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Hace unos días Portland anunciaba la puesta en marcha del mayor servicio «sharing» y «smart» de bicletas de EE.UU. La grandilocuencia del titular hay que reconocer que conseguía su objetivo, en menos de dos minutos estaba leyendo todos los detalles en el artículo, sorprendida, una vez más, por la capacidad para vaciar de significado los conceptos más básicos. Casi tanto como para preguntarse si la cultura sharing existe como tal en el país que se enorguellece de ser la cuna del nuevo cambio social.
Natalia Fernández | El Correo de Las Indias
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Pero los bienes y servicios municipales no son «commons» y los alquileres de vehiculos de una flota propiedad de una empresa no son «colaborativos». Confundir las cosas solo puede llevar a la confusión y la decepción.
Tom apuntó que ciertamente, la cultura anglo y la ausencia de políticas públicas en EE.UU tendían a distorsionar los términos «commons» (procomún o comunal) y consumo colaborativo|«sharing» (consumo colaborativo). Los servicios municipales de bicicletas o car-sharing por mucho que se usen de forma compartida -un vehículo, muchos usuarios- no generan ninguna forma de comunal ni sonconsumo colaborativo. Son meras extensiones de los servicios de transportes, en nada diferentes cuando son de propiedad pública a otros servicios públicos y cuando son de propiedad privada a una empresa de alquiler de coches.
Commons/Comunal/Procomún: la propiedad y la gestión son comunitarias, no estatales
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¿Pero la propiedad pública no es por definición la propiedad común de los ciudadanos? ¿Todo bien público municipal no sería por definición «comunal» o «comunitario»? No. Los bienes de titularidad pública se gestionan a través de instituciones específicas que deciden cómo se utiliza y a qué se destinan los beneficios. Los ciudadanos no toman parte directa en la gestión y decisión sobre esos bienes y su uso. No son comunitarios.
La empresa municipal de autobuses de cualquier ciudad puede ser un bien de titularidad pública, propiedad del ayuntamiento o de la comunidad autónoma. Pero no es un bien comunal. El ejemplo clásico de comunal serían los pastos o las tierras comunales de muchos pueblos, propiedad colectiva de sus usuarios, que gestionan de forma directa su uso. La empresa de transportes podría ser parte del comunal urbano si fuera, sencillamente, una cooperativa de usuarios.
Sharing/colaborativo: se comparte la propiedad personal
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Estamos un paso más allá de las mentiras habituales sobre la «sharing economy»: una cosa es exagerar las expectativas, otra muy diferente confundir los conceptos. Pero ¿hacía falta?
¿Hace falta confundir?
- Cuenta con el patrocinio de una empresa privada que asegura su funcionamiento durante los primeros 5 años
- El sistema está conectado con el sistema de transportes de la ciudad
- Existe un acuerdo con el gobierno de la ciudad para la ubicación de puntos de recogida
- Una empresa privada se encarga de la gestión del servicio
Más bien parece un caso de libro de colaboración público-privada en el que todos salen ganando. La ciudad ofrece un servicio sin soportar el coste de su mantenimiento, la empresa patrocinadora pasa a estar presente en los principales puntos de la ciudad, y contar con miles de anuncios sobre ruedas, la empresa gestora opera con garantías y riesgo cero durante los primeros cinco años de vida del proyecto, el ciudadano cuenta con un nuevo medio de transporte. ¡¡Es fantástico!!
Sin embargo, la difusión del proyecto se realiza bajo unos términos que poco tienen que ver con su naturaleza. Y seguramente no haya ánimo de engaño, pero sí una dificultad para entender los diferentes roles del Estado, las empresas y las comunidades. Y sin embargo, definen una tendencia, un marco de comprensión que se convierte paulatinamente en un nuevo estándar del lenguaje político.
Conclusión
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