “la instrucción y la educación son (…) una de las condiciones de su emancipación” y como lo plantea uno de ellos, Heligon: “la ausencia de instrucción pone el trabajador bajo la dependencia de los que la poseen”[14]. El miedo a una dictadura de la intelligentsia que Bakunin, por su parte, también temía al momento de escribir: “pedimos para el proletariado no solo instrucción, sino toda la instrucción, la instrucción integral y completa, para que ya no pueda existir nadie por sobre él, para protegerlo y dirigirlo, es decir para explotarlo, ninguna clase superior para la ciencia, ninguna aristocracia de la inteligencia”[15]. En el congreso de Bruselas en 1868, el tema de la educación esta nuevamente insertado en la tabla de discusión; su cuarto punto tiene como temática: La educación. James Guillaume menciona en sus recuerdos una moción adoptada entonces e inspirada del texto de Lausanne: “el congreso invita a las diferentes secciones a establecer clases públicas siguiendo un programa de enseñanza científica, técnica y productiva, es decir una enseñanza integral, para remediar lo mejor posible la insuficiencia de la instrucción que los obreros reciben actualmente”[16]. En 1869, un año después en el congreso de Bale, la educación integral está presente en el debate y es sujeta a una moción. Pues, el congreso aconseja “a todas las secciones de los grupos organizar sesiones internas de discusión donde se hablara del estudio de todas las temáticas vinculadas con las ciencias, las artes, los oficios”[17]. El hecho de que la educación ocupe un espacio tan significativo en los congresos demuestra la importancia que le daban los Internacionalistas, quienes eran en mayor parte libertarios[18].

Las Sedes sindicales


Lo mismo ocurrió en Francia, donde las Sedes sindicales también incluyen el asunto educativo en las tablas de discusión de sus actividades. El primero de Mayo de 1895, Fernand Pelloutier afirma que “la misión revolucionaria del proletariado conciente es continuar de manera más metódica y obstinada la obra de educación moral, administrativa y técnica para hacer factible una sociedad de hombres dignos y libres”[19]. Con esta meta, la mayoría de las Sedes sindicales crearon clases generales o profesionales, abrieron bibliotecas y algunas acogieron Universidades populares… Para dar unos ejemplos, en Paris en 1900, el VIII Congreso de las Sedes sindicales tomó la siguiente decisión: “los sindicatos tendrán que actuar inmediatamente para crear clases populares donde se comentarán, mediante la modalidad de lecturas, los escritos de todos los pensadores quienes honran la humanidad. El Congreso invita además a hacer todos los esfuerzos para complementar la enseñanza técnica mediante la educación básica”[20]. En 1908 en el Congreso de Marseille, el informe de Yves-Marie Trevennec, delegado de la Sede sindical de la ciudad de Lorient, titulado Las escuelas sindicales y la educación adaptada a la clase obrera, el autor anuncia que para que una sociedad igualitaria y libre pueda nacer, sería necesario que los individuos “hayan recibido una educación especial, tal como nos gustaría que fuera para nuestros niños, ya que conocemos los gérmenes persistentes que han dejado en nuestros cerebros la educación nociva de la escuela clerical y la escuela laica. La clase obrera fue y sigue siendo instruida en contra de sí misma. Aún queda mucho por hacer en la educación sindical”[21]. Finalmente, en 1912, la Sede sindical de la ciudad de Amiens toma como meta para la educación “completar la enseñanza técnica, reestablecer mediante clases y concursos de aprendices, el arte manual que la división del trabajo industrial moderno tiende a hacer desaparecer, y complementar la educación y la instrucción de las clases laborantes por clases y conferencias de enseñanza general”[22]. Albert Thierry recomienda no limitarse a la mera educación secundaria sindicalista, también promueve una educación general superior adaptada a la necesidades del trabajo. Esta “educación superior obrera” pluridisciplinaria  se dio en el marco de la “universidad sindical”[23]. En otras palabras, “es por esta educación que los proletarios podrán elaborar o completar una organización comunal, regional, nacional, (…), internacional de lo económico”[24], es decir, elaborar y construir una sociedad basada en los principios del federalismo proudhoniano.

