Una reflexión de Salvador Rodríguez Ojaos sobre la educación en tiempos de crisis. Su propósito es "provocar" a los lectores, a través de metáforas, opiniones, experiencias..., para que revisen sus ideas sobre la educación, para que evalúen y (si lo consideran oportuno) replanteen su práctica educativa.
El caso es que, en los últimos días, he recibido algunos comentarios a mis últimos post en los que me piden que vaya un poco más allá y haga una propuesta concreta de alternativas a la práctica educativa tradicional. Aunque no soy partidario de dar "recetas" que puedan aplicarse de manera indiscriminada en cualquier contexto de aprendizaje, me he atrevido a recoger en un decálogo algunas prácticas educativas que pueden llevar a cambiar el paradigma imperante en la educación actual.
Decálogo de prácticas educativas innovadoras
1. Dar más voz a los alumnos. Como norma general, en una clase el docente no debería hablar más de un tercio del tiempo de la sesión. Los otros dos tercios, la palabra debe estar en posesión de los alumnos. Debemos acabar con las lecciones magistrales para convertir las clases en verdaderas ágoras donde todos tienen voz. "Los docentes deben hablar menos para que los alumnos aprendan más."
2. Abrir el aula a otras voces. Es interesante que, al menos, una vez por semana la voz que se escuche en el aula no sea la del docente ni la de los alumnos. Se debe abrir el aula para que otras personas (familiares de los alumnos, otros docentes del centro, profesionales de distintos oficios, autores literarios, etc.) expliquen sus experiencias, sus conocimientos... Es una experiencia muy motivadora y enriquecedora.
3. Plantear retos. Para que el aprendizaje sea significativo no podemos dedicarnos exclusivamente a transmitir datos y conceptos para que los alumnos los memoricen. Debemos despertar su curiosidad a través de retos que deben resolver buscando información, investigando y planteándose interrogantes. Más que enseñar a dar respuesta a preguntas y resolver problemas debemos enseñar a plantear preguntas y problemas. Es importante que los alumnos entiendan la aplicabilidad en la vida cotidiana de aquello que aprenden, que le encuentren sentido.
4. Potenciar el espíritu crítico y el carácter emprendedor. Fue Jean Piaget quien dijo que "El objetivo principal de la educación es crear personas capaces de hacer cosas nuevas, y no simplemente repetir lo que otras generaciones hicieron." Por eso, es importante que, al menos una vez por semana, los alumnos propongan temas de su interés sobre distintos asuntos de su entorno o sobre distintas noticias de actualidad para que los debatan, expongan sus opiniones y planteen posibles soluciones. Por poner un ejemplo, creo que no debería haber una sola aula en la que no se trate el tema del drama migratorio que está viviéndose estos días en Europa.
5. Trabajar las emociones. La escuela, por mucho que les pese a algunos, no es un lugar aséptico donde las emociones y los sentimiento no tienen cabida. Al contrario, la educación emocional es una herramienta básica para evitar problemas de convivencia y un elemento fundamental para una adquisición significativa del conocimiento. Por ello el trabajo sistemático en el aula de aspectos que tengan que ver con las emociones debe ocupar un lugar prioritario en los objetivos de cualquier docente.
6. Más allá del conocimiento de las materias. Sin desdeñar en absoluto la importancia de los conceptos propios de las diferentes asignaturas (ya se trabaje por materias o por proyectos), debemos transmitir unos valores que doten a los alumnos de las herramientas necesarias para tener éxito académico y vital. La perseverancia, la meticulosidad, el rigor, la tolerancia a la frustración... son rasgos de la personalidad que debemos potenciar en el aula para asegurarnos de que los alumnos sean capaces de seguir aprendiendo durante toda su vida y sean capaces de adaptarse a nuevas situaciones.
7. Integrar las TIC. Hacer un uso cotidiano y sistemático de la TIC en el aula es una ventana abierta al mundo que no debe faltar en ninguna escuela. Pero no se trata de utilizarlas porque sí (por esnobismo), se trata de aprovechar aquello que nos aportan para llevar a cabo una didáctica más activa, para facilitar la atención individualizada a los alumnos. En mi opinión, deben combinarse los "métodos tradicionales" con las TIC: los alumnos deben leer en pantalla, pero también en papel; deben escribir con un teclado, pero también con lápiz y bolígrafo.
8. Fomentar la lectura. La comprensión lectora es fundamental para acceder al conocimiento. Por ello, leer debe ser un acto diario en el aula y debe de ser un momento compartido entre alumnos y docentes. Leer lo que les apetezca cada día al menos durante 15 minutos es una práctica imprescindible para adquirir un buen nivel de compresión y fluidez lectora.
9. Fomentar el trabajo colaborativo. El estudio y la adquisición del conocimiento no son exclusivamente una práctica individual y solitaria. El trabajo en equipo, además de ser una herramienta que los alumnos necesitarán dominar en el futuro, es una manera motivadora y creativa de trabajar en el aula. Para ello es necesario, entre otras cosas, flexibilizar el diseño y la distribución de los muebles que hay en el aula. Hay que acabar con las aulas auditorio.
10. Reformular la manera de evaluar. Replantearse la idoneidad de los exámenes que valoran la capacidad de retención de conceptos es fundamental para lograr una nueva forma de enseñar en nuestras aulas. Nada de lo dicho anteriormente tiene sentido si, al final, los alumnos tienen la percepción de que lo único importante es aprobar y que para ello solo tienen que retener los conceptos fundamentales de lo que se ha trabajado en clase. La evaluación debe ser continua y el peso de los exámenes tradicionales mínimo.