Santiago Alba Rico | Público. Las autoridades investigan el fallo
Javier R. Sepúlveda, contable de 37 años, volvió ayer a casa hacia las 19.00 horas, como todos los días. Enseguida reconoció la puerta con el felpudo azul, el salón con el aparador heredado de los padres, el cajón donde guardaba su colección de monedas, el cuadro chillón de barcos en la playa. Era la misma casa del día anterior. También reconoció a su mujer, el mismo pelo rubio teñido, la misma nariz operada en 2006, el mismo conocido tatuaje en el mismo hombro derecho.
Reconoció enseguida a sus propios hijos, Kevin y Vanessa, de 11 y 7 años, él con su habitual mentón un poco prognático, ella con sus orejas de soplillo de siempre. Se fijó bien y descubrió con asombro que ni siquiera el aparato de televisión y el micro-ondas habían cambiado.
La oficina gestora del Ajuste Geológico Global (OGAGG) está investigando el origen del fallo, que ha afectado a unas 100.00 personas en todo el territorio nacional. Se especula con una avería en el regulador de aleatoriedad mutante, aunque tampoco se descarta un sabotaje.
La OGAGG recuerda a los ciudadanos que, en el caso de detectar alguna regularidad en su vida, deben llamar de inmediato a la sección de Continuidad Anómala: 902548748.
La OGAGG denuncia también el creciente número de sabotajes, que han duplicado en el último año las cifras de lo que los sociólogos conocen como “estabilidad sumergida”. Aunque no hay cifras oficiales, se calcula que al menos 950 millones de personas viven clandestinamente una existencia regular: tratan todos los días de volver en secreto a la misma casa, de sentarse en la misma silla, de acostarse en la misma cama, de conservar el mismo cuerpo.
El FMI y la OMC han alertado de las consecuencias catastróficas para la economía de esta práctica irracional.