"Nadie ignora todo, nadie sabe todo. Todas sabemos algo. Todas ignoramos algo. Por eso, siempre aprendemos”.
Paulo Freire
Si todas sabemos algo, todas podemos enseñar y aprender de todas. Resulta que mi alumnado sabe gestionar redes sociales, bailar zumba, domina las películas, libros o series de moda, sabe de teatro social, pintar caras, evaluar de manera participativa y grupal, globoflexia, yoga, capoeira, ... y algunas ya tienen experiencia profesional en el sector sociocultural.
Entonces, ¿por qué seguir privilegiando nuestro conocimiento académico sobre el conocimiento experiencial de nuestro alumnado?
¿Compartimos o acumulamos? ¿Buscamos la participación del alumnado o seguimos dando la clase solas? ¿Pretendemos cambiar algo o queremos quedarnos cómo estamos?
Cualquier miembro de una comunidad aprende de los otros, una situación cotidiana en mi aula, pero que en contadas ocasiones explicito.
Un Banco Común de Conocimientos permitiría evidenciar la realidad, de que yo (como docente) también aprendo del alumnado.
Banco Común de Conocimientos (BCC) es un proyecto del colectivo Platoniq y Zemos98, con el apoyo de un amplio grupo de profesionales de diversos campos y colaboradores puntuales que ofrecen e intercambian sus conocimientos.
BCC tiene como objetivo desarrollar, crear y proteger espacios de intercambio y transmisión libre de conocimientos, potenciar el saber como un bien común que permita seguir aprendiendo, y encontrar estrategias más eficaces que desemboquen en nuevas formas de comunicación, formación o participación ciudadana.
Incorporarlo seria tan sencillo como que toda la comunidad (alumnado, exalumnado, profesorado, conserjes, ...y toda aquella que se sienta parte) exponga aquello que quiere aprender por un lado y aquello que puede enseñar por el otro, a partir de lo cual se podría organizar una experiencia de intercambios (en el aula y fuera del aula). Yo quiero aprender a utilizar el twitter y soy capaz de enseñar Zumba; yo quiero aprender capoeira y soy capaz de enseñar como organizar un torneo de futbol; yo quiero que alguien me enseñe globoflexia y soy capaz de enseñar inglés.
Algo parecido ya estamos haciendo, pero valdría la pena sistematizar la experiencia, introduciéndola en la programación, y procurando espacios y tiempos adecuados. No me parece una faena demasiado complicada si tenemos voluntad.
Un BCC en el aula, permite darle el protagonismo al alumnado, potenciando su autonomía y su responsabilidad en el acto pedagógico.
Sistematizar esta realidad empoderaria al alumnado como creador de conocimientos. Un BCC nos permite entender la dimensión política del acto pedagógico y darle la vuelta a las dinámicas de poder.
[Vale la pena recordar el objetivo: que el aprendizaje al fin suceda].