CULTURA EN ACCIÓN. Somos responsables de participar en la construcción de la ciudad que queremos. O “tendremos el barrio que seamos capaces de defender”, como dicen los vecinos de La Bordeta, combativos contra el abandono de unos poderes públicos que han incumplido sus planes de dignificar la zona desde los años 70. La historia de la recuperación de Can Batlló es un ejemplo del éxito del activismo incansable en un barrio con un tejido asociativo potente que quiere ser protagonista de las decisiones que afectan a su vida en común.
Inventari de Can Batlló es un libro que reúne textos de historiadores, arquitectos, ingenieros y activistas vecinales. Todos ellos comprometidos con la reapropiación popular de Can Batlló, un proyecto de gestión comunitaria que se ha convertido en el referente de otras iniciativas similares en Barcelona. Son artículos que explican el pasado y el presente pero que también piensan sobre el futuro de Can Batlló. Hay reflexión, análisis y una mirada ambiciosa: rehabilitar este espacio para construir otro modelo de ciudad. ¿Es ésta la ciudad que queremos?, se preguntan en LaCol, el colectivo de arquitectos que coordina la edición. Porque con la experiencia de Can Batlló, se gesta el sueño de que otra ciudad es posible.
Pasado: La memoria viva de un barrio
La amnesia histórica. La destrucción de la memoria obrera es una de las tesis más presentes en los textos del libro. En la concepción idílica de la ciudad que nos vende la publicidad institucional no tiene cabida un pasado de reivindicaciones y luchas sociales. Las protestas, las huelgas y los atentados como respuesta a las duras condiciones laborales desaparecen con la destrucción del patrimonio histórico de la ciudad. En este caso, la visión oficial despojada de todo conflicto se propone eliminar la memoria histórica de un barrio donde el movimiento obrero desarrolló sus propias organizaciones: cooperativas, ateneos, centros sociales, etc.
La ciudad de los oficios. Inaugurada en 1880, Can Batlló se convierte en una de las fábricas textiles más importantes del país. En la posguerra, los Muñoz Ramonet compran el recinto fabril y lo reconvierten en un polígono industrial dentro de Barcelona. Can Batlló se transforma en una ciudad de los oficios donde conviven un sinfín de pequeños talleres y empresas. Como un pueblo dentro de Sants, ocupa 9 hectáreas en un espacio en el que llegaron a trabajar más de 2.000 personas en su momento de mayor actividad. Esa ciudad llena de vida desaparecerá con la presión de las propietarias para expulsar a los industriales.
La codicia de la familia Muñoz Ramonet. Con la aprobación del Plan General Metropolitano de 1976, empieza la degradación de una zona destinada a equipamientos. Un abandono que culmina cuando estalla la burbuja inmobiliaria hace casi una década. Entonces las propietarias, las hijas de Muñoz Ramonet a través del grupo inmobiliario Gaudir, pierden la oportunidad de propiciar un pelotazo urbanístico a pesar de haber conseguido una modificación -a su medida- del plan para edificar más viviendas. Era un negocio inmejorable: la máxima rentabilidad posible en una jugada al más puro estilo Muñoz Ramonet frustrada por el estallido de la crisis.
Presente: El entusiasmo de una experiencia pionera
El ensayo de una alternativa social. Mientras unos persiguen sus intereses privados, otros luchan por la felicidad colectiva, escribe el activista vecinal Jordi Soler. De reivindicar unos servicios tan necesarios, se pasa a la fase de construir los equipamientos al margen de las instituciones. Es el inicio de un proceso por el que “el barrio organizado recupera el poder de decisión sobre las condiciones de su existencia”. Y además, la creación de un proyecto con el que buscar nuevas formas de relación, organización y participación. El colectivo humano de Can Batlló se propone no sólo satisfacer las necesidades de los vecinos, sino también tejer redes de solidaridad y ayuda mutua para la transformación social.
El Bloc Onze como símbolo de la experiencia. A partir de la entrada el 11 de junio de 2011, los activistas, vecinos y voluntarios, empiezan un trabajo de rehabilitación en la nave recuperada que se concreta en los procesos asamblearios, en los que se deciden los usos y actividades para el lugar recuperado. Se construye el auditorio, el bar como punto de encuentro, se prevén espacios de creación, talleres, exposiciones, reuniones, etc. Y por supuesto, la biblioteca popular Josep Pons, la biblioteca autogestionada con mayor fondo documental de Catalunya, de unos 15.000 volúmenes, reunidos gracias a las aportaciones de la comunidad (y con un fondo especializado: La Fondona).
Futuro: Imaginando un barrio cooperativo
Soñar Can Mangala: Cooperativas de trabajo, consumo y vivienda, huertos comunitarios, talleres de formación, los coops como moneda compatible con otros proyectos de economía social en Sants… Imaginar Can Mangala, que es el antiguo topónimo de este espacio, es un ensayo de política ficción que invita a soñar un futuro ¿utópico? en Can Batlló. El texto de Marc Dalmau y Hernán Córdoba imagina un barrio cooperativo, al que definen como “el territorio donde sus habitantes se autoorganizan para dar solución a sus necesidades vitales (económicas, políticas, sanitarias, educativas y culturales) cooperando y mancomunando habilidades”. ¿Se hará realidad algún día este sueño? De momento las iniciativas que surgen en este equipamiento construyen las bases de un barrio cooperativo en la Bordeta.
LaCol es un colectivo de arquitectos jóvenes integrados en el barrio de Sants, que también se han implicado en las luchas vecinales del barrio, en este caso, la recuperación de Can Batlló. Organizados como cooperativa, trabajan en equipo, sin jerarquías y con una estructura horizontal. Entienden la arquitectura como una disciplina abierta y participativa, una herramienta más para la transformación social. Y gracias a sus conocimientos técnicos coordinan los planes de reforma de este espacio autogestionado en colaboración con los vecinos del barrio. En LaCol, la arquitectura está al servicio de las necesidades de la comunidad. Como dicen en el prólogo de Inventari de Can Batlló: “Después de mas de 3 años de esfuerzo, seguimos luchando día a día para construir la ciudad que queremos”.
Si quieres saber más puedes ver el documental Can Batlló. Como un gigante invisible en Barcelona o este vídeo sobre el proceso de reforma del Bloc Onze coordinado por LaCol: