Alessandro Baricco los llama bárbaros. Michel Serres nos presenta a Pulgarcita y a su compañero. Hay quien habla de cyborgs, de transhumanismo y hasta de posthumanismo. La hipótesis es clara: vivimos un momento de cambio que va más allá de una revolución tecnológica (del tipo de la imprenta): en esta ocasión es el cuerpo mismo el que se metamorfosea. También cambian las maneras de relacionarse y las maneras de aprender.
¿Cómo conseguir que esos seres extraños aprendan? No hay recetas mágicas.
Excepto quizá centrarse en el alumnado.
Les he preguntado cómo les gustaría que les llamase en esta entrada... DiverGentes, han decidido.
Pero para centrarnos en él, habrá que conocerlo. (NOTA. Soy profesor de un Ciclo Formativo de Grado Superior de Animación Sociocultural i Turística. Y me han dicho que son DiverGentes, porqué, simplemente no coinciden con las ideas y tendencias sociales, culturales o económicas del cole (y del profesorado). Y porqué son Gente Diver.
Quienes culpaban a la agresividad, crearon Cordialidad; los que culpaban a la ignorancia, se agruparon en Erudición; contra el engaño surgió Verdad; contra el egoísmo, Abnegación, y contra la cobardía, Osadía. A los dieciséis años, cada individuo debe elegir si permanecer en la facción de sus padres o cambiarse. Si se cambia, tendrá que renunciar a volver a ver a su familia. Tras la Ceremonia de Elección todos los chicos deben pasar por un proceso de iniciación en cada facción: el que no lo supere se quedará Sin Facción, convertido en un paria.
Seguramente les gustaría parecerse a los protagonistas de la trilogia...
Saturadas de información las diverGentes viven en un enorme libro abierto, donde todo está a dos clicks distancia. Están conectadas con otras culturas y mantienen una comunicación primordialmente visual e instantanea. Les cuesta mantener la atención a todo aquello que no les otorgue un resultado instantaneo. a corto plazo. Mejor si no ocupa memoria (como el SnapChat).
Su aprendizaje es flexible y móvil. Son conscientes de que la educación no es una etapa cerrada y acabada de la vida, ni limitada a espacios concretos. Las aulas, deshabitadas, les resultan territorio hostil. Desconfían de los entornos formales, del sistema educativo tradicional y de sus guardianes. Dan poco valor a la cultura tradicional en general y manifiestan lagunas de expresión oral y escrita.
No soportan al profesor transmisor de contenidos. Buscan un creador y consumidor de los mismos. Son multi-modales, y por ello demandan múltiples formas y canales de aprendizaje.
Muestran creatividad y adaptabilidad a los entornos laborales emergentes. Qué remedio.
Fallan porqué el sistema les falla: intentamos motivarlas, comunicarnos, que aprendan con métodos del siglo XX (o del XIX). Demandan entornos interactivos porqué quieren interactuar como en casa o en el bar. No lo dudes.
Y se ven inmersas en una batalla campal que no entienden, ignoradas, mutiladas en su capacidad de tener voz y voto, con un derecho universal para tener educación, pero sin que nadie les pregunte, sin el privilegio de decidir que quieren saber y cómo quieren aprenderlo.