Santiago Alba Rico | Público. De acuerdo con las previsiones del Instituto Nacional, el tiempo mañana se mostrará una vez más inestable e irregular, con grandes diferencias según las regiones.
En Barcelona las horas serán de nuevo de sesenta minutos mientras que en Albacete durarán 63 y en Andalucía, actualmente en fiestas, no llegarán a 53.
En Guantánamo y en Abu Ghraib los minutos se extenderán durante días y días y una jornada completa tendrá 123 horas. Más o menos la misma duración tendrá la espera de Silvia Graziani en Brescia, desesperada por el retraso de diez minutos de Carlo Gualdini, músico callejero, en su primera cita. El aburrimiento de Blas Martínez, madrileño de diez años, en la larga, densa, pegajosa tarde de verano, mientras enumera las sillas de su casa y trata de remover la sombra petrificada en el salón, durará toda una era geológica. Un millón de años durarán las dos horas de estudio de Marta Lis, suspendida en junio; y el dolor de Kostas Manolis, enfermo de cáncer en Chania, mientras se demora el efecto de la morfina; y la obsesión celosa de Alfred Down, retenido en Londres sin vacaciones, que imagina a su novia Cindy en brazos de otro hombre.
Los 7 minutos y 56 segundos del 2º movimiento del Trío número 2 de Schubert durarán mañana, como siempre, una eternidad corta. Una eternidad rápida durarán los 43 minutos de centaura cabalgada de Gladys y Piero, desnudos y jadeantes en una cama de Almería; y las 3 horas y 50 minutos de concentración de James, matemático de Kansas, que encontrará de pronto la solución; y la noche del poeta Filipo Pires, disuelto en la corriente de los versos. Una eternidad lenta será una vez más la vida de Margarita Ginestra, viuda de 85 años, sola ante la televisión encendida, sumergida en una sordera total.
Frente al palacio del dictador, todos juntos, los habitantes de Filardia abolirán durante un rato el tiempo.