Alba Rico. Confirmado: en otros tiempos el planeta Tierra contuvo grandes cantidades de agua. Nuevos estudios demuestran que existieron grandes corrientes terrestres llamadas “ríos” y enormes masas de agua intercontinentales a las que, según tamaño y posición, se denominaban “mares” y “océanos”. Junto a estas formas ya probadas, se aventura la posibilidad de que existieran al menos otras cinco variantes acuáticas de distinta composición química -y emocional- a las que se ha dado provisionalmente el nombre de “aceite”, “leche”, “sangre”, “saliva” y “lágrimas”.
La reciente investigación asegura que, allí donde hoy se encuentra la Cuenca Negra, entre el Desierto de Balasto y el Desierto Salado, hasta hace quince días se agitaban 340.000 millones de metros cúbicos de agua. Es lo que en la jerga científica se conoce como Mediterráneo. Allí, según todas las hipótesis, vientos de levante y de poniente espumaban las olas por encima de un crepitar de 17.000 especies animales y vegetales; allí, aseguran los análisis, nueve matices de azul, doce de verde y tres de gris se sucedían al ritmo de las nubes y según la inclinación del sol; allí, confirman todas las pruebas, un viejo angustiado vio venir una vela negra y un joven astuto sobrevivió a las sirenas y un poeta fallido perdió el uso de la mano izquierda; allí, proclaman las más fundadas suposiciones, se podía sentir al atardecer, en la línea donde cielo y mar vertían sus superficies, la melancolía de los perfiles precisos, la alegría de las pasiones inciertas, la responsabilidad de las historias muy largas.
Parece confirmarse por fin la hipótesis: en otro tiempo en la Tierra hubo vida. “Lo que esta descartado”, concluye el estudio, “es que se tratase de vida inteligente”.
En la Tierra hubo vida.
Ahora los periódicos y la televisión nos dan la noticia.