En los últimos años estamos contemplando como aparecen distintas opciones electorales que tratan de dar respuestas al descrédito de nuestro actual modelo de democracia representativa.
La aparición con gran fuerza de nuevas opciones políticas (principalmente Podemos y las candidaturas municipalistas) no solo responden a la crisis del modelo representativo y a demandas de regeneración política. Junto con la crisis del régimen del 78 podemos encontrar otras causas socio económicas, la crisis de la socialdemocracia, el estancamiento económico junto con el desmantelamiento del estado del bienestar y de los servicios públicos contribuyen, pero en este post me voy a centrar en las cuestiones referentes a la crisis del modelo representativo, un factor importante ya que va a perdurar independientemente de los ciclos económicos.
El 15m supuso un momento de ruptura democrática, las organizaciones políticas que podrían haber servido de cauce para estas reivindicaciones no fueron capaces, por sí mismas, de servir de cauce de este movimiento, desde entonces estamos en un momento de agregación y construcción colectiva de un nuevo actor político que desde 2014 decide tener presencia en las instituciones.
Para la participación en las instituciones y en el “juego electoral” tenemos la obligación de dotarnos de candidatos, líderes, cargos, representantes legales, fórmulas jurídicas, etc., en muchas ocasiones estas obligaciones vienen impuestas por el sistema legal, y en muchas otras son los medios de comunicación y las dinámicas de la vieja política las que nos obligan a funcionar de determinada manera. Y una vez entramos en las instituciones esta nos marca en gran medida el ritmo y las formas.
Si queremos construir una aunténtica alternativa que genere una verdadera fuerza de cambio las nuevas organizaciones políticas, son el espacio más atractivo para construir esa alternativa, es el mejor sitio desde donde podemos construir una nueva democracia.
En nuestro modelo parlamentario los partidos políticos cumplen una función de agregación de individuos para ejercer su soberanía, en teoría son productores de discursos colectivos y de control político sobre los representantes.
No obstante los partidos se han comportado como una estructura de poder cuyo principal objetivo es la supervivencia como organización y la victoria electoral, en este escenario el sistema democrático se distorsiona dejando de ser los partidos herramientas mediante la que los ciudadanos pueden ejercer su soberanía.
El descrédito de los partidos políticos está provocando nuevos modelos donde el partido pierde poder, si ese poder que pierde el partido no se reparte con la ciudadanía provocará una gran decepción en quienes desde del 15m tienen la esperanza en un cambio del modelo de representación actual. La nueva política pasa por tratar a los ciudadanos como personas adultas, capaces de tomar sus propias decisiones, tratar a la ciudadanía como menores de edad es a largo plazo una garantía de fracaso de cualquier propuesta política.
Con la desaparición del partido político como herramienta para la participación política ese poder que tenían los partidos, si no recae en otras estructuras y herramientas participativas, será asumido por los propios cargos institucionales, convirtiendo paradójicamente unas demandas de mayor participación en un proceso de concentración de poder en individualidades.
Existe una serie de funciones que antes realizaba el partido, no los cargos electos, el programa, la confección de listas, la gestión de primarias, los procesos internos, el discurso y la agregación o relación con otros actores políticos.
En muchas ocasiones las nuevas candidaturas han puesto en marcha herramientas de participación no vinculantes y en muchas ocasiones con una intención más comunicativa/propagandística que la de creación de contrapoderes, herramientas que cuando se usan para poner en marcha algo contrario a la intención de las cúpulas son neutralizadas, tenemos el ejemplo de las iniciativas ciudadanas populares de podemos, la plaza podemos (reddit) o las asambleas en la calle (los círculos) que no solo tienen cada vez menos participación sino que no son percibidas como herramientas reales de contrapoder frente a los cargos electos.
Se hace por lo tanto necesario la creación de organizaciones políticas que funcionen con nuevas metodologías, que produzcan lo que antes producían los partidos, estas nuevas organizaciones políticas están llamadas a encauzar la participación y la inteligencia colectiva.
