Bienvenidos a la era de los post-partidos políticos

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Madrid, Barcelona y las principales ciudades de España estarán gobernadas por frentes ciudadanos independientes denominados “confluencias”. ¿Cómo se armaron estos frentes? ¿De qué modo lograron coincidir allí pequeñas organizaciones locales y partidos nacionales de izquierda? ¿Es este el inicio de una nueva era política en Europa? Este texto reconstruye la historia de las confluencias españolas para dar con algunas respuestas –y quizá, de paso, con algunas lecciones para México.

Bernardo Gutierrez @bernardosampa | Horizontal




(Imagen: Madrid con Manuela)
1. La apuesta municipalista
“Pase lo que pase en las elecciones europeas se habrá dado el pistoletazo de salida hacia las elecciones municipales. Con ello llegará la gran prueba de fuego de los movimientos que se planteen un asalto institucional.” Así anunciaba Traficantes de Sueños –una influyente cooperativa, editorial y librería de Madrid– su curso Asaltar los cielos (round 3) en mayo de 2014. El objetivo del curso estaba estratégicamente trazado: “Pensar y diseñar una apuesta municipalista que aborde cuestiones claves en torno a cómo construir una verdadera democracia.” En otras palabras, planear el salto a las instituciones desde el ecosistema del 15M-Indignados que había tomado las plazas del país en 2011. El desafío: pasar del grito “no nos representan” al “nos representamos”.
El plan municipalista estaba en marcha mucho antes del maremoto que el nuevo partido Podemos causó en las elecciones europeas el 25 de mayo de 2014, cuando consiguió cinco eurodiputados. Podemos despertaba ya recelos entre algunos movimientos sociales, por sus prisas de “asalto” a las instituciones y por su narrativa agresiva. Y por eso, un día después de las elecciones europeas, siguiendo el guión de una hoja de ruta previa, salió a la luz el libro La apuesta municipalista, firmado por el Observatorio Municipal de Madrid.
El libro redondeaba su subtítulo (“la política comienza por lo cercano”) con una introducción histórica: del ágora griega al cantonalismo español del siglo XIX, pasando por las comunas y los municipios libres de la segunda república española, de los provos holandeses a los verdes alemanes o las Juntas del Buen Gobierno zapatistas. El libro, publicado con licencia copyleft, era más que un libro. Era un dispositivo apropiable: el Observatorio Metropolitano de Madrid recomendaba que cada ciudad adaptase el capítulo 4 (dedicado a Madrid) por un capítulo local. “Las elecciones generales parecían inasequibles. Las elecciones municipales resultaban más asumibles: podían ser abordadas sin aparatos centralizados de partido”, asegura Emmanuel Rodríguez, uno de los responsables de La apuesta municipalista.
El libro concluye con el capítulo “Por un municipalismo democrático”: “La democracia pierde la mayor parte de su sustancia si no se instituyen ámbitos directos de decisión en los que las personas corrientes puedan hacer efectivo el ejercicio de al menos cierto autogobierno.” El desafío estaba lanzado. En La apuesta municipalista confluían de alguna manera los anhelos de EnRed, una apuesta por la organización abierta en Madrid a principios de 2013 por movimientos sociales vinculados al 15M, a la cultura libre y a los bienes comunes. La apuesta municipalista también era un antídoto colectivo frente al huracán de Podemos. Si EnRed.cc era consenso, asamblea y plaza ocupada, Podemos era asalto institucional e intento de hegemonía política. El intento de unir los diferentes flujos político-sociales fue bautizado como “confluencia”. Confluencia: algo muy diferente a una coalición política de partidos; algo más que un frente ciudadano: algo más que una candidatura de unidad popular; algo nuevo, inexistente hace un año.
Nadie imaginaba que una confluencia llamada Ahora Madrid acabaría desalojando al conservador Partido Popular (PP) del Ayuntamiento de Madrid. ¿Cómo se consiguió? ¿Cómo se tejieron las confluencias que tomaron el poder en las elecciones del #24M en algunas de las ciudades más importantes de España?

