CDR: el reto de ser el motor de la autoorganización

Cynthia Lub | @LubCynthia | Izquierda Diario.

Los procesos de masas como el actual, el de un gran movimiento democrático por el derecho a decidir del pueblo catalán, dan fenómenos de organización y autoorganización como el de los CDR, que probablemente continúe su desarrollo ante una crisis que promete no cerrarse rápidamente.

¿Cuál es este nuevo actor político? Es tan complejo y dinámico como lo es la propia situación. 




Los CDR, los Comités de Defensa de la República, fueron aglutinando a miles de personas alrededor de todo Catalunya, desde que nacieron ara defender y garantizar el Referéndum.

Algunos se fueron preparando desde el verano realizando actos, charlas y asambleas. Otros nacieron “en 48 horas”, es decir el viernes previo al domingo del 1-O para ocupar las escuelas y centros de votación. Ese día fue su primera prueba de fuego, siendo miles los que resistieron a los golpes de la policía nacional que entraba a las escuelas para secuestrar urnas y papeletas.

Los procesos de masas como el actual, el de un gran movimiento democrático por el derecho a decidir del pueblo catalán, dan fenómenos de organización y autoorganización como el de los CDR, que probablemente continúe su desarrollo ante una crisis que promete no cerrarse rápidamente.

¿Cuál es este nuevo actor político? Es tan complejo y dinámico como lo es la propia situación. Quizás deberíamos hablar de más de uno.

Las fuerzas políticas que comenzaron a impulsarlos son esencialmente del entorno de la izquierda independentista como la CUP (Candidatura d’Unitat Popular) y se fueron sumando entidades civiles independentistas cómo la ANC (Asamblea Nacional Catalana) y OMNIUM Cultural, entre otras. Confluyendo con centenares de personas que se organizaron para garantizar la apertura de los colegios y el referéndum. También participan colectivos sociales y organizaciones de izquierda no independentistas, así como miembros de sindicatos de izquierda.

La dinámica de la situación los fue transformando. El grito del “votarem” (votaremos) se convirtió en “guanyem” (ganamos) después de que en 1300 centros de votación pudieron ejercer su derecho a voto alrededor de dos millones de personas. Pero este primer triunfo les dio sólo un día de descanso para prepararse para la huelga del martes 3-O, convocada por la izquierda sindical contra la represión. Muchos comités pasaron a llamarse “de vaga” (de huelga) y se movilizaron con piquetes desde los barrios y comarcas hasta llenar las calles céntricas de Barcelona y otras ciudades.

Desde ese día los comités continúan organizados, la amenaza de la aplicación del 155 por un lado, y la primera declaración de Independencia del 10-O que duró menos de diez segundos para ser suspendida por el President, por el otro, los mantuvo en alerta permanente para defender que se cumpla el mandato del pueblo catalán del 1O. Así muchos pasaron de llamarse Comités de Defensa del Referéndum a “de la República”. Esta alerta activada por las noticias del día a día, se traslada en debates políticos permanentes entre las organizaciones políticas que se encuentran en su seno.

Nuevos actores políticos al calor de la lucha por el derecho a la autodeterminación


Estas mutaciones son el reflejo de la convivencia de varios actores políticos actuantes. Uno, la militancia y activismo independentista que, mientras luchó por el derecho a votar el 1O hoy se plantea defender los resultados del Referéndum, es decir que se proclame la República. Dentro de este “bloque” hubo muchos debates sobre cómo proclamar la República, que no son más que el reflejo del debate dentro de las propias organizaciones independentistas.

El otro actor político es el que defendió el “derecho a votar el Referéndum” y contra la represión, aunque no votara por el Sí y no se consideran independentistas. Defendieron activamente el 1O ocupando colegios y sufrieron la represión de la policía nacional movilizados en los colegios. También participaron de la huelga del 3-O y muchos continuaron organizados en los CDRs.

Podríamos decir que se moviliza ese espíritu del 15M que quedó latente porque el “no nos representa” y el “le llaman democracia y no lo es” son denuncias muy sentidas con respecto al gobierno español para la gran mayoría que sufre el paro, los desahucios o los recortes. También para una gran mayoría de jóvenes que sufren la precariedad o las altas tasas de los centros de estudios que han expulsado a miles de las universidades.

Ante ello, uno de los grandes debates sobre el carácter de los CDRs es cómo no abandonar la “transversalidad” para que estos dos sujetos pudieran trabajar juntos.

Sin embargo no abandonar la transversalidad no quiere decir acatar ciegamente a su dirección, hoy ejercida por sectores de los partidos históricos de la burguesía y la pequeña burguesía que se muestran inconsecuentes y vacilantes, que no han tomado ni una sola medida para defender y hacer efectiva la República proclamada el 27 de octubre, y cuya estrategia solo puede llevar al fracaso al movimiento democrático catalán.

Uno de los debates dentro de los CDRs es sobre su autonomía o no de los partidos del bloque soberanista. Por lo que es necesario una reflexión sobre la necesidad de construir una dirección alternativa para que la clase trabajadora y los sectores populares comiencen a imponer su impronta tomando las demandas democráticas del movimiento e incorporando las grandes demandas sociales. La única forma seria de que el movimiento pueda ensanchar sus bases, no solo en términos cuantitativos, sino cualitativos.

