Una pedagogía para cambiar el mundo

Dewey afirmaba que ya de niños, nos sentimos realizados cuando sentimos que contribuimos al bienestar de la comunidad utilizando nuestras habilidades y talentos personales. Por eso la función principal de la educación es ayudar a los niños a encontrar esas habilidades y virtudes que les hacen diferentes y por eso mismo valiosos para la comunidad.

María Rodríguez en El Correo de las Indias



John Dewey (1859-1952) fue un prolífico pensador norteamericano, que comenzó su carrera como filósofo y psicólogo pero cuyo principal legado pertenece al mundo de la pedagogía. Sin embargo, y a pesar de la enorme influencia que ejerció en la educación infantil contemporánea, su verdadera meta intelectual iba mucho más allá. Su objetivo era la transformación social, con el foco puesto en la consolidación de la democracia como un conjunto de valores no impuestos por una élite comprometida, sino que nacen del alma de cada individuo.
Considerado uno de los fundadores de la filosofía del pragmatismo junto a Charles S. Peirce y William James, comenzó su carrera académica en la Universidad Johns Hopkins. Fue su primera mujerAlice Chipman y su traslado a la Universidad de Chicago los factores que le inclinaron definitivamente hacia su especialización en pedagogía. Fue dentro de esta Universidad donde fundó junto a Alice las «Laboratory Schools» (o Escuelas Laboratorio), su propia escuela elemental en la que poner en práctica su método y experimentar «con niños de verdad». En 1899, fue elegido presidente de la American Psychological Association. Después de dimitir de la Universidad de Chicago por diferencias con la dirección, se trasladó a la Universidad de Columbia, donde trabajó casi 30 años.
Sello postal John DeweyDewey defendió la experiencia como base del conocimiento, y sobre todo afirmó que las creencias y prácticas morales y sociales son provisionales y por lo tanto modificables. Eso sí, nunca dijo que esta afirmación no tuviera un «pero». Las creencias y comportamientos de personas adultas son muy difíciles y sobre todo muy costosas de modificar. La única forma de hacerlo de forma masiva, es decir, de manera que realmente impacte en la sociedad, es a través de la escuela infantil.
Así fue como Dewey acabó siendo el pedagogo precursor de los posteriores educadores reformistas partidarios de la enseñanza «centrada en el niño» que derivaron en distintas escuelas pedagógicas alternativas que siguen surgiendo a día de hoy y que sin embargo están bastante alejadas de los resultados obtenidos por el padre de la pedagogía progresista.

El Método

El método pedagógico de Dewey se puede resumir de la siguiente manera:
John Dewey school
  • El objetivo de la educación es convertir a los niños, cuales quiera que sean sus orígenes y circunstancias personales, en ciudadanos formados, responsables, libres, capaces de labrarse su propia felicidad y de hacer un aporte positivo a la sociedad
  • Los niños no llegan a la escuela como una «pizarra en blanco», cada uno reaccionará de manera diferente a los inputs de cualquier tipo que reciba en clase
  • Por eso la clave está en una personalización de la enseñanza que debe adaptarse de forma continua a cada niño en base a su respuesta
  • A un niño no se le enseña, un niño aprende, y solo lo hace cuando le ve una utilidad práctica a lo que aprende
  • Un niño aprende haciendo, y la visibilidad del resultado es lo que le da sentido a su proceso de aprendizaje
Pero lo más interesante es la parte «adleriana» de Dewey, que afirmaba que ya de niños, nos sentimos realizados cuando sentimos que contribuimos al bienestar de la comunidad utilizando nuestras habilidades y talentos personales. Por eso la función principal de la educación es ayudar a los niños a encontrar esas habilidades y virtudes que les hacen diferentes y por eso mismo valiosos para la comunidad.
Playing with Educational ToysDando un trato homogéneo a los alumnos, según Dewey, solo se consigue atrofiar socialmente al niño desaprovechando «su deseo natural de dar, de hacer, es decir, de servir»
Con la educación tradicional
El espíritu social se sustituye por motivaciones y normas fuertemente individualistas, como el miedo, la emulación, la rivalidad y juicios de superioridad e inferioridad, debido a lo cual los más débiles pierden gradualmente su sentimiento de capacidad y aceptan una posición de inferioridad continua y duradera, mientras que los más fuertes alcanzan la gloria, no por sus méritos, sino por ser más fuertes.
La educación para la democracia, que era a las finales, lo que más interesaba a Dewey en su fin último de transformación social, requería para él que la escuela se convirtiera en una comunidad cooperativa y en «una institución que sea, provisionalmente, un lugar de vida para el niño, en la que éste sea un miembro de la sociedad, tenga conciencia de su pertenencia y a la que contribuya».