2. Sismo electoral
Resultados generales. Un titular de Le Monde sirve de metáfora perfecta al proceso electoral del #24M español: “Sismo político en España”. Sismo. Sin embargo, es imposible hacer una lectura lineal. Imposible simplificar. Difícil encontrar ganadores y perdedores a primera vista. La primera contradicción: el Partido Popular (PP), que siendo el partido más votado, es el gran derrotado. El PP pierde la mayoría en quinientas ciudades, en casi todas las grandes urbes. Perderá las ciudades de Madrid y Valencia. Y muchas capitales. Pierde, a su vez, la mayoría en casi todas las regiones, que serán gobernadas por alianzas de izquierdas y/o ciudadanas. Especialmente simbólica será la pérdida de la Comunidad Valenciana. El bipartidismo se lleva un duro golpe: la suma del PP y del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) apenas suma el 52% de los votos. Pero sobrevive gracias al entorno rural y al voto de la tercera edad.
El PSOE no muere: pierde votos pero recupera regiones como Asturias o Extremadura. Con pactos gobernará en muchas más regiones y ciudades. Podemos se consolida como la tercera (y clave) fuerza política, aunque queda un poco por debajo las expectativas: un 14% de los votos en las elecciones autonómicas (regionales). Ciudadanos, encumbrado por los medios como la alternativa de centro al “bolivariano” Podemos, no acaba de estallar: se queda por debajo del 10% de los votos.
¿Dónde está pues el gran sismo político del que habla Le Monde? En el resultado de las elecciones municipales. No tanto en quién pierde, sino en quién gana. El sismo político lleva el sello “confluencia”, ese post-partido que gobernará (si se confirman los apoyos de otros partidos de izquierda en la votación de investidura del día 13 de junio) las principales ciudades de España.
Las lecturas del sismo electoral son confusas, contradictorias. Los medios conservadores españoles ignoran el fenómeno confluencia y afirman que Podemos “no ha ganado nada”. Los medios internacionales afirman que Podemos acabará gobernando ciudades como Madrid o Barcelona. Atribuyen a Pablo Iglesias, líder indiscutible de la formación, el éxito municipal de “las izquierdas”. Y siguen definiendo las confluencias municipales como “frentes de izquierda”. Owen Jones, en un artículo en The Guardian, recomienda a la izquierda británica aprender español: “Todo gira sobre la actitud y estrategia, de otra forma estaremos simplemente eligiendo desde qué gueto autoimpuesto queremos vociferar con impotencia.”
Todo es más complejo. Menos lineal. Menos dicotómico. No sirve la lógica binaria. El eje izquierda-derecha no ha muerto: pero es resbaladizo. No explica todo. Las confluencias, especialmente en Madrid, no son exactamente “las izquierdas unidas”. Más complejidad, por favor, escribía Antón Losada: “Tras la campaña más vacía, frívola y simple que uno es capaz de recordar, la gente contestó votando el 24M por la complejidad, la sutileza y los matices. Frente a las propuestas para dummiessobre escoger entre conmigo o contra mí, los votantes se decantaron por enseñarles a todos los candidatos y a todas las fuerzas que la política debe practicarse igual que se conforma la realidad: diversa, poliédrica y a veces contradictoria.” Los españoles no votaron masivamente por el PP y el PSOE. Tampoco exactamente lo contrario. Cierto: el voto giró a la izquierda. Apostó, en general, por el cambio. Pero lo más importante: el #24M desajustó la lógica binaria-antagonista del sistema político.
Y la novedad del sismo democrático reside en la complejidad y pluralidad de las confluencias. Las confluencias, con algunos pactos con fuerzas de izquierda, acabarán gobernando, a falta de sorpresas, ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, A Coruña, Oviedo, Santiago de Compostela, Zaragoza, Terrasa y Cádiz, entre otras capitales. Además, las confluencias reformularán los gobiernos del cinturón obrero de ciudades como Madrid o Barcelona.