La CGT sindicalista revolucionaria


Los militantes de la CGT, sindicalistas revolucionarios donde los anarquistas eran numerosos, se inscriben naturalmente en la tradición educacionista libertaria. Emile Pouget, vice-secretario general de la CGT y talentoso redactor del periódico Père Peinard, considera que la emancipación social del movimiento obrero está estrechamente vinculada con su formación. Según él, “la tarea del sindicato que premia sobre todas las otras y que le da su verdadero carácter de combate social es una tarea de lucha de clases, que se trata de resistencia y educación”[25].

Georges Yvetot, influenciado por el pensamiento de Fernand Pelloutier escribe: “ya que la transformación social es solamente la suma de las transformaciones individuales, podemos concluir que la educación individual y colectiva que se realiza en ciertos sindicatos obreros contribuirá ampliamente a aquélla”[26]. Y Paul Delesalle, quien asumió también responsabilidades importantes en la C.G.T. considera que el sindicalismo tiene que obrar para “la educación moral de los trabajadores”[27], entendido como una elevación moral y cultural de los individuos por y dentro del sindicalismo. Como lo confirma un observador de aquella época, Aguste Pawlowski: “el sindicalismo confederal se considera no solamente como renovador, sino también como moralizador y educador”[28].

A continuación, a pesar de la bolchevización del sindicalismo después de 1921, la corriente libertaria revolucionaria debilitada mantiene sus posiciones sobre la educación heredadas de la Internacional anti-autoritaria. Ella reafirma y adopta, dentro del Manifiesto de Lyon en el congreso constitutivo de la C.G.T.-S.R. (sindicalismo revolucionario) que se desarrolló el 1 y 2 de Noviembre de 1926, que “el sindicalismo en el periodo pre-revolucionario (…) será llevar a cabo el trabajo de documentación, de educación técnica y profesional en pos de la reorganización social, (y) será realizar en las mejores condiciones el aprendizaje de la gestión por la clase”[29]. Pues se trata nuevamente de formar al conjunto de la Clase para la gestión y la organización de la sociedad futura. Esta declaración fue retomada en su totalidad en 1946 en el Manifiesto de París, cuando fue creada la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.), luego de la autodisolución de la C.G.T.-S.R. en 1939[30]. Pierre Besnard, dirigente de la C.G.T.-S.R. reafirma la filiación educativa y la importancia para los revolucionarios de las problemáticas de la formación, tanto en la preparación como en la realización de un Mundo nuevo[31]. Esta continuidad de pensamiento es tan fuerte y constante que, en su obra mayor Los sindicatos obreros y la Revolución social publicado en 1930, Pierre Besnard, siguiendo la tradición, escribe en el capítulo que dedica a la educación: “he leído y vuelto a leer las páginas que James Guillaume dedica a este asunto. No veo nada que agregar (…). Escritas en 1876, ellas siguen siendo actuales”[32]. Para él, “el problema que tenemos que resolver es, pues, siempre y como todos los demás, ante todo un problema de educación, de formación sindicalista”[33] y “si el sindicato sabe demostrar prospección y formación, con toda paciencia, y al mismo tiempo con toda la celeridad que nos imponen los eventos, será capaz de enfrentar su tarea”[34], es decir, la Revolución social.

