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Se acaba un capítulo lleno de luchas con la victoria de la plataforma vecinal Salvem Can Batlló, empieza uno nuevo con la esperanza de otra forma de hacer ciudad: un espacio de encuentro basado en la cooperación entre las personas. La ciudad de las personas, una experiencia de autogestión y construcción de una comunidad, sin nada que ver con la publicidad que pregona actualmente el ayuntamiento de Barcelona.
La conciencia de clase en un barrio obrero
El recinto fabril de Can Batlló | Fotografía de Xavi Perrimoon bajo licencia Creative Commons
Desde entonces, los vecinos se han movilizado de nuevo para reivindicar lo que es del barrio. Y no es extraño: Sants tiene un tejido asociativo fuerte, donde el movimiento obrero desarrolló sus propias instituciones en paralelo al crecimiento de la industria fabril en la zona. Una tradición de organización a través de cooperativas, ateneos, parroquias, y otros colectivos para conseguir mejoras en las condiciones de vida de la ciudadanía. Y es que la rehabilitación de Can Batlló para el barrio es un ejemplo de la necesidad del compromiso político (y de la conciencia de clase) como capacidad de transformación de realidad.
Barcelona: de modelo a marca
En los últimos tiempos, se nos impone una visión de la ciudad entendida como una empresa privada, es decir, con una gestión encaminada a obtener beneficios económicos en lugar de pensar políticas destinadas a mejorar la vida de las personas. De la transformación del Port Vell en marina de lujo a la cesión de museos públicos para la boda del multimillonario Mittal, cada vez hay más ejemplos de actuaciones de los poderes públicos guiadas por la rentabilidad económica. “Barcelona como un mercado, un lugar de beneficio estrictamente”, lo define Itziar González en el documental sobre Can Batlló.
Frente a esta marca Barcelona, Can Batlló se alza como una alternativa de hacer ciudad, donde la ciudadanía se reapropia de lo común para construir, gestionar y organizar las actividades necesarias para La Bordeta. En un momento tan grave para la mayoría, los movimientos sociales y vecinales como la plataforma de Can Batlló toman las riendas y se implican en la recuperación de espacios públicos. Y su experiencia sirve de ejemplo a otros colectivos vecinales.
Hay que apelar a la responsabilidad colectiva: “El ciudadano tiene que gestionar el futuro de la evolución de su barrio y su ciudad”. “¿Quieres ser ciudadano o quieres ser cliente? Si quieres ser ciudadano, la ciudad es para quien se la trabaja“, sentencia Itziar González. El futuro de la ciudad depende del compromiso de las personas que vivimos en ella. Hagamos de Barcelona un lugar donde nos ayudamos mutuamente.
Can Batlló, el documental
“Can Batlló representa no sólo el pasado de Barcelona, también puede significar una semilla de futuro”. Así empieza Com un gegant invisible. Can Batlló i les ciutats imaginàries, un documental deLaCol y Panóptica que relata no sólo la lucha de un barrio para recuperar un espacio, sino que también reflexiona sobre el modelo de ciudad. Durante una hora, se suceden las intervenciones de arquitectos, urbanistas, sociólogos, activistas y, por supuesto, las voces del movimiento vecinal.