“Además de proyectar películas en pueblos y aldeas, ante un público sencillo, necesitado de conocimientos, captaban con sus cámaras a esas gentes, en sus paisajes, en sus medios ambientales. Documentales por su veracidad, surgida de una muy perspicaz observación”
En Cultura en Acción
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José Val del Omar es director de cine de vanguardia y va siguiendo las Misiones, rodando películas de estampas, de paisajes, de procesiones, de fiestas profanas, componiendo aguaespejos de imágenes táctiles. Cuando le han preguntado a Val del Omar cuál es su vínculo con el cinematografo, ha respondido que él es un creyente del cinema. [...] De José Val del Omar se dice que es un surrealista porque hace un cine que sólo se debe a la imagen, pero si se le da ocasión de replicar el director se defiende: Yo no soy un surrealista, soy un místico.
En Todo lo que se llevó el diablo, de Javier Pérez Andújar
“Somos una escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo. A los más pobres, a los más escondidos, a los más abandonados”. Así empieza Estampas, un corto documental de Val del Omar, uno de los colaboradores más activos de las Misiones Pedagógicas que llevaron la cultura a los pueblos de la España rural en la II República. Su entrega como operador, fotógrafo y proyeccionista en las Misiones se tradujo en las miles de imágenes -y unos 40 documentales desaparecidos- que se le atribuyen como autor, aunque las obras del Servicio de Cinematografía eran el resultado de un trabajo colectivo. “Aún recuerdo aquella afición que nos animaba a todos, tan desinteresada. Todos éramos amateurs. Nadie cobraba nada. Había un espíritu muy bello e idealista, y sentíamos un gran placer en una labor en la que creíamos firmemente”, recordaba el director de fotografía Cecilio Paniagua, colaborador de las Misiones.
Val del Omar, un humanista que representaba los valores de la Institución Libre de Enseñanza, retrató con respeto la vida y las costumbres de los lugareños que visitaban, una visión documental que se aleja de la visión descarnada de Buñuel sobre las Hurdes en Tierra sin Pan. “Además de proyectar películas en pueblos y aldeas, ante un público sencillo, necesitado de conocimientos, captaban con sus cámaras a esas gentes, en sus paisajes, en sus medios ambientales. Documentales por su veracidad, surgida de una muy perspicaz observación”, según el historiador cinematográfico Luis Gómez Mesa.
Más que documentar las experiencias de los misioneros, el cine y la fotografía se empleaban como recurso para despertar la curiosidad de su público en la cultura audiovisual. A través de sesiones compuestas por documentales informativos, cortos de animación y películas cómicas, la audiencia se iniciaba en la experiencia del cine mientras los voluntarios explicaban el significado de las imágenes, una realidad desconocida para aquel público. Y entonces el asombro, la fascinación: “El cine les divierte y les deslumbra, desata el chorro de los comentarios; todos hablan y todos imponen silencio a los demás.”, explicaba Luis Álvarez Santullano, secretario del Patronato de las Misiones.
“Todo el público es un gran niño enamorado de lo extraordinario, y lo extraordinario está en las entrañas de lo cotidiano”, decía Val del Omar años más tarde. Una frase aplicable al público que se entregaba al visionado de aquellas imágenes. Entretener, alegrar y divertir era lo que se proponían las Misiones Pedagógicas. Querían estimular las ganas de aprender de las gentes, no imponer unos conocimientos. Adoctrinar quedaba para las misiones religiosas. Educación por la emoción y el instinto, afirmaba Val del Omar. Enseñar deleitando, jamás entristeciendo. Y las palabras de Manuel Bartolomé Cossío, fundador de las Misiones Pedagógicas, como inspiración de aquel espíritu: “Somos una pequeña escuela ambulante que quiere ir de pueblo en pueblo… para alegraros y divertiros”.
Además de ver películas también leían textos, interpretaban canciones, recitaban versos, representaban teatro, etc. Con herramientas como los libros, el fonógrafo, el cine y el arte, las Misiones Pedagógicas se proponían transformar el país a través de la educación. Era un modelo de educación innovadora en una España donde el analfabetismo predominaba en zonas rurales con unas condiciones de vida muy duras.
El proyecto “de difundir la cultura general y la educación ciudadana”, de romper con el aislamiento de los pueblos y, en definitiva, de modernizar el país, se topó con la incomprensión y el rechazo de la derecha católica española. Decía Cossío que “a España la salvación ha de venirle por la educación”, todo un fastidio para una derecha que recortó el presupuesto destinado a las Misiones cuando llegó al poder. Y ahora los herederos de aquellos que frustraron los fines de las Misiones Pedagógicos, siguen empeñados en condenarnos al imponer su voluntad de acabar con una educación pública y de calidad.
Estampas, corto de 13 minutos de José Val del Omar filmado en 1932, es el único documental que se conserva de los más de 40 que se registraron durante las Misiones Pedagógicas y que desaparecieron durante la Guerra Civil. El documental relata el viaje de los voluntarios a los rincones más abandonados del país: “A estos pueblos, a estas gentes, se dirige la Misión. Lleva proyectores, gramófonos, libros. Su camioneta corre campo a traviesa y cruza ríos”, se lee en uno de los carteles de Estampas.