Joan Subirats | ElPaís. Crece la urbanización en todo el mundo. No tanto las megaciudades, sino que cada vez más las que crecen son las ciudades de tamaño medio. Un mundo más urbano. Una ruralidad también más urbana, más conectada, con más oportunidades. Cada peldaño que ascendemos en la globalización, lo avanzamos también en una presencia y conexión mayor de ciudades. Como afirma Benjamin Barber (Si els alcaldes governessin el món, Arcadia Editorial), las ciudades viajan globalmente mejor que los Estados. Es más fácil entenderse entre los alcaldes de Amsterdam, Bogotá, Nairobi y Barcelona, que entre los presidentes de cada uno de esos países. Tienen más cosas que les acercan y les unen, y menos cosas que les distancian y enfrentan. Lo comprobamos cada día que pasa.
La tímida reacción de los países europeos en el tema de los refugiados contrasta con la rapidez con la que muchas ciudades se han movilizado. La iniciativa que lanzó Ada Colau desde Barcelona de las “ciudades refugio”, ha conseguido rápidamente adhesiones. No solo de las ciudades que se reunieron este fin de semana en Barcelona (Madrid, Zaragoza, Pamplona, Cádiz, A Coruña, Badalona y Santiago de Compostela), sino de muchas otras más de Cataluña, del resto del Estado e incluso de algunas europeas que quieren añadirse a la red.
Mientras la vicepresidenta de Rajoy decía el viernes que las cosas no podían hacerse deprisa y corriendo y que tenía que ser el Gobierno el que reuniera y coordinara ordenadamente al resto de Administraciones, los refugiados apiñados en Budapest empezaban a caminar hacia Austria, y en cinco horas se recibían más de mil propuestas de colaboración ciudadana en la dirección ciutatrefugi@bcn.cat que el Ayuntamiento dispuso al efecto.
En estos momentos hay 40 espacios habilitados para refugiados en Berlín, que acogen hasta 11.000 refugiados, y se crearán otros tantos antes de que acabe el año. El esfuerzo que están haciendo muchas ciudades alemanas es notable, y ese esfuerzo no sería posible sin las facilidades que genera el compartir responsabilidades en el escenario local entre autoridades municipales, entidades del tercer sector, voluntarios de todo tipo y vecinos dispuestos a acoger y cuidar personas. En una declaración reciente de Eurocities se pone de manifiesto la incomodidad de las ciudades al ser espacios donde se dirimen las condiciones de vida de los que buscan asilo y refugio, pero que en cambio cuentan con muy pocos medios para afrontarlo. Hay una clara desproporción entre las ciudades y su posición clave en la calidad de vida de la gente (por proximidad y relevancia), y su marginalidad en las responsabilidades y capacidades legales y económicas al respecto.
Hay muchas dudas e incertidumbres sobre cómo gobernar un mundo más complejo y en el que cada vez funciona menos la lógica westfaliana de los estados-nación arreglando cosas a través de interminables reuniones de diplomáticos y especialistas. Se necesitan otras perspectivas. En octubre del 2016, en Quito (Ecuador) va a celebrarse la Conferencia de las Naciones Unidas Habitat III. Se trata de una conferencia que se celebra cada veinte años. La primera se hizo en Vancouver en 1976 y se centró esencialmente en los asentamientos ilegales en las periferias de las grandes urbes de los países en desarrollo. La segunda fue en Estambul, y el tema clave fue la gran asignatura pendiente de la vivienda. La próxima tendrá como un tema estrella el asunto de la gobernanza, la concepción de lo público y de lo común en un mundo cada vez más conflictivo, heterogéneo y difícil de gobernar.
El conocido experto en relaciones internacionales de Harvard, Joseph S. Nye, hablando de futuros escenarios de gobernanza en la era de Internet, mencionaba como uno de los más probables el de las mega-ciudades o ciudades-estado capaces de controlar y gobernar extensos territorios y establecer pautas de intercambio y colaboración entre sí. Todo apunta a un papel más y más relevante de las ciudades y de sus áreas metropolitanas en el escenario de la gobernanza global. Es donde vive la gente. Personas con más recursos y capacidades para decidir por sí mismos. Como podemos comprobar en el tema de los refugiados, es la gente la que actúa y se moviliza. Va por delante de los Gobiernos. Asume protagonismo y responsabilidad en los temas globales y centrales de dignidad, justicia y solidaridad.
Joan Subirats es catedrático de Ciencia Política de la UAB