Pablo Iglesias, en otro golpe narrativo de su particular Juego de Tronos, recordó pocos días después de las elecciones que las confluencias eran una gran apuesta de Podemos. Y que Podemos no es un partido: “es un instrumento del cambio”. ¿Qué papel tiene Podemos en el sismo municipal de España? ¿Cómo se relacionan las confluencias ciudadanas como Barcelona en Comú o Ahora Madrid con Podemos? ¿Qué diálogo existe entre la ciudadanía, movimientos sociales, 15M-Indignados, las confluencias y Podemos?

3. Un intento de cronología
En mayo de 2014 nadie imaginaba que la oleada narrativa, organizacional y emocional de Podemos pondría patas arriba la política española en tan pocos meses. Tampoco que el municipalismo se consolidaría en todo el territorio español de una forma tan fulminante. Mucho menos que ambos procesos acabarían entendiéndose, confluyendo.
Pocos entendieron el 3 de junio de 2014 un tuit de Traficantes de Sueños que le recordaba a los híper mediáticos líderes de Podemos que ya existía un plan municipalista.

El 15 de junio de 2014, unas semanas después de la publicación de La apuesta municipalista, se publicó el manifiesto Guanyem Barcelona: “No queremos ni una coalición ni una mera sopa de letras. Queremos rehuir las viejas lógicas de partido y construir nuevos espacios que vayan más allá de la suma aritmética de las partes que las integran.” El 26 de junio se presentaba oficialmente Guanyem Barcelona, iniciativa liderada por Ada Colau, la mediática portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). Su propósito era “ganar la alcaldía de Barcelona”, creando una confluencia de mayorías. Guanyem –“ganemos”, en catalán– se subía al grito empoderante de Podemos.
Tras Guanyem, la plataforma EnRed –en la que organizaciones comoTraficantes de SueñosObservatorio MetropolitanoJuventud Sin Futuro(vital en el 15M) y el Patio Maravillas (un centro social ocupado) cocinaban el plan municipalista desde inicios de 2013– mutaba rápidamente a Municipalia. Y su reunión abierta del 28 de junio en el MediaLab Prado de Madrid abrió la puerta al cambio de nombre: Ganemos. Y brotaron iniciativas Ganemos en todos los barrios, en decenas de ciudades de España. “Durante los últimos meses se han venido cociendo a fuego lento los acuerdos, las primarias y los programas para construir unas candidaturas ciudadanas democráticas que profundizasen en nuevas fórmulas de organización y creación política que respondiesen a los tejidos sociales y políticos de cada localidad”, escribía hace unos días Pablo Carmona, uno de los cerebros de El plan municipalista y futuro concejal de Ahora Madrid.
Acuerdos a fuego lento, asambleas, entusiasmo, cesiones, tensiones. Había prisa. Y mucha. Algunos participantes de las asambleas de los barrios del 15M habían abierto en 2014 círculos barriales y temáticos de Podemos, la estructura descentralizada más elogiada de dicho partido. Muchos se animaron con la oleada barrial de Ganemos y abrieron nodos. Y fueron tejiendo la red humana y descentralizada de lo que vendría a ser Ahora Madrid. “Las plazas evidenciaron el alto nivel de preparación que tenemos para la gestión de situaciones muy complejas, con gran inteligencia, pero también ternura, escucha y cercanía”, asegura Alberto Nanclares, colaborador de Ganemos y del Movimiento de Liberación Gráfica de Madrid, clave en la recta final de la campaña de Ahora Madrid. Las prácticas ciudadanas activadas en 2011 por los Indignados fueron el constante faro inspirador. “Las formas de cooperación de los movimientos red no pasan ya por grandes dogmas ideológicos unitarios sino por conectar las prácticas en las que se ejerce la reconquista de los derechos y de lo que es común”, escribía en 2013 Arnau Monty en su artículo “Las mutaciones del movimiento red 15M”. “Si nos organizamos a partir de objetivos y prácticas concretas, podremos alcanzar metas que parecían imposibles”, recogía el manifiesto inicial Guanyem Barcelona.
