La emergencia del movimiento “noche en pie” en las plazas francesas ha abierto el debate sobre cómo conseguir la coordinación de las luchas y el desarrollo del movimiento.
Jean-Patrick Clech | Traducció: Matthias Flammenman | La Izauierda Diario
Hay algo profundamente reconfortante en “noche en pie”, especialmente en su forma parisina en la Plaza de la República: es el costado galo de este pueblo tan terco. Los ocupantes están rodeados de policías, estacionados en las cuatro esquinas de la Plaza, montando guardia. Todas las mañanas, con una regularidad sincronizada con el reloj de la torre de la municipalidad de la capital socialista, se produce el desalojo. Con una constancia obstinada, algunas horas después, aquí están los ocupantes otra vez, para estar de nuevo en Asamblea General, por la noche, un poco más numerosa que la anterior. En menor escala, otras plazas y lugares en Francia, en el comienzo de la primavera social, están ocupados. El movimiento, que crece, es portador de esperanza. En todas partes, una misma consigna entre los jóvenes y menos jóvenes, representantes de un “pueblo de izquierda” en peligro: enfrentarse a este gobierno de falsos socialistas.
Hay bastantes políticos que no nos representan, que traicionan sus promesas, que se dicen de izquierda y que les sirven mejor que la derecha la sopa a los patrones, mientras que se involucran en todos los escándalos, maltratan a los jóvenes, cuando no los asesinan. Entran también en este reparto de roles, los sindicatos que firman todas las contrareformas de primera mano (o casi), los que dicen oponerse y después ceden, en fin, los que hace ruido, pero le dejan ganar tiempo al gobierno. Estas son jornadas de acción, que saltan de una a otra sin continuidad, aunque las condiciones estuvieran dadas, frente a un gobierno extremadamente debilitado para hacerlo replegar, si nos quedáramos, al mismo tiempo, todos juntos, más que veinticuatro horas.
Mientras que el movimiento de los Indignados de 2011 no tuvo repercusión en su momento en Francia, ¿este golpe será el mejor? ¿La noche en pie permitirá barrer y dirigir la pelea hasta el final? ¿Será ésta la continuación del movimiento que crece en contra de la Ley de Trabajo? Sí y no.
Sí, en la medida en que el movimiento exprese la misma voluntad de batallar contra el gobierno y exprese la necesidad de encontrar una perspectiva con continuidad en el tiempo, independientemente de la estrategia zigzagueante de las jornadas de acción que nos reserva hasta ahora la Intersindical.
No, en la medida en que la ocupación de una plaza, aun siendo la central, no tiene el mismo alcance que un bloqueo en la producción o en la circulación de la capital. En todas esas plazas ocupadas, de un lado y del otro del Mediterráneo en 2011, en Egipto y en Túnez, el movimiento desembocó en un cambio en los regímenes vigentes, en razón de la combinación de la lucha de la juventud y de los trabajadores que se movilizaron. Sólo el retroceso de las luchas condujo a la situación actual. En Grecia o en el Estado español, en cambio, el movimiento en las plazas, en Sintagma y en Puerta del Sol, sólo permitió desnudar “la casta”, sin poder hacer realmente mella. El resultado en las urnas, con la traición de Syriza y, hoy, las maniobras y concesiones de Podemos, no es lo más glorioso que pudo suceder.
Es por estas razones, también, que es necesario que las plazas, en esta primavera francesa, sean un lugar de rebote para el movimiento contra la Ley de Trabajo y no una culminación; un espacio que permita poner en el centro la convergencia de las luchas y del “todos juntos”, es decir, en última instancia, construir la huelga general.
Al elegir una referencia, entonces, es más un Mayo del ´68 -que debería llegar hasta el final-, sumando “jóvenes y trabajadores” en un enfrentamiento para la huelga general, sin negociación, más que un “1789 de ciudadanos 2.0.”
La historia nos dice, por otra parte, que, si nos unimos todos y todas en la lucha de clases, desde nuestros lugares de trabajo y de estudio, los legionarios no podrán oponerse a este “todos juntos” de Asterix. Esto es a lo que el gobierno le tiene miedo. Es por eso que es necesario continuar el combate para hacer rebotar, en el terreno social, toda la riqueza, la cólera y toda la alegría que vemos expresarse en La República y en otros sitios.
Traducción: Matthias Flammenman.