Dinamizar una comunidad o un pueblo creo que puede ser, sin duda, una de las tareas más satisfactorias del mundo de la acción social. Aún con la escasa voluntad política con la que contamos, para algunas cosas no hace falta el dinero a manos llenas. Hace falta vocación y contar con todo el mundo, abrir las ventanas y que corra el aire.
Dinamizar no significa entretener. Dinamizar es empoderar.
Dinamizar es educar.
No estoy seguro de saber qué significa eso de dinamizar la vida juvenil de una ciudad, barrio o pueblo. Vengo oyéndolo desde hace la tira de años pero al ver los contenidos y metodologías que contienen esos programas en la práctica, no salgo de la duda.
Dinamizar a la población joven no es organizar semanas jóvenes, talleres varios o hacer una completa programación de actividades y excursiones. Creo, quiero creer, que la dinamización juvenil es otra cosa y en las siguientes líneas voy a tratar de explicar, sin terminología académica, lo que para mí significa.
Dinamizar no significa entretener. Ya se entretienen ellos solos, bien con las nuevas tecnologías o en un parque hablando de cosas que a ellos les interesan y a nosotros no. Parece que quisiéramos que les movieran aquellas cuestiones que nosotros queremos que les motiven pero eso es ir contra corriente y da lugar a que nos equivoquemos constantemente. También, y esto es lo peor, de eximirnos de culpas porque creemos que no hay nada que hacer con esta juventud. Y así, pensaremos como nuestros abuelos no como unos profesionales del tema.
Me he puesto a buscar una definición de dinamización juvenil para ponerla aquí y así partir de algo teórico. Al final he desistido tras investigar las diez primeras páginas de google. Vaya rollo.
De todo ese conglomerado que no hay por donde meterle mano, me he quedado con esta que no es una definición si no una entradilla para anunciar un Curso de Dinamización Juvenil en la web del inefable INJUVE para que os hagáis una idea de cómo está el tema:
La dinamización juvenil tiene una fundamentación científica y una tecnología propia que la hacen especialmente adecuada para lograr potenciar una juventud en la sociedad más participativa y comprometida con la mejora personal como base de la mejora social. Ofrecemos este título propio como vía importante para profundizar en los conocimientos teóricos y prácticos que posibiliten la mejora del desempeño profesional en los variados campos de la animación sociocultural, la educación social y el trabajo social.
Muy bien, pero ¿qué es dinamizar, para qué y cómo se hace?
Cansado del engolamiento de algunas definiciones voy a pasar de todas y me voy a ir al sentido común: el diccionario de la RAE, que define dinamizar simplemente con: “imprimir rapidez e intensidad a un proceso”. Y con esta definición me voy a quedar.
Dinamizar en la época de internet no es lo mismo que la dinamización en los 80, 90. No tiene nada que ver. La rapidez de los procesos nos hace que tengamos que utilizar una dinamización casi instantánea. La población joven está ahora acostumbrada a tener lo que quieren a la velocidad de un click y no vas a ir tú con un programa hecho hace treinta años.
Nada tiene que ver lo que estamos hablando con la necesaria estabilidad que se necesita en cualquier proceso de trabajo con jóvenes. Lo que tiene que ser rápido son los resultados en ellos mismos, que vean que avanzan en algo que están haciendo nuevo. Si al tiempo de empezar se ven continuamente como al principio te abandonarán y además, con razón.
Me gusta mucho la palabra intensidad mezclada con los procesos de animación sociocultural. Sin intensidad, sin emoción no tenemos nada. La intensidad hay que transmitirla y por tanto tendrás que creer en lo que estás haciendo. Si un grupo de adolescentes te ve como un mero transmisor de contenidos no tardará en huir de ti. De eso ya tienen todos los días bastantes raciones.
El trabajo es complicado pero seguro que todos tenéis en mente experiencias de auténtica dinamización en las que la intensidad, el entusiasmo ha sido vital para que la acción sea un éxito.
Nosotros, como dinamizadores de jóvenes, lo que fundamentalmente queremos con este tipo de intervenciones es que sean cada vez más protagonistas de su propia vida, que sepan cómo informarse, que den rienda suelta a sus opiniones e ideas, que sean autónomos, con capacidad de organizarse y trabajar en equipo, que desarrollen su pensamiento crítico y que llegue un momento en que quieran, puedan y sepan participar. Que todo implique que van adquiriendo habilidades de vida. Si intentamos conseguirlo no sólo estaremos dinamizando la vida de población joven sino de toda la comunidad. Esa es nuestra fuerza y todavía no lo hemos entendido del todo, abrumados por el desánimo.
