En fechas recientes aparecía publicado mi último trabajo “Aprendo porque quiero. El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) paso a paso” (Editorial S.M. colección innovación educativa). En él me propongo –espero que con éxito- dar un par de ideas que fundamentan esta forma de entender el aprendizaje y detallo momento a momento cómo llevar a la práctica el ABP.
Cuando recibí la cariñosa invitación de Laura Bermúdez de escribir sobre ABP para su web de trasteadores de la educación no pude negarme. Y pensando en el mismo nombre de la web me pareció sugerente empezar contando todo lo contrario a lo que me pedía: ¡Qué NO es ABP!.
Juan José Vergara | Trasteando (en) la escuela
El ABP no es una metodología
Morín diferencia entre método y metodología. Esta última es un conjunto de instrucciones que pretenden llevar a un fin prefijado mientras que el método es una estrategia. Una dirección. Un camino a recorrer.
Como docente estarás cansado de recibir una y otra vez distintas metodologías que aseguran tener la llave mágica que te permitirá conseguir resultados excelentes en tus alumnos. Para ello te ofrecen instrucciones, herramientas y procedimientos perfectamente descritos que parecen novedosos y aseguran un éxito indudable.
También es muy posible que como docente vivas un auténtico “rosario” de cursos de formación en estas metodologías que parecen inconexas entre si.
El ABP es un marco sobre el que pensar el aprendizaje. Huye de ser una metodología y tiene dos características:
- La estrategia se acomoda a los estilos de aprendizaje y enseñanza de alumnado y docentes. Es un método abierto y flexible.
- Es un marco de enseñanza y aprendizaje en el que se incorporan de forma natural el resto de recursos: aprendizaje cooperativo, técnicas de creatividad, tecnología, problemas, inteligencias múltiples, gamificación, modelos de co-evaluación, etc.
No es una actividad interdisciplinar
¿El ABP está de moda?. Tanto es así que diariamente vemos decenas de propuestas educativas -muchas interesantes y sugerentes- pero que comenten el grave error de llamar Aprendizaje Basado en Proyectos a lo que no lo es. Incumplen una de las características más importantes: Son proyectos que no parten de los propios intereses de aprendizaje de los alumnos.
Es común confundir actividades y tareas interdisciplinares con ABP. El ABP entiende el aprendizaje de una forma global y por tanto las distintas áreas, materias, módulos, asignaturas están al servicio del aprendizaje. Pero no solo eso.
La característica que más valioso hace el ABP es que permite el tratamiento del currículo a través de los propios intereses de los alumnos. Son ellos los que expresan sus intereses por conocer.
El currículo es el material que permite que este conocimiento se produzca. Nada más alejado del diseño –más o menos artificioso- de tareas que integran las distintas asignaturas olvidando algo que defiendo como base del ABP:
El aprendizaje es un acto intencional. Aprendo porque quiero – tan sencillo como esto-. La enseñanza es el arte de acompañar la Intención y dotarla de las herramientas que hacen posible que el aprendizaje se produzca.
No es una tecnología y ni una simulación.
Existe una asociación irreal entre ABP y tecnología que no tiene ninguna justificación. Hasta el punto que decenas de artículos y post titulan Aprendizaje Basado en Proyectos y lo único que hacen es hablar de aplicaciones, redes, recursos web, etc.
El ABP es un marco de aprendizaje colaborativo, creativo y abierto. Como es lógico aquellos recursos que facilitan el libre intercambio de información y la creación colectiva son herramientas normalmente usadas en su desarrollo. Sin embargo; ¿es el ABP producto de estos recursos TIC?. La respuesta es categórica: ¡No!
El ABP requiere de una Arquitectura que permita narrar el aprendizaje como algo colaborativo y poner a disposición de la comunidad el proceso y el producto del mismo. La conectividad y los recursos que ofrece la red se incorporan de forma natural en el proceso, pero no nos engañemos: aquellos que asocian APB a aplicaciones, recursos TIC, etc. hacen un flaco favor al ABP.