Para crear organizaciones con protagonismo ciudadano y que represente un verdadero contrapoder a los cargos institucionales son totalmente insuficientes los eventos públicos y multitudinarios que se convocan cada cierto tiempo como las rendiciones de cuentas o asambleas en la calle.
Además de espacios abiertos a toda la ciudadanía, y herramientas de participación excepcionales, como las primarias o los revocatorios, es necesario un espacio ciudadano de producción política para las personas que, involucradas en el proyecto político, desean implicarse y asumir responsabilidades sin pasar a ocupar un cargo público, sin tener que renunciar a su puesto de trabajo y a su intimidad, sin tener que convertirse en un personaje público, y sin tener que participar de un proceso competitivo de selección que implica cierto esfuerzo por “venderse”, además de significar un sacrificio incompatible con muchas profesiones ya que exigen cierta dedicación y compromiso.
Esta comunidad política sería el mejor cordón umbilical entre los cargos políticos y la ciudadanía ya que ofrece un feedback y una conexión con la calle y con los problemas reales de la gente más directa. Además deberían ser los garantes del buen funcionamiento de los procesos participativos.
Es imprescindible identificar esta comunidad política y crear estructuras amables que faciliten la participación de distintos perfiles, desde personas con cierta formación y conocimientos que nos ofrecen sus capacidades a demanda y que tienen un menor sentimiento identitario de pertenencia hasta perfiles militantes que ofrecen una dedicación limitada pero más constante y comprometida.
Esta organización puede establecer relaciones y alimentar alianzas con otras organizaciones, movimientos y actores políticos.
Lo primero para crear estas estructuras ciudadanas es identificar esa comunidad política y establecer herramientas de trabajo digitales y presenciales compatibles con los distintos perfiles, así como establecer herramientas de interacción entre ellos y de toma de decisiones.
Además de las estructuras clásicas militantes (comisión de comunicación, comisión de extensión, comisión jurídica, etc.) para conseguir la participación de otro tipos de perfiles se deben crear dispositivos como bancos de talentos y expertos en determinadas temáticas (economía, medio ambiente, migraciones, vivienda, etc.) y colaboradores puntuales (artistas, juristas, periodistas, informáticos, audiovisuales, etc.) a los que poder pedir colaboración para actividades concretas.
Si queremos realmente organizaciones amables con todo tipo de perfiles (mujeres, jóvenes, mayores, parados, trabajadores, etc.) se debe tener en cuenta la conciliación familiar, con horarios y periodicidades compatibles con el trabajo y la vida en familia. También serán necesarias herramientas digitales para seguir el ritmo de la organización cuando la vida privada no permite la asistencia a reuniones e incentivaría la organización actividades que refuercen los lazos humanos entre los miembros de la organización.
Una vez creados estos espacios de participación política compatibles con las personas “normales” será imprescindible que esta comunidad política tenga herramientas de comunicación que permitan interactuar entre los distintos grupos, tanto comisiones estables de trabajo como colaboradores puntuales. Estas herramientas de comunicación sirven para tener una visión global de lo que está haciendo la organización y el rol que cumple cada uno, y por último herramientas de toma de decisión ágiles.
Esta organización puede jugar un papel importante en la elección de cargos intermedios evitando que sean un diseño jerárquico por parte de las cúpulas, cargos que no pueden ser elegidos por la ciudadanía ya que no pueden tener un conocimiento de todas las personas vinculadas a la organización.
Esta organización también debería ser la que gestione y aporte cierta garantía a los procesos de participación abiertos a la ciudadanía, creando herramientas de democracia popular y manteniendo una relación estable, amable y directa con los movimientos sociales.
Una vez termine el año electoral, tendremos tiempo de aprender de lo andado, las candidaturas municipalistas totalmente autónomas, con las que hemos sembrado todo el pais, serán laboratorios donde poner en marcha distintos modelos organizativos y de democracia.
Tras el 20D, pasado el tiempo de encuestas, tertulianos y votaciones, comienza la construcción desde abajo de un nuevo espacio de construcción política.
Este artículo fue publicado originalmente el 21 de octubre de 2015 en el blog Manje.net