Pero hace dos años, Clara Inclán se distrajo un momento y se retrasó un día y luego, sin saber por qué, un mes entero. Mientras todos sus amigos vivían sin aparente esfuerzo en marzo de 2009, Clara Inclán seguía todavía en febrero del mismo año. Intentó acelerar. Pidió un crédito y se compró una casa. Se operó por tercer vez los pechos. Se acostó con su jefe. Tomó drogas de diseño y antidepresivos. Empezó a dormir poco, tratando de recuperar terreno por la noche, y hasta hizo ejercicios para aprender a volar, levantar montañas y atravesar paredes. Llena de angustia, se apuntó a un curso de telequinesia y ubicuidad global.
Ahora Clara Inclán se ha quedado definitivamente atrás. Mientras el mundo vive en agosto de 2011, ella permanece anclada en diciembre del año 2010, en el día en que caducó su nariz y venció su hipoteca.
Por fortuna no está sola. Su ex-novio, Carlos Mellizo, despedido del trabajo, y otras 88.973 personas se han quedado a esperarla.