El imaginario y el método de Ganemos Madrid fueron especialmente constructivos. Tomar la ciudad, mandar obedeciendo (desobedeciendo), publicado por Ganemos Madrid el 27 de junio de 2014, era una inspiradora hoja de ruta común. El mandar obedeciendo zapatista, remezclado con la desobediencia masiva activada desde el inicio del 15M. El “toma la calle” de 2011, mutando a “toma las instituciones de tu ciudad”. El quehacer casi invisible de asambleas y redes de afectos, reivindicando una política líquida, lateral, flexible. Una política real. El ingrediente espacial, territorial e híper local acababa de ensamblar ese proceso de-abajo-arriba, de fuera-hacia-dentro.
Los cinco principios de confluencia de Ganemos funcionaron metafóricamente como las cuatro libertades del software libre: un breve marco ético a partir del cual construir procesos compartiendo código y prácticasVale la pena leerlos con calma: 1) Principio de confluencia: no pretender generar una nueva estructura, sino favorecer la coordinación de lo existente y el trabajo conjunto. 2) Principio de promoción: favorecer el desarrollo de herramientas y espacios de cooperación en el territorio en aquellos lugares donde no existan. 3) Principio de sostenibilidad: pensar los mecanismos de participación de tal manera que sean sostenibles no solo para personas activistas, sino para la ciudadanía en general. 4) Principio de inclusividad: que las iniciativas que se lancen busquen siempre a la ciudadanía en general y su participación y no solo la composición interna de movimiento. 5) Principio de co-organización: no entender la ciudadanía como un espacio de consulta o de validación sino favorecer las herramientas para que quien lo desee pueda organizarse, participar y tomar decisiones que sean vinculantes.
La ola Ganemos, durante el verano de 2014, crecía rápidamente. Se multiplicaba. Mutaba. La lógica del software libre, los repositorios de códigos informáticos compartidos y la cooperación en red facilitaban la expansión. Guanyem Barcelona publicó una Guía útil para la creación de un Guanyem / Ganemos. La inteligencia colectiva y las necesidades locales de cada ciudad iban reconfigurando cada confluencia. Ahora Madrid, por ejemplo, aprovecharía el código fuente de la plataforma digital de Zaragoza en Comúnpara elaborar su programa de forma colaborativa. “La implantación de mecanismos de participación ciudadana es una expropiación de poder de los representantes, es un acto de des-representación”, aseguraba unos días antes de las elecciones Pablo Soto, encargado de la participación digital de Ahora Madrid y futuro concejal.
¿Cómo fueron evolucionando las confluencias? La eficacia de la aventura, según apuntaba a inicios de noviembre de 2014 la periodista Olga Rodríguez, participante de Ganemos Madrid, dependía de encontrar “espacios en los que quepamos todos los que sufrimos los recortes, para recuperar la democracia y valores tan simples como la solidaridad”. Por su parte, Podemos –atacado hasta la saciedad por los grandes medios y víctima de manipulaciones constantes– resolvía su operación secreta one girl: conseguir una candidata mujer, independiente y con experiencia para la confluencia de Madrid. Jesús Montero, secretario general de Podemos de Madrid, tras varias negativas, convenció a la ex jueza Manuela Carmena para ser candidata de Ahora Madrid. Ya en campaña, Manuela repetiría una y otra vez que “no tenía nada que ver con Podemos”. Sin esa distancia habría sido imposible el triunfo de Ahora Madrid.
