Javier Gallego "Crudo" | Diagonal Periódico. Todas las palabras que me sugiere el 15M me remiten a la idea de volver: recobrar la palabra y el compromiso, recuperar la ilusión y la democracia, rescatar personas y emociones compartidas, reapropiarse de la calle y de la política, reencontrarnos con los otros y con nosotros mismos. Rescatarnos.
Foto: Olmo Calvo |
Siempre se pone el acento en lo que inventó, pero es más lo que recuperó. Nos recuperó como sociedad que puede y debe participar, influir, discutir, actuar. Nos hizo recobrar la lucidez que habíamos perdido, embrutecidos y emborrachados por las burbujas del espumoso crecimiento continuo. Dormíamos, despertamos. Nos perdimos y nos reencontramos. Nos recuperamos a cada uno de nosotros. El 15M ha sido la verdadera y más genuina recuperación de esta crisis.
Así que, además de un movimiento de progreso, es un regreso. A la conciencia crítica. A la movilización. Al activismo. A la protesta. A las bases. A los barrios. Al espacio público. A la emoción compartida. Al origen. El 15M es original no sólo porque actualizó las formas de participación, sino porque nos devolvió al principio y a los principios.
Y en el principio, fue el verbo. El primer logro del 15M fue devolvernos la palabra. Es el origen de todo lo que vino después. Una vez tienes el discurso y nombras la realidad, es cuestión de tiempo que empieces a construirla. La palabra es un arma cargada de futuro. Se tomó la plaza para romper a hablar, incluso a llorar por haber recobrado la voz que se creía perdida. Se recuperó la calle para restablecer el ágora.
El 15M nos dio un marco de diálogo que el marco existente nos negaba. Nos permitióreconquistar el lenguaje porque nos habíamos quedado mudos. Peor aún. Nos habíamos quedado callados. Y el que calla, otorga.
Algunos, incluso, aprendieron a hablar. Aprendieron el idioma de la política que les había estado vedado, que había quedado restringido a las élites y ámbitos de decisión. Ellos nos contaban el cuento como les convenía contarlo. La crisis es inevitable como una catástrofe natural, decían, no tiene más responsables que vosotros mismos, que habéis vivido por encima de vuestras posibilidades.
No hay nada más efectivo para infantilizar a una sociedad y gobernarla como un padre indiscutible, que mantenerla en el analfabetismo político. Tú, niño, no abras la boca que de esto no sabes. Pero una vez que recuperamos el habla, empezamos a discutirle al padre sus decisiones. De ahí a matarle simbólicamente va un paso, y a este padre había que matarlo porque nos estaba devorando como Saturno. Empezamos a corregir la versión oficial. Aprendimos también a traducir la neolengua que inventaron para confundirnos. Ya no era una crisis, era una estafa. No era un rescate, era un secuestro.
Era un secuestro y el 15M fue la liberación. Nos soltamos de ellos y salimos de nuestro ensimismamiento. Fue un reencuentro, como el que tiene el cautivo con la vida que dejó antes de que le encerrasen. Volvimos a hablar con los nuestros, con nuestros vecinos, y volvimos a sentirnos acompañados, a compartir los sentimientos, la alegría del que regresa a casa, y volvimos a vernos en el espejo que nos habían quitado durante el cautiverio. Nos dejamos ir, nos tomaron, nos arrebataron y ahora nos estamos reapropiando, no sólo de lo público, también privadamente cada uno estaba volviendo en sí.
Pero uno nunca vuelve a ser el mismo después de un secuestro. Por eso como dijo Nacho Vegas en un reciente disco, nos resituó. El golpe de la crisis que nos hizo perder el sitio nos permitió encontrar otro. Ese lugar es el 15M, es el sitio en el que muchos nos sentimos desde entonces, un lugar emocional, un estado mental, una forma de ser.
El 15M no sólo se mudó a los barrios, nos mudó la piel. Desde ese lugar invisible y compartido, desde esa plaza que ahora llevamos dentro, empezamos a ver un horizonte que antes estaba tapiado. Recobramos la capacidad de imaginar un cambio y en eso estamos.
Nos hizo recuperar la ilusión y la sonrisa, pese a la tristeza y desilusión que nos rodeaba y nos rodea. No nos habían quitado sólo la palabra, la plaza y la voluntad, nos habían quitado lo que nos mueve, la esperanza, y el 15M nos hizo rescatarla.
Eso es y sigue siendo cinco años después. La posibilidad de que haya posibilidades. El no lugar, la utopía, hacia la que caminamos.