Alba Rico. Dos años después se ha resuelto por fin el misterio. En marzo de 2008 la marina estadounidense encontró en el fondo del mar, en las costas de Florida, una caja cerrada cuyas dimensiones, forma y material llamaron la atención de científicos e investigadores, despertando en la opinión pública toda clase de especulaciones. Algunos sugerían que había sido lanzada desde una nave extraterrestre; otros que se trataba de un resto de la legendaria Atlántida; y otros la identificaron con la mítica caja de Pandora.
¿Su contenido? Ante las dificultades para abrirla, un escáner reveló que en su interior sólo había un pequeño manojo de llaves. Y de nuevo las conjeturas se dispararon. ¿Qué abrirían esas llaves? Cuando tres semanas más tarde se logró perforar una de las paredes, la sensación maravillosa de un nuevo comienzo, de una salida inesperada y feliz, se apoderó del planeta. La caja fue puesta bajo custodia de la CIA y decenas de agentes recorrieron el mundo, llaves en mano, tratando de hallar (puerta, trampilla o gruta) la cerradura correspondiente. ¿El paso a un tesoro sin fondo? ¿A Otro Mundo Posible? En medio de la crisis, la salvación de la humanidad pareció inminente y segura. “Están a punto de abrirse todas las puertas”, tituló The Sunday,
Pero no. Ayer James Harrison, hijo de uno de los guardianes del museo, metió las tres llaves en las tres cerraduras de la caja y ésta se abrió.
“ Dentro de la caja había unas llaves que sólo sirven para abrir la caja que las guardaba”, ha resumido Hillary Clinton.
La desilusión inicial ha dejado lugar a una nueva fiebre social. Todos se apresuran a comprar y colocar en el salón las cajas que ha comercializado la marca Acme.
“ No se puede abrir, pero a través de la cerradura se ve la llave con la que podríamos abrirla”, dice la publicidad.
Los que fuerzan la caja, lo pierden todo.