Helena López Vallejo | El Periódico. Proyectos socieducativos de barrio se reúnen en L'Harmonia de Sant Andreu para tejer complicidades y compartir aciertos y errores. Jornada de la CASC_CAT: #ASCMobilitza: Animació Sociocultural i Mobilització Social.
El objetivo, uno de ellos, es ir más allá de la idea de pan y circo. Entienden la animación sociocultural como una herramienta para transformar la sociedad y así lo han demostrado en los barrios en los que trabajan: Roquetes, Sant Andreu, El Coll... Ahora quieren ir más allá y tejer complicidades. Buscar un efecto multiplicador de esa transformación compartiendo aciertos y errores. "Barcelona hierve de proyectos, pero está parada en cuanto a movilización social", apunta a modo de autocrítica David Vallverdú, dinamizador de L'Harmonia, lugar elegido para las jornadas de trabajo que organizan este sábado. Daños colaterales del salto a las instituciones de numerosos rostros -cerebros y manos- de los movimientos sociales en la ciudad, que encuentros como este pretenden combatir.
El lugar de la cita no es casual. L'Harmonia se convirtió en símbolo del 'sí se puede' tras la imagen de cientos de personas intentando entrar en un 'casal' por el que llevaban años luchando -y trabajando-, recinto municipal blindado por la policía para evitar el acceso -cosas de la era Trias-, y episodio con final feliz al conseguir la reivindicada gestión del espacio, en el recinto de la Fabra i Coats. "¿Si vivimos un momento dulce? Al menos no es el infierno que era antes", resume Vallverdú.
ABUELAS Y LIBERTARIOS
Pese al escepticismo mostrado por Vallverdú, basta con pisar L'Harmonia a cualquier hora del día para ver que la fórmula de la gestión de un flamante equipamiento por parte de una federación de asociaciones del territorio ha sido una fórmula acertada. Mujeres mayores del barrio que participan en talleres de 'taichí' se cruzan con jóvenes libertarios con una normalidad pasmosa.
El número de participantes en el encuentro y el arraigo en el territorio de los proyectos presentes hablan bien del momento actual de la educación social como motor transformador de los barrios: el propio 'casal', el 'skate park' de Nou Barris o el Kiosk de Sant Boi (en la gran Barcelona). "Buscamos recuperar la idea del espacio público como lugar de decisión, y de la cultura más allá del espectáculo, con una visión política del ocio, poniendo las personas en el centro. La neutralidad no existe", resume Antonio Alcántara, formado en el Ateneu de Nou Barris, referente en la gestión comunitaria en la ciudad (y del circo para dinamizar un barrio) que el año próximo cumple 40 años.
"La animación sociocultural ha de servir para que las personas analicen su realidad de forma crítica y hagan por cambiarla colectivamente desde valores como la cooperación, la ayuda mutua o la solidaridad", resume Alcántara. Un ejemplo que encaja a la perfección con esta definición es el trabajo del Kasal de Joves de Roquetes en las pistas de 'skate' de la Via Favència. "Los chicos lucharon por su espacio y el ayuntamiento acabó escuchándoles", explica Íngrid Pujol, del Kasal de Joves de Roquetes. Pujol da todo el protagonismo a los jóvenes patinadores, pero detrás -o al lado, como prefieren estar- del exitoso #patinailluita, que logró una importante inversión municipal en las abandonas pistas, estaba el trabajo del 'kasal'. Ese trabajo que no se ve, pero que transforma. Ese trabajo que reivindican.