El movimiento anarquista español    


En cuanto al movimiento libertario y sindicalista español, también heredero de la Internacional, se involucra también en la necesidad de desarrollar la Educación para iniciar y lograr el proceso de transformación radical. Así, la 3era sesión del Congreso fundador de la CNT en 1910 adopta una resolución que busca “crear en todas las localidades donde sea posible grupos dedicados solamente a la divulgación de los principios sindicalistas dentro de la clase trabajadora, particularmente con los obreros jóvenes. Estos grupos también deberán tener un fin educativo para constituir un conjunto de compañeros capaces de hablar al público en los encuentros, hacer conferencias, escribir en los periódicos y todas las otras formas de actividades sindicales”[35]. Por otro lado, conocemos el papel importante de los ateneos libertarios en el ascenso de la fuerza y la cultura del movimiento anarquista ibérico. El Congreso de Zaragoza, preludio a la Revolución social libertaria, volvió a afirmar el principio de la Educación. Frente a “numerosos obstáculos tradicionales, a causa del retraso cultural, del instinto de propiedad y del individualismo que complican la atracción de las masas campesinas para fines colectivistas. El movimiento anarco-sindicalista campesino puede y debe vencer estos obstáculos por medio de una propaganda clara, amplia y tenaz de sus fines ideológicos, y de una tarea educativa y sindical que desarrolle, entre los trabajadores del campo, sus costumbres de solidaridad colectiva que los dispone y los prepara, sin reserva y para su propio interés, para la implementación del régimen comunista libertario”[36]. La educación, pues, es esencial y consubstancial del proyecto anarquista y hasta el mismo congreso reafirma que “el problema de la educación deberá ser abordado con procedimientos radicales. En primer lugar, el analfabetismo deberá ser enérgicamente combatido. Se devolverá la cultura a quienes hayan sido desposeídos de ella (…). La enseñanza como misión pedagógica que busca educar una nueva humanidad, será libre, científica e idéntica para ambos sexos”[37].

Principios y experiencias


Más allá de la elaboración de principios generales respecto de la importancia de la educación en el proceso revolucionario anarquista, y aún podría dar muchos más ejemplos, nuestro movimiento estuvo y todavía está a la punta de la innovación, de las reflexiones y de las experimentaciones pedagógicas, a pesar de su decaída en la segunda mitad del siglo XX.

James Guillaume, educador y colaborador del Diccionario pedagógico redactado bajo la iniciativa de Fernand Buisson, anunció en algunas líneas los principios de la pedagogía libertaria y autogestionaria. En su texto de 1876, Ideas sobre la organización social, sostiene las siguientes palabras sobre el funcionamiento pedagógico de los espacios educativos: “en sus reuniones, los niños serán totalmente libres: organizarán ellos mismos sus juegos, sus conferencias”[38]. Guillaume afirma aquí el primer principio de la autogestión pedagógica, es decir, poder decidir colectivamente de su actividad de aprendizaje, en otras palabras, citando a Albert Thierry, vivir e implementar la acción directa pedagógica. Y Guillaume agregó: “ellos establecerán una oficina para dirigir sus actividades, árbitros para juzgar sus conflictos, etc.”[39]. No será la prefiguración de un “soviet” a nivel de la clase o de la escuela, sino un consejo donde los niños organizan sus debates, toman decisiones, gestionan sus eventuales conflictos o disputas. Consejo que hoy en día se encuentra implementado en las escuelas donde se practican pedagogías progresistas. Y agregó: de esta manera los niños “se acostumbrarán […] a la vida pública, a la responsabilidad, a la mutualidad”[40]. Guillaume preconiza el aprendizaje in vivo de la autogestión pedagógica, no solamente con fines de aprendizaje de saberes académicos o laborales, sino con fines sociales. “La escuela del pueblo” debe permitir al pueblo desarrollar su propio sistema de valores y de funcionamiento, experimentar prácticas libertarias por la educación y dentro de la educación. La escuela, o la clase, se transforman en laboratorios sociales donde se construyen, se debaten, se deciden, se prueban, se perfeccionan… otras modalidades de gestión y de administración de las sociedades humanas. Pues, la pedagogía libertaria de la autogestión es iniciadora y prefiguradora de funcionamientos sociales distintos, ya no solamente los de la competición sino los de la sana emulación y de la gestión colectiva del bien común.

