Según una encuesta publicada hoy por el INE, solo el 7 % de los habitantes de Filardia no se ha perdido nunca en el bosque ni de noche, agotados y hambrientos, solos y asustados, han visto una luz brillar en medio de la oscuridad de la maleza..
El 53% de los filardianos confiesa haber negociado alguna vez con el ogro o haber aceptado trabajar para los trasgos a cambio de una pera y un televisor.
El 29% de los filardianos reconoce haber entregado a sus hijas y a sus sobrinas al minotauro a cambio de un poco de chocolate.
Únicamente el 11% de los habitantes de Filardia estaría dispuesto a armarse de valor, a salir de casa, a ascender trabajosamente la empinada cuesta y, sin dejar de espantar las avispas, de recoger las moras del camino y de dormir la siesta bajo los árboles, alcanzar el corazón del bosque y atacar al enorme dragón que custodia la cueva, sacudiendo mandobles y aguantando embates hasta la puesta del sol; y luego, tras ser derrotados, volverían una y otra vez -con una florecilla en la oreja- provistos de nuevas fuerzas y mejores armas y, vencidos en innumerables ocasiones después de una larga y enconada lucha, reunirían con paciencia cien, doscientos, quinientos amigos y regresarían sin descanso -festejando en cada fonda la felicidad de estar juntos- para rodear, hostigar, pinchar, molestar, empujar, doblegar, derribar finalmente a la terrible bestia que, con su aliento de fuego y su cola de espinas, mantiene cautivos desde hace tantos años nuestro huerto, nuestros zapatos y a nuestro hermano.
El 93% de los filardianos, en todo caso, preferiría que no hubiera ogros ni trasgos ni minotauros ni dragones en el bosque.