Juan Manuel Sánchez | ApúntateUna | @apuntateuna. Las personas que estamos metidas de lleno en procesos de intervención social sabemos de la importancias de la planificación. Para quienes opinamos que la dinamización sociocultural es un conjunto de procesos que persiguen el cambio social en pos de una sociedad más justa, igualitaria y sostenible, una de las tareas más importantes es la de señalar cuál es la finalidad de las acciones que realizamos con las comunidades con las que trabajamos. En el momento presente estoy participando como docente en un curso titulado “El trabajo por objetivos en proyectos de dinamización social” y uno de los debates ha girado sobre la necesidad de “la vista de pájaro” frente a “la vista de hormiga”, el adquirir una visión global y reflexionar sobre ella frente al activismo cotidiano que en muchas ocasiones no nos deja sistematizar nuestro trabajo. Esa necesidad de planificar tiene para mi una base que he dado en denominar “el SURF de la planificación”.
Veamos a qué corresponde cada letra de las que componen la palabra SURF.
S de soñar, de seducir, de recorrer la senda que va desde el individuo a la visión común.
Toda planificación tiene un primer instante de sueño de utopía tal y como veíamos cuando hablábamos de “La visión y la misión en los proyectos de dinamización sociocultural“. Y en esa senda hay mucho de seducción, de conseguir que los sueños sean compartidos.
U de unir (esfuerzos, voluntades), de unificar (criterios, intereses), de utilizar recursos.
La planificación implica la participación de un conjunto de personas, su coordinación y comunicación. Un esfuerzo grupal donde es necesaria la intervención tanto de las personas destinatarias como de quienes van a realizar las diferentes acciones. Y, por supuesto, partiendo de ser conscientes de los recursos disponibles.
R de reflexión seria y rigurosa sobre las necesidades que se desean satisfacer o los problemas sociales concretos que pretendemos mejorar, de realizar proyectos, de recorrer el camino del sueño a la práctica, de reducción de incertidumbre.
La planificación dota a las iniciativas de una estructura que las sustenta para hacer posibles buenas ideas al explicar qué necesita ocurrir para alcanzar las metas. Tomando como base modelos de planificación debemos darle forma al recorrido entre el sueño y la realidad.
F de flexibilidad en la aplicación, de facilitar, de favorecer valores, experiencias positivas y buenas prácticas.
La labor de las personas responsables de hacer realidad las acciones contempladas en una planificación debemos, ante todo, facilitar los procesos necesarios para que dichas acciones se conviertan en buenas prácticas. Y nuestra labor no debe ser neutra, sino que debemos apostar por favorecer valores que refuercen en un sentido positivo las relaciones entre las personas participantes de tal manera que nos diferenciemos de aquellas otras experiencias que no tienen en cuenta el lado humano. Recordemos como planteábamos este tema cuando hablábamos de fomentar el emprendimiento en jóvenes teniendo en cuenta ciertos valores.
Seguro que si “surfeamos” un poquito cogeremos una buena ola que nos lleve a nuestro destino, resultando una planificación que sea completa (al estar comprendidos todos los pasos necesarios), clara (determinando responsabilidades y tiempos), actual (anticipando nuevas oportunidades), creíble (al visibilizar una estructura, evitando pasar por alto detalles), y eficiente (al maximizar tiempo, energía y recursos).
¿Te subes a la ola?