            Esto es lo que abogan los teóricos anarquistas y sindicalistas revolucionarios. Los mismos principios fueron implementados posteriormente en numerosas circunstancias. Primero, en Cempuis (1880-1894) en la región del Oise con Paul Robin, otro miembro de la AIT, donde la pedagogía integral revindicada por Proudhon fue experimentada durante catorce años. También la pedagogía activa, cooperativa y del descubrimiento, ya que según Robin “le corresponde a los educadores ayudar [a los niños a] encontrar las respuestas a sus preguntas, por la experiencia, por las reuniones con sus compañeros, o por los libros, y lo menos posible respondiéndoles directamente ellos mismos”[41]. Asimismo, La Ruche (1904-1917) gestionada por el anarquista Sebastian Faure, que recibió el apoyo de los sindicatos de la CGT parisina. La Ruche que funcionaba como una cooperativa integral donde el trabajo y la educación eran íntimamente asociados, y donde para el educador, tal como lo escribe Faure, “lo importante es enseñarle [al niño] a aprender”[42]. De igual manera, los experimentos conducidos por los Maestros-compañeros de la ciudad de Hamburgo (1919-1933) que buscaban desarrollar en el niño “un sentido de responsabilidad hacia los seres humanos con los cuales vive”[43], en otras palabras desarrollar su humanidad y su sociabilidad. También los cientos de escuelas de Ferrer en Cataluña (150 en 1908) que se multiplicaron en el Mundo como en Portugal, Brasil, Holanda… Escuelas racionalistas y modernas donde se trataba una vez más de permitir a los aprendices a emanciparse y realizarse en toda libertad y escapar de los proyectos de los “gobiernos [y de las Iglesias que] siempre se han asegurado de dirigir la educación del pueblo [porque] saben mejor que nadie que su poder esta basado totalmente en la escuela y es por eso que la monopolizan siempre con más tenacidad”[44]. Y finalmente, la escuela de Ferrer en la ciudad de Lausanne creada en 1910 dirigida por la Federación de las uniones obreras de la Suiza francófona y por el pedagogo libertario Henri Roorda quien rechazaba el lavado de cerebros [sic] y que pensaba que “en la escuela, los niños podrían instruirse mutuamente. Pero la consigna esta bien clara: – “No se ayuden los unos a los otros!” – Colaborar es hacer trampa”[45], él lamentaba.

            En un periodo más reciente, otras interesantes experiencias fueron emprendidas como la escuela Da Ponte en Portugal nacida después de la revolución de los Claveles de 1974 y donde cientos y cientos de niños se educaron, o la escuela Bonaventure (1993-2001) en la ciudad de Oléron, que se definían como una experiencia de educación “por y para la libertad, la igualdad, el apoyo mutuo, la autogestión y la ciudadanía (…) agitando alto y claramente la bandera de la laicidad, de la gratuidad, del financiamiento social, de la propiedad colectiva, de la igualdad de salario”[46]. En resumen, como un proyecto de educación libertaria reivindicado “incluyendo la práctica escolar a un movimiento social y cultural [en pos de reconectarse] con la educación popular de principio de siglo”[47] y las otras experiencias libertarias educativas. O también como los liceos experimentales en Francia tales como el LAP (liceo autogestionado de Paris) que celebró sus treinta años en 2012 y por el cual han pasado miles de estudiantes y que, más allá de sus aprendizajes académicos, tiende a desarrollar en los aprendices jóvenes nuevas prácticas sociales autogestionarias. Porque “vivir y actuar con los demás de manera reflexiva es una condición que precede la comprensión de la ciudadanía a nivel de nación o a nivel del planeta”[48]. Finalmente, en el campo de la educación de los adultos, unos militantes de la Federación Anarquista levantaron la universidad popular “Dioniversidad”[49] en Saint-Denis[50] que se define como un proyecto político, social y educativo explícito inscribiendo su meta emancipadora en una marco autónomo que se reivindica claramente de “la capacidad política (por tanto educativo) de las clases obreras” (1865) de Pierre-Joseph Proudhon y Fernand Pelloutier, de manera que cada uno pueda acceder a la comprensión de las causas de su dominación económica y social. Ella intenta desarrollar localmente todas las iniciativas posibles de auto-organización (AMAP[51], biblioteca, taller de informática, huerto compartido…) y recuperar, en el caso contrario, iniciativas impulsadas en otros territorios, como el festival “Bobines rebelles”[52] de la región de Creuse. En otros términos, la Universidad Popular (en su sentido amplio) busca multiplicar en todos los terrenos iniciativas sociales directas, siempre proveedoras, que sean duraderas o no, de nuevos aprendizajes, valores y sociabilidades.

