Alba Rico. Rebelion. No parece cansarse nunca ni dejarse intimidar por requerimientos y amenazas. Se le creía vencido o al menos amainado, pero una vez más, burlando a sus perseguidores, el viento ha hecho una de las suyas.
Según nuestro corresponsal en Washington, ayer a las 13.00 h. Paul Hunter Jr., alto directivo del IDAF, abandonó su despacho para una comida de negocios. A sus espaldas, sobre las mesas y en los cajones de su oficina, dejó como siempre miles de cartas sin responder, cientos de peticiones olvidadas, una multitud de documentos acumulados durante años en confuso desorden. De pronto, el viento abrió la ventana y, ante la perplejidad de secretarios y ordenanzas, levantó, arremolinó y ordenó todos los papeles.
“ Llevábamos años trabajando”, ha declarado Hunter. “El daño es irreparable. Ahora tendremos que empezar de nuevo a desordenar el mundo”.
Se ha informado de otros dos sucesos semejantes acaecidos a la misma hora. En Budapest, Rania Ionescu, huérfana de 13 años que pedía limosna en un semáforo, vio su rostro reflejado en el cristal ahumado de un Mercedes y se echó a llorar. Hacía mucho tiempo que no tenía peine. En ese instante el viento sopló sobre su cabeza, dividió limpiamente su pelo negro y se lo peinó en una apretada y alegre coleta.
En Manila, cinco soldados del ejército estadounidense habían pagado a Minelda Arenas, camarera de 25 años, para que se desnudase lentamente. De repente el viento entró por la ventana, le recompuso la camisa y le devolvió púdicamente la falda.
“ No podemos permitir que el viento ordene nuestros papeles”, ha declarado Javier Solana.
“ No podemos permitir que el viento peine a nuestras mendigas”, ha declarado Merkel.
“ No podemos permitir que el viento vista a nuestras mujeres”, ha declarado Berlusconi.
“ Antes de fin de año lograremos detener el viento”, ha prometido el jefe de la Interpol.