Año 6 del 15M: lucha por la democracia desde dentro y fuera de los gobiernos

Jordi Mir | @llambordes | Mundo Obrero. ¿Qué queda del 15M? Está fue una pregunta recurrente por parte de diferentes medios de comunicación en su primer y segundo aniversario. Su quinto aniversario en 2016 supuso un punto de inflexión en la atención mediática recibida. Los resultados electorales de las elecciones municipales habían llevado al gobierno de diferentes ciudades españolas a personas que de un modo u otro se podían relacionar con el periodo de movilización que emergió el 15 de mayo de 2011. Eso sirvió para establecer vínculos muy directos entre la movilización en las plazas y el acceso a la política institucional. Pero ni el 15M había desaparecido los años anteriores, ni todo el 15M buscaba ese paso a la política institucional. Ahora llega el sexto aniversario y convine seguir pensando sobre qué es el 15M hoy.




Democracia real, para no ser lo que no queremos ser. Las acampadas de 15M fueron ante todo un grito de indignación, de denuncia y reivindicación ética que consiguió extenderse hasta donde otras movilizaciones no habían llegado. ¿Suficiente? Seguramente siempre hace falta más, pero no se puede minusvalorar su dimensión. Eso explica muchos de sus efectos. Y ese grito compartía diferentes características. Una esencial: la reivindicación de una democracia real y la voluntad de hacerla efectiva. El lema de “Democracia real ya” hay que sumarlo al de “No somos mercancía en manos de banqueros y empresarios” y al de “No nos representan”. Somos personas que no queremos ser como aquellas que nos representan, o dicen hacerlo. No somos personas que queremos desarrollar nuestra actividad laboral como aquellas que se nos presentan como figuras destacadas de nuestra sociedad. Buscamos otra política, otra economía, otro mundo del trabajo, otro sector financiero… No podemos ser como aquellas personas que nos han conducido a esta situación. Esto no debería cambiar con el paso del tiempo y en este sexto aniversario sería necesario hacer balance de si se está consiguiendo avanzar en la construcción de esta democracia real, tanto desde las administraciones como desde la movilización.

La vieja nueva política. Parece que lo nuevo acaba vendiendo siempre. Se insistía en que el 15M era una movilización de gente nueva. Muchas de las personas implicadas en el 15M no eran nuevas, tenían trayectorias políticas más o menos largas que no se pueden obviar. Seguramente gracias a esas trayectorias el 15M fue posible. El 15M enlaza con las reivindicaciones de una democracia real y de calidad que se están dando desde el franquismo (por poner un punto de inicio) hasta hoy. Y es por eso que podemos encontrar en esta movilización personas que desde el antifranquismo buscaron construir una sociedad que respondiera a sus objetivos democráticos (y les defraudó la Transición) hasta jóvenes de hoy que consideran que en esta sociedad en la que vivimos lo llaman democracia y no lo es. El 15M no hubiera sido lo mismo sin estas personas que no ceden en su empeño desde hace décadas para construir una democracia que todavía no existe. Me parece que también podemos decir que el 15M no hubiera sido igual sin personas mucho más jóvenes que venían de otras movilizaciones, ni sin las personas de todas las edades que se politizaron durante esos meses. El 15M nos muestra, en parte, una vieja nueva política no atendida, que no había conseguido tener la ocasión de llegar a tanta gente como en ese momento. Una política, compartida por gente politizada recientemente o con trayectorias más largas, que se intenta fundamentar en el principio de que la vida en este planeta es el bien principal. En el año 6 del 15M y en el año 2 de la llegada a los ayuntamientos es bueno preguntarse si se sigue así. Es bueno preguntárselo en toda actividad política que se hace cada día, en las plazas o en las administraciones.

La centralidad. El 15M en 2011 tuvo más de movilización que de movimiento social. Fue una movilización en la que participaron personas y colectivos vinculados a diferentes movimientos y que tuvo algunas características excepcionales que han marcado lo que fue y lo que vino después. Tal vez una de sus características más importantes, a mi entender, es la capacidad para extender unas ideas que salieron de los márgenes para situarse en un espacio de mayor centralidad. Evidencias de eso las tenemos en los datos demoscópicos que mostraban el apoyo popular a las reivindicaciones de las acampadas o, posteriormente, de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. En el año 6 del 15M esa capacidad de estar en el centro podemos ver que tiene efectos limitados y que puede desaparecer porque constantemente hay quien está trabajando por colocar otras ideas y otros proyectos en esa centralidad. La movilización que emergió con tanta vitalidad en aquel momento respondía a un malestar creciente por la crisis político-económica y la indignación ante las respuestas que se estaban dando desde la política institucional. Hoy continúa habiendo motivos para la indignación pero por diferentes razones la movilización se concentra en ámbitos más limitados. Es necesario pensar cómo ganar constantemente esa centralidad y no olvidar que cuando se ganó se hizo desde la movilización, siendo movilización. No hay olas que esperar a cabalgar como surfistas. Hay que crear las olas, hay que ser olas, mareas.