La herencia truncada

John Dewey school 2La razón de que los excelentes resultados obtenidos en vida por Dewey no se hayan mantenido de manera uniforme en las sucesivas propuestas de «pedagogía alternativa» posteriores es que su método pedagógico no es un método como tal. Su propia naturaleza personalizada hace que sea imposible convertirlo en un «procedure», en una caja cerrada que entregarle a una escuela que quiera comprar el «Método Dewey».
Así, podemos afirmar que el «procedure» mató a la pedagogía deweyniana porque ésta responde a una ética y la ética no es procedimentable. Esta «forma de enseñar», por evitar la palabra «método», depende en exclusiva de la figura del maestro. Por eso los manuales de Dewey iban tan dirigidos a los docentes y tan poco a la figura del niño.
Por eso las escuelas alternativas, por muy buenas intenciones que tengan dependen del buen ojo del seleccionador de maestros o de la suerte para obtener buenos resultados. Por eso es inviable pretender cambiar nada en la escuela pública mientras la carrera de magisterio (de donde salen justamente los maestros de primaria) sea tan poco exigente.
ConstrucciónOtra diferencia, quizá aún más importante, entre el Dewey original y sus derivados contemporáneos, es qué entiende cada uno por «enseñanza centrada en el niño». Para Dewey el foco en el niño quería decir, utilizando una metáfora mecánica, fijarse más en como se forjan tuercas y tornillos que en el conjunto de la máquina, para que esta funcione mejor.
O dicho de otra manera, cada niño es un futuro adulto con una función social, que creará más riqueza y bienestar para el conjunto cuanto más aporte de sí mismo. Este aporte será óptimo y cada uno dará lo mejor de sí si se siente bien haciéndolo (si le encuentra un sentido) y al revés, si una persona se siente a gusto consigo misma y con su aporte a la sociedad, será más feliz y más productiva: su aporte será óptimo.
Cuando hablamos de aporte, obviamente no nos referimos solo a la producción de riqueza. El aporte social es físico y espiritual y deriva en una responsabilidad individual para todos los ámbitos de la vida: el intelectual, el emocional, el productivo, etc. Todo esto choca frontalmente con entender la «enseñanza centrada en el niño» como la colocación de este en el centro de la vida comunitaria (sea la de la familia o la de la escuela) haciendo depender de él todas las decisiones y estrategias del conjunto.
En claseLa educación basada en la experiencia, en la orientación y en la adaptación a las experiencias personales del niño, no puede nunca implicar que este tome el control del proceso educativo. Que el itinerario se modifique en base a sus respuestas y aportes no quiere decir que tengan que desaparecer los límites y las jerarquías.
En resumen, que se tengan en cuenta la diversidad de los niños para sacar lo mejor de ellos no quiere nunca decir que debamos olvidar lo que son: niños, inmaduros e inexpertos emocional e intelectualmente y que nunca debemos ponerlos al mismo nivel que un adulto. Como en cualquier organización social, tienen que ganarse el derecho a ser considerados como miembros plenos. La mejor manera de truncar este proceso y que nunca lleguen a ser adultos responsables y felices es adelantarse y darles un trato que aun no se han ganado.

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