Conclusión


Esta exposición realizada en nuestro encuentro internacional de Saint-Imier en 2012, 140 años después de la creación de la Internacional antiautoritaria, contribuirá a demostrar que las tareas de educación se inscriben fuertemente y desde su fundación en la tradición libertaria. Sin embargo, no se trata de cualquier educación antiautoritaria que busque conformar las mujeres y los hombres nuevos a los propósitos y los deseos de una minoría “iluminada” sino permitir a cada uno y cada una realizarse y emanciparse en todas sus dimensiones de y por la libertad. La coherencia entre proyecto social y proyecto educativo anarquista es fuerte y lógica, no se crea una sociedad libre sin una educación libre. Es lo que nuestros antecesores habían entendido, ahora nos toca a nosotros actuar en esta dirección pedagógica y social.

Paris, Trambly, août 2012.

[1] Nota de Traductora (NdT): Una Sede sindical (en francés Bourse du Travail) es una institución que agrupa, dentro de una misma sede por ciudad, a todos los sindicatos nacionales y sus actividades.

[2] La educación laica y gratuita fue una de las primeras preocupaciones de la Comuna de Paris.

[3] NdT: En español, “El pueblo”.

[4] Lefrançais G., 1972, Souvenirs d’un révolutionnaire, Société encyclopédique française et Éditions de la Tête de feuilles, Paris, en anexo Programme d’enseignement, pag. 485

[5] Ibid., pag. 468

[6] Proudhon P.-J., 1977, De la capacité politique des classes ouvrières, Paris, Les Editions du Monde libertaire, t.2, pag. 335.

[7] Dommanget M., 1973,  Les grands socialistes et l’éducation, Paris, A. Colin, p. 252, aquí Maurice Dommanget cita a Proudhon.

[8] Proudhon P.-J., De la capacité politique des classes ouvrières, op. cit., t.2, pag. 337.

[9] Ibid., p. 344.

[10] Dolleans E., 1957, Histoire du mouvement ouvrier, Paris, A. Colin, t.1, pag. 282.

[11] Referencia al texto de Emile Pouget : Le parti du travail, Paris, Editions CNT-RP, 1997.

[12] Dommanget M., op. cit, p. 248.

[13] Dolleans E., 1957, Histoire du mouvement ouvrier, Paris, A. Colin, t.1, pag. 304.

[14] Ibid., t. 1, pag. 307.

[15] Baillargeon N., 2005, Education et Liberté, Tome 1, 1793-1918, Montréal, Lux éditeur, pag. 165

[16] Guillaume J., 1980, L‘internationale, documents et souvenirs, Genève, Ed. Grouauer, t. 1, pag. 70.

[17] Terrot N., 1983,  Histoire de la formation des adultes en France, Paris, Edilig, pag. 52.

[18] Termino no empleado en aquella época pero que define bastante bien la sensibilidad de numerosos congresistas.

[19] Pelloutier F., discurso del 1° de mayo de 1895 que se encuentra en Les syndicats en France, Paris, Librairie ouvrière, 1897, p. 15.

[20] Leroy Maxime, 2007, La coutume ouvrière, Paris, Editions CNT-RP, Tomo 1 (1ra edición 1913), pag. 434.

[21] Citado por Hamelin D. : « Les Bourses du travail : entre éducation politique et formation professionnelle », en Le Mouvement social, n°23, mayo-junio 2011, pag. 27.

[22] Leroy Maxime, op. cit., pag. 302.

[23] Thierry A., 1986, Réflexions sur l’éducation, op. cit., pp. 142-143 y pag. 148.

[24] Ibid. Saqué voluntariamente de la cita el adjetivo “colonial” que hoy en día podría ser mal interpretado.

[25] Pouget E., 1997,  La confédération générale du travail suivi de Le parti du travail, Paris, Editions CNT, pag. 140.