Nadie sospechó que la mutación de siglas municipalistas sería tan vertiginosa. En muchos casos, la culpa la tuvo el oportunismo de los viejos partidos políticos, que registraron legalmente la marca Ganemos en toda España, con el beneplácito del Ministerio del Interior. Guanyem Barcelona pasó a ser Barcelona en Comú. En Galicia se consolidaban las Mareas Atlánticas y Compostela Aberta. Somos Oviedo en Asturias. En Cádiz Por Cádiz Sí Se Puede. El nombre de las confluencias era lo de menos. El espíritu impregnaba cientos de candidaturas con palabras como “ganar”, “ahora”, “cambiar”, “ganemos”, “somos” o “común”. Los formatos legales usados, como explica el periodista Aitor Rivero, dependían de cada ciudad: la “agrupación de electores” y el “partido instrumental” fueron los más usados.
El 6 de marzo se presentó oficialmente Ahora Madrid como el partido instrumental formado por esta confluencia de movimientos ciudadanos, asociaciones y partidos (Podemos, Equo y disidentes de Izquierda Unida, entre otros). Un post-partido en toda regla. No había presupuesto. Faltaba hacer elecciones primarias, condición innegociable de Ganemos Madrid. El 24 de marzo se realizó la rueda de prensa de la lista ganadora de las primarias, encabezada por Manuela Carmena. La ex jueza Manuela era una perfecta desconocida. Faltaban 60 días para las elecciones. Pocos pensaban que Ahora Madrid podía conquistar el ayuntamiento de Madrid.

4. Manuela, la musa
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Manuela Carmena 
(Imagen: ElviraMegías/Ahora Madrid)
Y a menos de dos semanas de las elecciones del #24M llegó el desborde ciudadano. El Movimiento de Liberación Gráfica en Barcelona y Madrid puso los primeros granitos de arena. Y la plataforma #MadridConManueladinamitó la campaña con una narrativa agregadora, ilusionante y contagiosa. Desmanteló el miedo. Transformó a Manuela Carmena en una musa pop. Y deshizo el bloqueo que los grandes medios habían tejido contra Ahora Madrid. Manuela, la musa ilustrada, entonaba El País. Y cuando los medios quisieron seguir con el personalismo pop de la candidata surgió el hashtag y narrativa #SomosManuela, que fue trending topic durante todo el martes 19 de marzo. Manuela Carmena volvió a ser una máscara de la multitud, una candidata apropiable. #SomosManuela desbordó todo. Descentralizó la campaña. Contagió entusiasmo. Conquistó a Madrid. A toda España. Todos eran Manuela.
La campaña oficial de Ahora Madrid ya no marcaba el ritmo. Era una capa más dentro de un conjunto polifónico y coral de narrativas, estrategias y acciones. El mitin poético celebrado el día 19 de mayo en la plaza de Tirso de Molina, en Madrid, es otra metáfora del desborde: “No lo reflejaron ni los responsables de comunicación de Ahora Madrid, ni comentaristas, ni opinadores, con la Plaza de Tirso de Molina abarrotada escuchando poemas, sin discursos electorales pero con contenidos muy políticos”, asegura Rubén Caravaca, vinculado a la asamblea Austria del 15M, después a Ganemos Cultura y ahora a Ahora Madrid Cultura.
Felipe Gil y Francisco Jurado, en Desbordarse para ganar, esbozan esta nueva realidad que va más allá de los spin doctors políticos, los consultores y los gabinetes de los partidos. En su texto hablan de narrativas inclusivas e inacabadas. De prototipos abiertos e identidades mutantes. Y apuntan a una clave para todas las confluencias políticas surgidas y por surgir: “dejarse invadir y confiar en una construcción colectiva y descontrolada”. Mayo Fuster, investigadora en cultura colaborativa, también destaca ese punto: “Un concepto clave es overflow (desborde), que se refiere a la capacidad de perder el control sobre el proceso y de operar con libertad en el proceso de movilización.”
