Alba-Rico | Rebelión. Durante años consiguió mantener el paso. Siempre atenta, veloz, tenaz, supo acompasar el ritmo de su vida a las exigencias del presente. Con esfuerzo y tesón, a menudo estresada, siempre disciplinada, volcada hacia delante con las mandíbulas duras, supo mantenerse permanentemente al día. En 1999 se vestía como una mujer de 1999 y visitaba los restaurantes propios de 1999. En el año 2001 veraneó donde veraneaban las mujeres de 2001 y compró el coche del año 2001. En 2003 puso una típica zancadilla de 2003 y sufrió la típica desilusión del año 2003. En 2005 se hizo por primera vez un lifting y un año más tarde cambió dos veces de teléfono móvil y una vez de ordenador. En 2006, sin dejar de mirar a su alrededor, con sostenido pedaleo, sucumbió al habitual enamoramiento del año 2006, hizo la habitual dieta del año 2006 y aceptó con abnegación la habitual revisión horaria del año 2006.
Pero hace dos años, Clara Inclán se distrajo un momento y se retrasó un día y luego, sin saber por qué, un mes entero. Mientras todos sus amigos vivían sin aparente esfuerzo en marzo de 2009, Clara Inclán seguía todavía en febrero del mismo año. Intentó acelerar. Pidió un crédito y se compró una casa. Se operó por tercer vez los pechos. Se acostó con su jefe. Tomó drogas de diseño y antidepresivos. Empezó a dormir poco, tratando de recuperar terreno por la noche, y hasta hizo ejercicios para aprender a volar, levantar montañas y atravesar paredes. Llena de angustia, se apuntó a un curso de telequinesia y ubicuidad global.
Ahora Clara Inclán se ha quedado definitivamente atrás. Mientras el mundo vive en agosto de 2011, ella permanece anclada en diciembre del año 2010, en el día en que caducó su nariz y venció su hipoteca.
Por fortuna no está sola. Su ex-novio, Carlos Mellizo, despedido del trabajo, y otras 88.973 personas se han quedado a esperarla.