[26] Lorulot A., Yvetot G., 1909,  Le syndicalisme et la transformation sociale, Paris, Librairie internationaliste, pag.15. Este folleto rescata una serie de artículos publicados en Le libertaire en 1905 reflejando el debate dentro del anarquismo sobre el lugar del sindicalismo.

[27] Delesalle P., 1907,  La Confédération Générale du Travail, Paris, La Publication sociale, pag. 9.

[28] Pawlowski A., 1910, La Confédération Générale du Travail, Paris, Alcan, pag. 95.

[29] Charte de Lyon, suplemento a Solidarité ouvrière, n° 50, publicado por la Alianza sindicalista [Alliance syndicaliste, s.d.]

[30] Manifiesto del Sindicalismo revolucionario [Charte du Syndicalisme révolutionnaire] llamada « Charte de Paris » (1946), Paris, Ed. CNT, 1978, pag.8.

[31] Referencia a Besnard P., Le monde nouveau, organisation d’une société anarchiste, editado por el grupo de Fresnes-Antony de la Federación anarquista, 4ta edición, s.d.

[32] Besnard P., 1978,  Les syndicats ouvriers et la Révolution sociale, Editions le Monde Nouveau, Besançon (?), pag. 320.

[33] Besnard P., 1990, L‘éthique du syndicalisme, Paris, Ed. CNT-RP, pag. 46. Se trata aquí de formación según el pensamiento “sindicalista” y no de la formación exclusiva de los sindicalistas.

[34] Ibid., pp. 50-51.

[35] 1910, Naissance de la CNT, 2010, Paris, Editions CNT-RP, pag. 93.

[36] Dupont C., 2002, Ils ont osé ! Espagne 1936-1939, Paris, Editions du Monde libertaire. pag. 132. Resolución del Congreso de Zaragoza, 8  de mayo de 1936.

[37] Colectif Equipo Juvenal Confederal, 1997,  La collectivité de Calanda, Ed. CNT-RP, pp. 28-29.

[38] Guillaume J., « Idées sur l’organisation sociale », en Besnard P., 1978,  Les Syndicats ouvriers et la Révolution sociale, Éditions le Monde nouveau, Besançon (?), pag. 324.

[39] Ibid., p. 324.

[40] Ibid., p. 207.

[41] Citado por Brémand N., 1992, en Cempuis, une expérience d’éducation libertaire à l’époque de Jules Ferry, Éditions du Monde libertaire, Paris.

[42] Faure S, 1992,  Écrits pédagogiques, Éditions du Monde libertaire, Paris, pag.41.

[43] Schmid J.-R., 1936, Le Maître-camarade et la Pédagogie libertaire, Éditons Delachaux et Niestlé, Neuchâtel, pag. 47.

[44] Francisco Ferrer i Guardia, 2009, L’École moderne, BXL laïque, Bruxelles, pp. 50-51. Entre corchetes, agregado por el autor, H. Lenoir.

[45] Roorda H., 1969-1970, « Avant la grande réforme de l’an 2000 », Œuvres complètes, t. 2, Lausanne, Editions L’âge d’homme. pag. 157.

[46] Collectivo, 1999, La Farine et le Son, bilan d’une république éducative libertaire, Bonaventure, Éditions du Monde libertaire/Editions Alternative libertaire, Paris-Bruxelles), pag. 3.

[47] Collectivo, La Farine et le Son, bilan d’une république éducative libertaire, Bonaventure, op. cit., pag. 63.

[48] Sitio web del LAP : http://www.l-a-p.org/

[49] NdT : Adaptación del nombre francés « Dyoniversité ».

[50] NdT : Aglomeración parisina.

[51] NdT:    Desde el año 2003 en Francia, las “AMAP” (en español, Asociación para el mantenimiento de una agricultura campesina) son cooperativas que ponen un grupo de consumidores en contacto directo con un productor agrícola de proximidad geográfica, funcionando bajo un “contrato” solidario entre ambas partes. Son el equivalente de los “Community-supported agriculture” en los Estados Unidos.

[52] NdT: En español, “Bobinas rebeldes”.



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