Para todo esto necesitamos una metodología y no es otra que la participación. No hace falta hacer talleres sobre el tema sino aplicar procesos participativos a todo lo que hagamos. No hablemos de participación, hagámosla. Aprender haciendo.
El hábito cuesta, tanto a los grupos como a las personas, pero la insistencia es la clave. Si habitúas a esa población joven a saber que lo que se haga va a ser lo que ellos propongan y que tienen la posibilidad que sean ellos mismos quienes lo organicen, la situación poco a poco cambiará. Lo he comprobado y me he hartado de oír a técnicos de juventud de municipios decir: “eso con los jóvenes de mi pueblo no va a funcionar”, para que un tiempo después ellos mismos aplicaran la metodología de ese programa a todos los contenidos de la Concejalía.
Y has de comprender que todo forma parte de un proceso que tiene un fin y por tanto hay que organizarlo y planificarlo, definir con flexibilidad porque como he dicho en alguna otra ocasión, los programas y evaluaciones están al servicio de las personas y no al contrario, pero sabiendo siempre donde vamos y a qué velocidad.
Las redes sociales son unas aliadas pero también debemos de saber para qué. Tener un perfil en las redes está bien, publicar las actividades que convocáis está bien, pero eso lo hacen cien mil. Innova, investiga, copia, mezcla y adáptalo a tu realidad.
Que no vayan a tu servicio a visitarte y a preguntarte por una beca. Lleva tu imagen al instituto, programa videoconferencias para que te pregunten en grupo lo que les salga de las narices y cuando lo sepas le contestas y cuando no, pues te quedas con sus datos y le mandas la información después. Te aseguro que si te ven de vez en cuando en una pantalla, su opinión sobre ti cambiará de la noche a la mañana.
Motívalos, provócalos, dales caña, pero sabiendo que no eres su colega. Eres un profesional que trabaja la dinamización con intensidad.
Y el proceso puede tener ritmos muy diversos en cada lugar e incluso en cada grupo de una misma zona. No pasa nada.
Dinamizar una comunidad o un pueblo creo que puede ser, sin duda, una de las tareas más satisfactorias del mundo de la acción social. Aún con la escasa voluntad política con la que contamos, para algunas cosas no hace falta el dinero a manos llenas. Hace falta vocación y contar con todo el mundo, abrir las ventanas y que corra el aire.
Lo que yo querría es que gracias a las procesos de dinamización creados y basados en la participación y la comunicación, los artistas jóvenes que hayan en el pueblo salieran de su cuarto y expusieran y comunicaran a otros lo que hacen, que adquieran habilidades con la práctica, que grupos diversos de jóvenes estuvieran preocupados por la realidad de su pueblo o barrio, que aquellos que les gustara el teatro puedan representar una obra, que aquellos que quieren tocar en una banda lo hagan, no para ser los Rolling Stones, sino para divertirse un rato y compartir música con otros. Y querría que los jóvenes de mi pueblo contactaran con otros jóvenes de fuera para compartir aficiones e intereses y que ellos mismos idearan, planificaran, ejecutaran y evaluaran las actividades que les interesan.
Y todo desde su punto de vista, tú estás para conseguir que sea posible creando los espacios y ambientes adecuados para que se produzca el hecho de la participación.
Tu estrategia: decir siempre la verdad y propiciar el conocimiento.
Lo primero que tendremos que comprender es que nosotros no podemos estar en todos sus procesos. Con 15, 16 o 17 años la principal razón de su existencia es pasarlo bien y descubrir por sí mismos. A ti, para eso, no te necesitan. Tu trabajo es otro. Piensa que ellos no tienen ningún problema por tener quince años, el problema lo tienes tú que no sabes qué hacer con ellos.
De lo que tú o el equipo sea capaz de transmitir y lograr que esa transmisión siga su camino entre iguales dependerá todo el éxito de la dinamización juvenil.
Si no tenemos fuerzas, ganas o apoyo político para hacer esto siempre podemos volver a hacer programas de dinamización juvenil con viajes a Port Aventura y a escuchar el musical de Mecano. Pero tú sabes que eso no es dinamizar, se llama entretener.
Al final, el éxito está en ver, tras un tiempo de contacto y colaboración con jóvenes, que ya no te necesitan. Será un trabajo bien hecho, poco recompensado económicamente, sí, pero reconfortante. Cuando seas algo mayor y los veas pararte por la calle con un gesto de agradecimiento, lo sabrás.