La campaña ciudadana a favor de Manuela Carmena estaba basada en un sistema red de personas. Un ecosistema humano que conecta con la histórica definición de “autopoiesis” formulada por los biólogos chilenos Humberto Maturana y Francisco Varela en 1972: el mecanismo que favorece que un sistema vivo se replique a sí mismo de forma auto-organizada. De la autopoiesis de las células a la autopoiesis de una ciudadanía indignada y auto organizada desde 2011. De la autopoiesis de los nodos de Ahora Madrid a lamitopoiesis, el proceso de creación colectiva de mitos: la ciudadanía transformó a Manuela Carmena en un deseo-cuerpo común. “La campaña pro Manuela es un relato que no hubiera aceptado otro emisor que la propia ciudadanía, no podría haber sido gestionado por una estructura al uso”, afirma Nacho Padilla, uno de los fundadores de la plataforma Madrid con Manuela.

5. ¿Qué sigue?
Un sismo político. Para los partidos. Para el viejo marketing. Para la izquierda tradicional. Un sismo sistémico. También para los movimientos sociales. “Los movimientos sociales tienen que tener vida propia, autonomía, tienen que ser masa crítica. Hay que acabar con esa figura de la asociación amiga”, en palabras de Rafael Peña, de Compostela Aberta.
¿Y cómo queda Podemos en este nuevo cuadro político social? ¿Será posible una confluencia de diferentes fuerzas políticas y sociales en las elecciones generales de noviembre? El éxito de los laboratorios de las confluencias –en el que Podemos es un motor clave– hace soñar a muchos con una confluencia nacional y ciudadana para las elecciones generales. “Sí se puede, pero no solo con Podemos”, escribe Isaac Rosa. Alberto Garzón, que sonaba hasta entonces como candidato presidencial de Izquierda Unida, ya defiende el planpúblicamente: “no nos jugamos las próximas elecciones sino las próximas generaciones”. Mejor GANEMOS que PODEMOS es un nuevo mantracolectivo. “Lo que se ha jugado en Madrid y Barcelona en las municipales/autonómicas tiene una conexión y un correlato con cambios que vienen para quedarse”, asegura David Arenal, implicado en el 15M, Ganemos y Ahora Madrid.
Raúl Sánchez Cedillo, de la Fundación de los Comunes, apunta a Ahora Madrid como modelo a seguir: “Solo hay un caso que ilustra que este tipo de municipalismo suma más que Podemos, y es el de Ahora Madrid. Una experiencia que sin el trabajo y el tesón de Municipalia primero y luego de Ganemos Madrid es inconcebible.” Barcelona en Comú consiguió un 25% de los votos en la capital catalana, pero con Izquierda Unida (ICV) en el seno de la confluencia. El 32% de los votos conseguidos por Ahora Madrid, sin el apoyo oficial de Izquierda Unida y con mucho menos tiempo, abre horizontes de esperanza.
Si el 15M-Indignados inauguró una nueva gramática social, el resultado de las elecciones municipales españolas crea un nuevo ecosistema político. Un ecosistema en el que conviven diferentes formas vivas, interdependientes, algunas más líquidas que definidas. No se puede hablar de Podemos sin las confluencias. No se puede explicar Ahora Madrid sin Podemos. En una hipotética confluencia nacional, el motor del cambio podría ser Podemos. La forma y la narrativa serían las confluencias. Los nodos ciudadanos y los movimientos sociales serían las células autopoiéticas para mantener el nuevo ecosistema vivo.
Mientras tanto, Manuela Carmena confirma en cada gesto que otra forma de hacer política es posible. Viaja en metro. Se desplaza en bicicleta. No ataca a los enemigos. Escucha. Uno de sus tuits durante la jornada electoral resume, sin teorizarla, el alma agregadora de las nuevas confluencias:


(Bernardo Gutiérrezescritor y periodista, es fundador de la red Futura Media y participa en Global Revolution Research Network. Vive en Sao Paulo, Brasil.)

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