Santiago Alba-Rico | Rebelión. Llega desde España una inquietante noticia que ha alertado a todas las agencias de evaluación y que obligará probablemente al presidente del gobierno a adelantar el final de sus vacaciones: los Pirineos, la conocida cadena montañosa que separa Francia de la península ibérica, se está desinflando. “No sólo las montañas están perdiendo claramente altura”, ha declarado un ganadero navarro, “sino que las piedras y las praderas se están reblandeciendo”. El temor de que puedan reblandecerse también las vacas y las ovejas se ha generalizado entre los empresarios del sector.
Al parecer, el fenómeno no se limita al sur de Europa. Algunos testimonios sin confirmar insisten en que lo mismo estaría pasando en EEUU, en el Estado de California, cuyas milenarias sequoyas estarían perdiendo consistencia, así como en el Desierto Blanco de Egipto, que habría empezado a arrugarse a primeras horas del pasado viernes. Según testigos presenciales, en Singapur y Tokio estarían perdiendo aire las farolas y los muebles de oficina; en Sidney, los animales domésticos.
Consultado Jonathan Bubaker, coordinador general del Ajuste Geológico Global, ha tranquilizado a la opinión pública internacional: “Cuando decidimos duplicar el mundo hace once años, sabíamos que podían producirse algunos pequeños desarreglos menores, pero descartamos de manera tajante la posibilidad de recurrir de nuevo al original. La gente no podría soportarlo y nosotros perderíamos credibilidad”. El coordinador del AGG ha excluido que pueda producirse un “deshinchamiento global”: “Nuestros coches, nuestras casas y nuestras mujeres no se están desinflando”.
Bubaker, en todo caso, ha aprovechado para recordar que el año que viene habrá que colorear de nuevo los pinos, el mar y las cerezas. “Necesitamos voluntarios. Si queremos mantener esta ficción, todos tendremos que echar una mano”, ha concluido.