Una gran diferencia con el 15M es que la politización está impregnada en estos debates de manera más directa y descarnada. Los sectores no independentistas son mucho más críticos de la dirección del procés, sectores de la clase trabajadora que no se sienten identificados con defender una causa dirigida por Puigdemont y un Govern culpable de los sufrimientos de los sectores populares.

Esto es un punto de contacto con la mayoría de la izquierda sindical y diferentes grupos políticos de izquierda. Sin embargo ser críticos de la dirección no debería significar en ningún momento desinterés sobre el problema o una política que mire hacia otro lado desestimando las posibilidades del enorme movimiento democrático. No hay política de “izquierda” si no es en el marco de la defensa incondicional del derecho de autodeterminación.

Pero dentro del movimiento hay que desplegar abiertamente un programa con medidas como el reparto de horas de trabajo sin disminución salarial, el aumento del salario mínimo, el fin de la precariedad laboral, el no pago de la deuda, una educación pública totalmente gratuita y sostenida con impuestos a las grandes fortunas entre otras.

La República que no es, la claudicación de Junts pel Sí y el 155: los CDRs en una encrucijada


Así llegamos a la declaración de la República independiente de Catalunya el pasado viernes 27-O. Pero días anteriores, los CDRs vivieron una verdadera guerra de nervios. El Gobierno central ya había anunciado el 155. Mientras salía el movimiento estudiantil en huelga, los CDRs se movilizaron ante lo que podría haber acabado con la convocatoria de elecciones autonómicas por parte del Govern.

Desde un improvisado escenario en el centro de la Plaza Sant Jaume, frente al Palau de la Generalitat, interpelaron directamente a la dirección del “procés”, asegurando que tan solo hay una opción para escoger, o con “el pueblo o con el Estado, o con el pueblo o con Foment del Treball, La Caixa y Banc Sabadell”.

La tan deseada proclamación de la República trajo consigo el anuncio inmediato de las medidas concretas del 155. Y con ellas, una propuesta de elecciones para el 21D por parte de Rajoy y todo el bunker del 78 cuyo objetivo es, en primer lugar, desconocer el mandato del 1-O para derrotar el movimiento democrático catalán. La derecha ahora dice “ara votarem nosaltres” (ahora votaremos nosotros) junto al PSC, Cs y el PPC.

Con Puigdemont en Bruselas todo el bloque de Junts pel Sí y la ANC han aceptado participar el 21-D, como opción contraria a organizar la “resistencia” al brutal ataque del 155, llamando a la “paz y la calma”. Lo que muchos militantes y activistas de la izquierda independentista o no independentista, analizan como una claudicación y traición al mandato del 1-O tan sólo días después de haberse declarado la República. Ya cundía la desconfianza días antes del 27-O.

Ante ello, ¿Cuál es la encrucijada de los CDR? Convertirse en “correas de transmisión” de las organizaciones existentes (ANC, Omnium, CUP, etc…) en un frente único de tendencias, o desarrollar verdaderas asambleas decisorias, con libertad de las tendencias políticas que participan, para que los CDRs actúen con una agenda propia para defender el 1O y su mandato.

Existe un peligro de que las corrientes políticas impongan ’desde arriba’ sus propuestas, como sería hoy participar de las elecciones del 21-D, consideradas una verdadera trampa del Régimen por sectores de activistas y organizaciones de izquierda. Ya portavoces de ERC y PDeCAT las consideran una forma de “defensa” de la República.

Los partidos a la cabeza del procés se preparan para participar de la trampa tendida por el régimen del 78 con la monarquía y el gobierno a la cabeza. De esta manera se desvía el movimiento de sus objetivos se lo lleva nuevamente de las calles a las urnas, pero esta vez, las del monarca y el Régimen.

Las organizaciones de la izquierda independentistas deberían haber llamado a un boicot a las ilegítimas elecciones del 21D, la resistencia y la huelga general para defender la proclamación de la República. Deberían haber propuesto en los CDRs un plan de defensa basado en la movilización y la autoorganización obrera y popular, que llame a manifestaciones y concentraciones alrededor del Palau de la Generalitat y aquellos edificios sobre los que el Estado central querrá tomar control.

Hubiera sido necesario organizar inmediatamente huelgas en los sectores claves para desbaratar el 155 (enseñanza, administración pública, medios de comunicación y transporte...) y preparar una nueva jornada de huelga general. Cuestión que las direcciones sindicales no han hecho, dándole la espalda al movimiento democrático. Algunos CDRs han sacado comunicados haciendo llamados a la huelga general.

Estas creemos que deberían ser las tareas de los CDR y no convertirse en futuros "comités electorales" que legitimen la desbandada de la dirección de Junts pel Si. Pero esto no ha ocurrido, por lo que es tarea hoy reflexionar sobre las perspectivas del movimiento en cada CDR. Extender la lucha contra el Régimen del 78 al resto del Estado, por asambleas constituyentes, en la perspectiva de conquistar una República Socialista de los trabajadores, es otro gran debate.

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