Es habitual, últimamente, ver como revistas o eventos de gran impacto pretenden asociar ABP y TIC. Posiblemente su interés responde a necesidades de mercado en el que las distintas empresas productoras de infraestructuras tecnológicas para la enseñanza están muy interesadas. No es mi caso, ni el del ABP: El ABP no es cacharreo sin más.
Otra de las características más importantes que tiene el ABP es ser lo contrario a una simulación. El ABP trabaja con la realidad. En el ABP no se hacen supuestos sobre una hipotética realidad de la que suponemos un problema a resolver. El ABP trabaja directamente con una situación concreta, con cifras reales y, a ser posible, en la que habitan los alumnos.
No es algo nuevo o una moda.
Frente a las modas, metodologías novedosas o recursos de actualidad el ABP es un método que tiene raíces muy profundas. Los primeros proyectos comienzan su andadura en el siglo XVI en las escuelas de artes y oficio en Europa y comienza a extenderse y redefinirse a lo largo de los años en Estados Unidos. En 1918 Kilpatrick pone nombre a una visión del aprendizaje que luego va cambiando día a día y se adapta a las nuevas necesidades de alumnos y docentes.
Actualmente el ABP es un marco que ayuda a redefinir el papel de alumnos, docentes y comunidad. Cuestiona el tiempo y el espacio en educación y facilita un proceso en el que el currículo es un instrumento que permite a los alumnos satisfacer su necesidad de aprender.
No es incompatible con otras formas de enseñar y aprender
Muchas veces -cuando trabajo con equipos que quieren comenzar a trabajar desde el marco del ABP-, encuentro la pregunta de si es necesario trabajar por proyectos todo el tiempo. Mi opinión en este caso es categórica: ¡No!. El ABP no puede ser un modelo único de enseñanza.
No se me ocurriría diseñar un proyecto para conseguir que los alumnos aprendan la formula de las ecuaciones de segundo grado. Sería artificioso e inútil. Lo que si tiene sentido es que la resolución de ecuaciones de segundo grado se demuestre útil para resolver inquietudes de los alumnos. Que permita responder a sus dudas en torno a un tema o amplíe el marco de análisis sobre un eje temático que se plantee. En estos casos es cuando el ABP es especialmente útil.
No es algo que los docentes diseñan y los alumnos realizan
El ABP no es un recurso didáctico que los docentes diseñan e implementan con los alumnos con un cierto grado de artificiosidad para motivar a los alumnos. El ABP no pretende motivar. Lo que intenta es llevar a “la primera persona” de los alumnos los temas que tratan de forma que se conviertan en proyectos en los que deciden implicarse. Proyectos que suponen un esfuerzo de aprender para satisfacer sus propios intereses y en el que los contenidos curriculares son herramientas para conseguirlo.
Y sobre todo, no es una “secta”
Y sobre todo… ¡no es una secta!. El ABP es algo tan sencillo como responder al sentido común en educación:
- Aprender es un acto intencional.
- Solo lo que responda a una necesidad de tus alumnos tiene posibilidades de permanecer como un aprendizaje relevante.
- Aprender es algo que hacemos –como el resto de la vida- con otros. Es fundamental educar en el trabajo cooperativo, la escucha, la construcción colectiva y la capacidad de soñar y comprometerse con la realidad.
- Los contenidos son meros instrumentos que facilitan el aprendizaje. En la medida que sirven al aprendizaje tienen sentido, en caso contrario, no.
- La evaluación es un momento valioso en el que docentes y alumnos reflexionan sobre el proceso que han vivido y cómo ha construido su forma de entender la realidad y actuar sobre ella.
El ABP es lo contrario a la asunción de un modelo cerrado. Es una estrategia que invita a reflexionar. Algunas de las reflexiones que a mí me han llevado puedes leerlas en forma de “manifiesto educativo” y aquí.
Queda pendiente un segundo post en que sitúe algunos de los momentos que describo para el Aprendizaje Basado en Proyectos:
“La Ecuación del ABP. 5 + 2= ABP”