Las mutaciones del 15M. El 15M nació como una mutación y continúa mutando. El 15M nació como una evolución de luchas anteriores, aunque con características novedosas. Las mutaciones significan cambios importantes, pero también persisten elementos de continuidad. Con motivo del segundo aniversario del 15M había preguntas por parte de periodistas sobre la desaparición de las personas de las plazas. Difícilmente podemos imaginar una ocupación constante de las plazas. Lo que sí hemos visto desde 2011 ha sido la dinamización de otros espacios de reivindicación y construcción de alternativas. La PAH es un ejemplo con sus más de doscientos núcleos en toda España, ha sido uno de los espacios que ha dado continuidad a esa movilización con su trabajo cotidiano para garantizar aquello que consideran justo. No solo es pedir, es hacer. La PAH tiene una gran repercusión, pero podríamos pensar en otros proyectos de implantación exclusivamente local. En algunos casos (como el de la PAH) eran pre15M y el 15M los dinamiza o se crean posteriormente. En el año 6 del 15M lo que de ahí surgió está en lugares muy diferentes. Incluso partidos para los que el 15M no era algo en lo que fijarse o impulsar también han recibido sus influencias. Partidos no afines al 15M han decidido cambiar de alguna manera para adecuarse a algo de lo que allí se reivindicaba, otra cosa es que hay quien pensará que cambian para que nada cambie. A partir de 2015 entramos en una nueva fase cuando desde proyectos que se pueden vincular directamente a estas movilizaciones se llega a diferentes gobiernos municipales. A mi entender, las elecciones municipales de 2015 abren una nueva fase el 15M. El 15M entra en los espacios de gobierno y tendrá que plantearse cómo se hace eso de acuerdo con la naturaleza de la que nació. El 15M no nació para gobernar, ni siquiera para lo electoral. Los resultados de las elecciones municipales de 2011 y las posteriores autonómicas y generales así lo pueden demostrar. Pero hay que valorar lo que puede significar llegar a gobernar, y hacerlo en ciudades como Madrid y Barcelona. El futuro del 15M que mutó en proyectos electorales pasa en buena medida por lo que suceda en las ciudades donde gobierna. A los dos años de gobierno ya es necesario un análisis de su impacto en profundidad. 

Dimensión internacional. El 15M nació entre lo local y lo global y así sigue. Nació en las calles y plazas de nuestras localidades pero pensando en el conjunto del país y teniendo presente lo que ocurría ese año en Islandia, Túnez, Egipto, Estados Unidos… 2011 fue un año de movilización global, con causas y resultados diferentes, pero con algunos elementos compartidos. La democracia, por ejemplo. Podemos compartir que Islandia, Túnez, Egipto, España o Estados Unidos son sociedades diferentes por diversos motivos. Pero en todas ellas había, hay, deseo de democracia. Más democracia, más profunda, más extensa, de más calidad… Hoy, 6 años después, poco ha cambiado. Son muchas las evidencias de que nos encontramos en una especie de cruce de caminos, nuestra encrucijada particular, donde hay que elegir entre opciones que buscan crear más y mejor democracia y las que buscan controlar los excesos de la democracia restringiéndola en el mejor de los casos para una ciudadanía limitada. Lo vemos en elecciones y movilizaciones que están teniendo lugar en diferentes países. El 15M surgió como una movilización de confrontación en una lucha hegemónica por la definición de la democracia. Está en juego quién define lo que es democrático. Es lo que ocurrió en el proceso de tránsito de la dictadura a una sociedad que se quería democrática y continúa pasando hoy en lo local y lo global. El 15M se enraizó en los barrios porque de ahí había nacido y por eso las candidaturas municipales se vieron como una evolución muy natural. Pero el 15M también nacía de movilizaciones como la altermundista que siempre tiene al planeta como objetivo, su sostenibilidad y la justicia global. El 15M en su sexto año intenta trabajar cada vez más lo global consciente de que en Europa está en juego nuestro futuro local y buscando alianzas en todas las partes del planeta posibles para construir desde lo local el otro mundo que continúa siendo posible, necesario e imprescindible.

Publicado en el Nº 306 de la edición impresa de Mundo Obrero mayo 2017

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